Guayaquil, la bella

Por Mariquita Noboa
26 de Julio de 2015

Así le canta Héctor Napolitano a nuestra bella e incomparable urbe. Guayaquil sigue siendo brazo abierto para todos los extranjeros que se afincan en esta tierra generosa. Engalanada y festiva al celebrar un aniversario más del proceso fundacional, es el momento oportuno para recordar algunas normas de civilidad y corrección; aquellas que tantas veces estudiamos en Cívica y Lugar Natal.

Y como urbanidad viene del latín urbanitate, que a su vez proviene de urbs, que significa ciudad, seguramente son las mismas que los padres, como buenos orientadores, siempre repiten en casa, como parte de la formación.

• Nunca, y en ninguna circunstancia, botar basura, escupir, lanzar el chicle en la calle. Si no botamos desperdicios en nuestra sala, no tenemos por qué hacerlo en las calles de nuestra casa grande. Un ciudadano de bien no agrede la ciudad donde vive.

• Si usted viaja en Metrovía, bus, buseta, colectivo, moto, tricimoto o bicicleta, no tiene por qué vociferar palabrotas en la vía pública. Demuestre en todo momento y lugar su buena educación guardando debida compostura y lenguaje cortés.

• Compartir en la Metrovía nos obliga a ser respetuosos en el orden de la fila. No se crea avivato pasándose algunos puestos adelante o subiéndose sin pagar con la tarjeta. No se exponga. Lo más seguro es que lo van a reprobar con chiflidos o de palabra. Evítese momentos incómodos. Y recuerde, primero hay que dejar que bajen para que usted pueda subir (como en los ascensores: dejar salir, luego entrar).

• Si vive en piso alto, no debe arrojar cenizas de cigarrillo a la calle. Tampoco debe sacudir las alfombras en la ventana de su casa y mucho menos botar agua porque ha baldeado. Le recuerdo que para una buena convivencia “no hay que hacerle a otro lo que no me gustaría que me hagan a mí”.

• Nunca dude en decir ‘disculpe’ si por un movimiento involuntario tropieza con alguien. No importa si es hombre o mujer; hacerlo es la mejor forma de enseñanza. Recuerde, se guía con el ejemplo.

• En baños y parqueos públicos hay que respetar el espacio destinado para quienes tienen limitaciones. Ayude siempre que pueda hacerlo.

• Después de las diez de la noche (cuando Onur se ha ido a soñar con su bella Scherazade) debe bajar el volumen de su televisor o equipo de sonido. Cualquier ruido puede molestar a los vecinos; evite que ellos pidan intervención policial.

• Guayaquil, la bella, mi cuna, la perla, la estrella. Aunque no tengamos las notas tan bien acompasadas, por amor y por convicción seguimos entonando a los cuatro vientos: “Guayaquil de mis amores...”. (O)

mtnoboa@hotmail.com

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