La mesa de Navidad
Ese ambiente especial que se respira en estos días nos habla del encanto que todos queremos vivir con motivo de la Navidad. Volvemos a ser niños frente a un obsequio inesperado, pero lo más relevante es el reencuentro familiar.
Si por razones de estudio o trabajo ha debido permanecer en el exterior y llega por estas fechas a la casa paterna, termine por aceptar que usted es el regalo más importante para sus padres. Entonces habrá festejo y ganas de comunicar a todo el mundo la felicidad de tener a la familia reunida.
La mesa se reviste de una importancia especial porque resulta ser el punto focal de la reunión.
Con mantel o con individuales, la tónica de la reunión la marcan los anfitriones. Son ellos los que dan la pauta para pasar a la mesa.
Para los cristianos es de rigor asistir a la misa de Natividad, que de acuerdo al rito bien puede ser el mismo 24 o al día siguiente, 25. Este puede ser el punto de partida para una invitación.
En la cena o almuerzo, la ubicación de los invitados está a cargo de la anfitriona. Espere que la dueña de casa le diga dónde debe sentarse.
Generalmente se alterna, hombre, mujer, hombre, mujer y las parejas de esposos no deben estar juntas.
Si en la familia hay menores de ocho años, se les debe dar sus alimentos antes de que los mayores pasen a la mesa, así los padres tiene control del manejo de cubiertos de sus hijos pequeños.
La decisión de entrega, búsqueda o intercambio de regalos es de la dueña de casa. Ella dirá si lo hacen antes o después de la cena.
A diferencia de la fecha de bienvenida del próximo año, en la noche de Navidad no hay obligación de preparar una comida opípara, y no hay necesidad de presentar una cubertería que no se va a utilizar.
¿Y el celular de qué lado va? De ningún lado. No ponga nunca el teléfono en la mesa ni en la Nochebuena ni en ninguna comida formal, no es lo procedente. Desconéctese de la web y conéctese con los sentimientos de familia. ¡Feliz Navidad! (O)
