¿Amarse o no a sí mismo?
Aceptarse y quererse están relacionados directamente con el conocimiento de uno mismo. Hay cargas emocionales muy severas que se deben cambiar.
Sabía usted que el ego (el yo) es la identificación de nuestra personalidad y la base de lo que somos como individuos. Psicológicamente este se va construyendo desde la infancia a través de la familia (retroalimentación de los padres). Una etapa importante en el crecimiento personal es “verse en el espejo” como una persona diferente a los padres y hermanos. Aquí la persona va reconociendo su imagen física, sus expresiones, sus sentidos y, gradualmente, sus emociones.
Según el psicólogo Samuel Merlano, el ego es sano cuando la persona reconoce sus valores, sus atributos y cualidades, pero también admite los de los demás, de esa manera se dan la aceptación social y el trabajo en equipo. En cambio, es insano cuando nos divide con los otros al rechazarlos y solo se centra en satisfacer las propias necesidades a expensas del dolor ajeno.
El psicólogo clínico Julio Guijarro Salazar refiere que cuando el ego no es sano surge el egoísmo, y la sensación de pertenencia llega hasta la posesividad que mata la libertad de quienes nos rodean y crea una coraza emocional que obnubila nuestra capacidad de ser generosos y de dar.
“Si el individuo tiene un buen ego, generalmente, posee una buena aceptación sobre sí mismo. Si falla, por ejemplo, en una relación emocional, es de los que dicen: ¡Bueno, yo di lo mejor de mí, no pasa nada!, ¡aprendí, sigo adelante”.
Querernos a nosotros mismos, agrega, también está relacionado con la forma de vernos y cómo creemos que los demás nos ven físicamente. Si nuestra autopercepción está distorsionada, haremos cosas extremas para lograr ser aceptados. Si alguien se siente gordo-a, sin serlo, hará lo imposible para adelgazar o recurrirá a cirugías. El proceso de aceptación, definitivamente, dice, incluye la autoestima corporal.
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No obstante, si tiene un problema consigo mismo, dirá que es feo, gordo, flaco, nunca más lo voy a lograr. Entonces, su ego está relacionado con la visión personal que uno tiene sobre sí mismo y sus capacidades.
Definitivamente, agrega Guijarro, cuando una persona está my bien ubicada consigo misma, se enfoca en cuatro esferas para valorarse a sí misma y estar estable: en el aspecto físico, emocional, intelectual y espiritual.
Merlano expresa que si se enfoca en una de esas fortalezas más que en otras significa que la persona vive en un estado de desequilibrio de su autoestima.
Además, dice Guijarro, si la persona no está centrada y no sabe quién es, se crean conflictos, empieza a ponerse ciertas caretas para distintas situaciones. Una como hijo, otra como padre, otra como abuelo, otra como jefe, otra como trabajador. “La idea es que no deberían existir tantas caretas, sino ser como se es, porque si no se empiezan a crear todos estos dilemas sociales”, asegura.
Problemas son oportunidades
Para la psicóloga y orientadora Toyi de Jácome, el individuo que tiene un ego sano y se quiere a sí mismo es aquel que ha llegado a un nivel de conocimiento personal, de valoración de las capacidades y potencialidades, que son la fortaleza determinante en el desempeño de las actividades de cualquier tipo.
Generalmente, agrega, considera que los problemas que se presentan son oportunidades para crecer. Poseen una clara conciencia de lo que son, conocen sus fortalezas y debilidades, y tienen una fuerza interior que los anima a vencer cualquier obstáculo.
También, dice, aceptan que no son perfectos, que pueden equivocarse y, sobre todo, que son capaces de rectificar.
La persona que se acepta a sí misma, dice Guijarro, no se está vanagloriando todo el tiempo al decir que es maravillosa, perfecta o lo mejor del mundo, tampoco es irse al otro polo. “El aceptarse a sí mismo es aceptarse como es. Es decir, si tiene virtudes, las va a potencializar, y si son defectos, va a tratar de cambiarlos lo más rápido posible”.
Pero cuando quererse a sí mismo es extremo, dice la psicóloga Silvia Cordero Encalada, se convierte en un desorden patológico como es el trastorno narcisista (enamorarse de su propia imagen) de la personalidad. Su comportamiento es la autoadmiración, sobreestimación y la excesiva complacencia en la consideración de sus habilidades, reflejándose ante los demás como una persona egoísta y desconsiderada.
En realidad, “quienes se aman en exceso inconscientemente presentan baja autoestima y tienen sentimientos ambivalentes contra sí mismos, haciendo todo lo posible por sentirse bien mediante la exageración y demostración de su belleza, logros o habilidades”, asegura.
Cordero agrega que el quererse a sí mismo sin caer en lo excesivo permite un esquema mental sano, de aceptación y seguridad que dirige el camino al éxito en conjunto con otros factores. Pero si este sentimiento es excesivo, sucede lo contrario, ya que el comportamiento del sujeto genera egoísmo y vanidad. Tiene poca humildad y desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos, comprometiendo su habilidad para vivir una buena interrelación con los demás, lo que no permite un verdadero éxito en la vida.
Si no se quieren
En nuestro medio, dice el psicólogo clínico Jorge Tello, existen muchas personas que no se quieren, porque no han aprendido a hacerlo. Son seres que no disfrutan de la vida, de su familia, de su trabajo y de sus amigos.
En su experiencia profesional, agrega, el porcentaje de pacientes que no se quieren es alto, superan el 50%. Pero aclara: “Amarse a uno mismo no es igual a ser egoísta o egocentrista, sino más bien es sinónimo de tener una adecuada valoración de lo que somos, de nuestro potencial”.
Probablemente, dice, no se aman porque los desvalorizaron o los compararon peyorativamente con otras personas, diciéndoles: “Eres un inútil”, “eres un bueno para nada”, “eres una carga”, “no sirves” u “ojalá fueras como tu hermano o como tu primo, o como el hijo de fulano”.
“Son expresiones que pasan factura a la hora de aprender a valorarnos, a amarnos y a creer en nosotros mismos. Lo lamentable es que muchas de estas expresiones provienen del círculo familiar cercano como, por ejemplo, los padres e incluso de algunos educadores”, asegura.
A Tello le impresiona la cantidad de personas que van a su consulta con cargas emocionales muy severas, porque nadie creyó en ellas. Incluso van quienes poseen trastornos emocionales o familiares severos debido a una falta adecuada de valoración.
Según Cordero, otras causas de no amarse a sí mismo pueden ser provocadas por varios factores como el estar pasando por una crisis de depresión, por una situación de divorcio, despido laboral u otra situación, pero que tiene una base o raíz aprendida en la formación de su autoconcepto.
Por último, si alguien se quiere a sí mismo será capaz de amar a los demás y podrá decir que disfruta de la vida. Se desarrolla positivamente y su trabajo se convierte en un placer, más que en un derecho.