La vida al revés
Los vínculos de comunicación entre las personas se están perdiendo, hay valores trastocados y estamos actuando como si tuviéramos la cabeza en los pies.
Hace ciento treinta años, después de visitar el país de las maravillas, Alicia se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés. Si Alicia renaciera en nuestros días, no necesitaría atravesar ningún espejo: le bastaría con asomarse a la ventana. Al fin del milenio, el mundo al revés está a la vista: es el mundo tal cual es, con la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies. Con este párrafo arranca Eduardo Galeano su libro Patas arriba. Y lo cito para iniciar esta reflexión sobre los cambios que experimenta la sociedad y la confusión que nos pueda generar.
Vidas robóticas
Tal parece que la inteligencia ya no les atañe a los humanos y el homo sapiens puede dar por finalizado su contrato con la evolución. El físico británico Steven Hawking mencionó recientemente a la BBC Mundo que el desarrollo de una completa inteligencia artificial (IA) podría traducirse en el fin de la raza humana.
Hasta ahora ha probado ser muy útil, según él, pero teme que una versión más elaborada de IA pueda decidir rediseñarse por cuenta propia e incluso llegar a un nivel superior. Y que los seres humanos que son limitados por su lenta evolución biológica no podrán competir con las máquinas y serán superados.
Si llegara a suceder, explica el psicólogo clínico Samuel Merlano, el hombre será controlado totalmente. Dejará de ser el líder de la naturaleza, el que decidía por su libre albedrío su destino, el amo de las invenciones y proyecciones futuras, y será esclavo de los “megacircuitos” poderosos.
Entonces, dice, existirán miles de humanos que buscarán a toda costa recuperar su autonomía y dominio, en medio de una batalla campal, por largo tiempo, entre el poderío de la inteligencia la natural (megacerebros) y la artificial (Matrix).
Bip, bip, bip
(celular o tuit)
¿Quién dijo que ahora estamos más comunicados? Si las personas por tanto uso de celulares y equipos de comunicación electrónica están creando un fuerte impacto de adicción y de dependencia a la tecnología, según el psicólogo. Se están volviendo más aisladas de la sociedad y tienen menos comunicación con la familia y con los compañeros del trabajo.
Los celulares están “organizando” la vida de las personas. Cada día las están interrumpiendo por los sonidos, los juegos y los constantes bip, bip, bip que les están diciendo lo que tienen que hacer. El teléfono está captando totalmente la atención y el tiempo del hombre, provocando desatención en la conversación de parejas, entre padres e hijos, o amigos y hermanos.
La psicóloga clínica Romy Albuja Arteaga cree que la falta de los vínculos de comunicación entre las personas fue sustituida por los nexos tecnológicos. Como consecuencia crea un sinsentido y un vacío en las personas, que los adolescentes y adultos de ambos sexos, en ocasiones, los tratan de llenar con estímulos excitantes que pueden ser droga, alcohol o sexo, generando el tsunami de adicciones que se está viviendo y da un pronóstico reservado para la sociedad: la mortuoria.
Mujeres y poder
En la búsqueda del equilibro, la balanza se está yendo hacia el otro lado. Desde hace miles de años, desde que las civilizaciones han sido organizadas y las familias constituidas, los hombres han sido los proveedores del hogar. Pero en los últimos años, menciona Merlano, las mujeres no solo tienen mejor sueldo que muchos hombres, sino que son ellas quienes los invitan a cenar o les compran sus artículos personales. Incluso, en algunos casos, ponen el mayor o total porcentaje de la provisión para el hogar.
Los hombres, agrega Albuja, también están siendo maltratados por el sexo femenino, esposas o convivientes, quienes han perfeccionado la crueldad, la insensibilidad e indiferencia emotiva. “Esto se debe a que ella todo lo hace muy bien y ahora que tomó el rol de igualar y superar al hombre lo hizo a plenitud y a cabalidad, incluida en las partes negativas que esta tenía”.
