Buena suerte, ¿existe?
Cada persona crea su propia suerte al aprovechar las oportunidades que se le presentan. Siempre hay que intentar.
¿Qué es tener suerte? En términos sencillos es la creencia de un conjunto de sucesos afortunados y desafortunados. También es una forma de superstición interpretada de formas diferentes por individuos diferentes; y científicamente no existe un estudio que determine que existe un gen que predisponga a tenerla.
Sin embargo, sí es evidente cómo algunas personas se ganan la lotería o cómo una misma familia en un bingo se lleva la mayoría de los premios. Mientras unos asistentes lo atribuyen a un golpe de suerte, otros a algo raro e inexplicable.
Un caso inexplicable es el de Xavier y María Fernanda. Hace cinco años, al llegar a casa, después de su jornada laboral, se encontraron con la sorpresa de que su casa había sido asaltada, y los antisociales solo les habían dejado la nevera y la cocina.
Xavier asegura que jamás se deprimieron, ni le dieron importancia a lo material. Tomaron el hecho de la mejor manera y consideraron que debían simplemente empezar de nuevo, pero con una actitud positiva.
Lo interesante, dice, es que después de ese robo en todos los eventos que asistían de manera independiente se sacaban premios, ya sean televisores, cines en casa, DVD, computadoras, entre otros, y sus compañeros o amigos les reclamaban que hasta cuándo tanta suerte.
“En menos de un año todos los premios que habíamos ganado nos sirvió para estar nuevamente cómodos en nuestro hogar. Lo asumí como una compensación al robo sufrido. Sin embargo, después de esa época nunca más volvimos a ganar nada”, asegura Xavier.
Según el uruguayo Máximo L. Dárdano, licenciado en Relaciones Internacionales e intérprete profesional de Tarot, la suerte primero “se trae” y después “se atrae”. Él sostiene que se nace con una base determinada llamada destino y otra denominada kharma.
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Por eso, dice, cada intención y cada acción que hacemos, desde que nos despertamos hasta que nos acostamos e incluso mientras dormimos, puede ser dirigida hacia el lado constructivo o destructivo. Entonces, la clave para atraer la buena suerte está en equilibrar y en tratar de redimirnos.
“También se debe aprovechar todo lo que la naturaleza tiene para darnos, pero en un sentido más amplio y no solo físico. A este acto le podemos llamar magnetizar, porque somos tal como un imán”.
Dárdano también explica que aquellas personas que dicen tener mala suerte están en lo cierto y se hace evidente en sus experiencias cotidianas. En cuanto más se quejen peor les va, por eso deben cambiar su actitud mental.
Aprovechar las oportunidades
La psicóloga clínica Liliam Cubillos dice que la suerte no llega, sino que cada persona se la hace al ir direccionando su vida con claridad meridiana para no dejar pasar las oportunidades que el entorno brinda y que a veces por temor, comodidad o miedo no se las toma.
Siempre, agrega, hay que estar en un estado de apertura para recibir lo que el universo provee. Es un poco arriesgarse para atinar o desatinar, ese es el juego de la vida: si se elige bien, irá bien; si se elige mal, va mal. Pero esta última elección se la debe asumir como una derrota productiva.
Ella indica que nunca hay que decir no de inmediato. Pues la persona puede expresarlo, pero después de haber probado si es realizable o no. Asegura que en nuestro medio existe la tendencia, en algunos seres humanos, de que al plantearse una relación, una investigación, un proyecto, una compra, una decisión o una averiguación, se dice no se va a poder. Ellos se ponen derroteros y todo lo negativo va adelante, lo positivo lo dejan atrás porque sus impulsos son poco racionales.
¿Pero cómo saben que no va a funcionar la oportunidad? Cubillos dice que no hay peor gestión que la que no se hace. Siempre hay que intentarlo, ya que probablemente se dé, sobre todo cuando se tiene la convicción, y aquí es donde cree que radica la buena suerte, en poner todas las ganas y en manejarla de manera asertiva.
Hay personas que en relación con bingos o sorteos siempre salen favorecidas y asumen que tienen buena suerte. Pero también se da el fenómeno de alguien que ni siquiera piensa que va a ser el favorecido, pero lo es.
Asimismo hay quienes se declaran superoptimistas o suertudos e ignoran la parte mala del proceso. Esto, porque no son muy realistas y no hacen un análisis concienzudo de todas las variables del proyecto, de la inversión o de la relación, y se caen al piso de manera estrepitosa.
Inseguros y sin plan
Cubillos también analiza el porqué existen personas muy trabajadoras que se pasan la vida esperando sacarse la lotería o recibir una herencia para poder comprarse una casa, un carro o irse de viaje, entre otros. El problema de estas radica en que jamás han pensado en desarrollar un plan realista que les permita alcanzar sus objetivos.
Psicológicamente son poco seguras de sí mismas, porque se han olvidado de que la suerte se la arma uno mismo y que cada día se debe hacer un esfuerzo para ahorrar, ser mejor o para crear un plan económico que permita adquirir algún bien. La suerte va muy de la mano de la constancia, perseverancia y la lucha contra los obstáculos.
También son individuos miedosos, necesitan estar ocupados siempre y se la pasan justificando que tienen que trabajar para vivir mejor, pero en el fondo son pésimos administradores de sus vidas y de su economía.
Sin embargo, Cubillos cree que si estas personas salen de ese esquema negativo van a tener buena suerte, pero no solo material sino en otros aspectos de la vida. Por eso no se debe olvidar que suerte es la capacidad de aprovechar todo lo el mundo brinda y que a través de un análisis crítico se puedan tomar decisiones inteligentes en beneficio del ser humano, la familia o la sociedad de una manera integral.
Dimensión espiritual
Según el doctor Javier Gómez, sofrólogo y coordinador adjunto de Brahma Kumaris World Spiritual University capítulo Ecuador, el tema de la suerte es bien sutil y profundo, y se presta para muchas interpretaciones. Él cree que el azar no existe, pero la suerte sí. Para entender el porqué algunas personas la tienen y otras no, primero se debe comprender la naturaleza del tiempo y del espacio. Él considera que el tiempo es eterno y cíclico, y que incluso existe una dimensión espiritual y otra material. Entonces, la suerte se tiene en la medida que en la eternidad a cada uno le tocó desempeñar un papel diferente de acuerdo a un plan perfecto (como en una película, donde hay variedad de actores).
Los espíritus o almas, agrega, viven originalmente en la dimensión espiritual y progresivamente aparecen en la dimensión material con sus respectivos cuerpos y renaciendo (cada uno representa un papel predestinado durante cierto número de nacimientos). La primera mitad de sus tiempos es de felicidad y la otra es de sufrimiento. Lo que hila el tiempo son los pensamientos, palabras y acciones de las almas (aparentemente cada acción dará su fruto) están fijas en el papel eterno de cada alma. El libro del Eclesiastés dice: “No hay nada nuevo bajo el sol”, “lo que fue será”.