Juntos y separados
La conexión parece ser cosa exclusiva de los aparatos. Desde la aparición de la tecnología y el aumento de las crisis familiares se han creado ambientes en el hogar donde cada persona come en su propio cuarto, lo que no sucedía en décadas pasadas. Este mal comportamiento, dice el psicólogo, ha hecho que se pierda el encuentro familiar a la hora de compartir los alimentos en la mesa y contar lo que cada uno vivió.
Con esta innovación, menciona Albuja, se fomenta el aislamiento, el narcisismo, la falta de consulta con el adulto, lo que da como resultado adolescentes que creen que lo que ellos piensan, deciden y ejecutan está tan bien ya que son dioses que no tienen un superior a quien consultar y que no pueden cometer errores en sus decisiones.
Eso trae como consecuencia la prepotencia y altanería desafiante que se observa en los adolescentes ante la autoridad (maestros, policías, padres, vigilantes de tránsito, custodios, entre otros).
Niños mandan
¡Y los últimos fueron los primeros! En los últimos quince años, los hijos han ido perdiendo el respeto a los padres en temas de reglas u órdenes, a tal punto que los progenitores se sienten frustrados y no saben qué hacer. El psicólogo dice que están desobedientes, les gritan, muestran mala cara y en casos mayores les empujan o les alzan la mano.
En el pasado era normal que los hijos les preguntaran a los papás sobre cosas o temas, y eran ellos los que tenían todos los conocimientos de los distintos saberes, hasta temas profundos después de la muerte, pero esto ha cambiado. Desde años atrás los padres les preguntan a los hijos cómo usar el celular, cómo escribir en la computadora, cómo bajar una aplicación, cómo depositar un cheque por internet, y terminan siendo burla de ellos. Entonces, les ha tocado a los padres hasta suplicarles por ayuda.
Esto se debe a la pérdida de roles. El adulto, dice Albuja, tiene que dirigir al niño o adolescente y ser una guía. Pero en estos momentos se observa a hijos o menores sin capacidad y sin mayor experiencia, sin seguridad ni capacitación dirigiendo al adulto que sí tiene experiencia, preparación y errores.
‘Legalmente grifos’
Y por si fuera poco, la cannabis está ganando terreno. En noviembre, el suplemento Education Life de The New York Times dedicó su portada y un amplio reportaje sobre la legalización de la marihuana (cannabis). Según el artículo, a nivel nacional el consumo de esta hierba entre los adultos jóvenes ha tenido una tendencia al alza y sin duda es un reflejo de las leyes flexibles que rigen en algunos Estados.
El doctor Donald A. Misch, vicerrector asociado de la salud y el bienestar de la Universidad de Colorado, comentó que su principal preocupación sobre la forma de legalización, que afectará a los estudiantes, es que se promueva la idea de que la cannabis es inofensiva, cuando fumarla regularmente causa daño.
El mundo ya no es el mismo, dice Merlano. Antiguamente, una persona que la fumaba era mal vista por la sociedad y necesitaba ser rehabilitada de manera urgente. Pero ahora la cannabis se ha vuelto una moda, una forma de vida, como ocurre en EE.UU. y Uruguay.
La tecnología, dice Albuja, permitió observar lo que ocurría en grandes potencias mundiales, y en Ecuador, con la poca preparación, con las grandes inseguridades e incluso con la poca valoración y baja autoestima, que eran características predominantes en nuestro medio, nos convertimos en copiones de los malos ejemplos.
“Por eso, estamos viviendo las consecuencias nefastas de aquello como, por ejemplo, estudiantes que deambulan alrededor de su plantel educativo fumando libremente la marihuana”, dice Albuja.
Lo cierto es que a todos los repetidores de malos ejemplos les espera un mañana nefasto.
Entonces, interesante será saber si con el tiempo descubrimos lo incómodo que es ponerse el sombrero en los talones y los zapatos en las orejas. (F)