Llenar vacíos da sentido a la vida

Muchas veces el ser humano no sabe qué quiere o necesita en su vida. Conozca varias técnicas para salir del vacío existencial.

¿Qué hago en este mundo?, ¿por qué nunca soy feliz?, ¿para qué vivo? o ¿por qué debemos morir? son algunas de las típicas preguntas que muchas personas se hacen cuando tienen vacíos existenciales que se originan desde la infancia y a través del tiempo de acuerdo con las realidades vividas.

Un ejemplo es la frase de Woody Allen, director, guionista, actor, músico, dramaturgo, humorista y escritor estadounidense: “Hice una prueba de existencialismo. Dejé todas las respuestas en blanco y saqué un 10”.

Según la psicóloga clínica Silvia Cordero Encalada, el origen de los vacíos existenciales comienza en la infancia basado en la calidad de las interacciones familiares y sociales, la calidad afectiva y los modelos de comportamientos del entorno, aspectos que tienen que ver con la necesidad de identificación y desarrollo de la identidad del ser humano.

Además pueden ocasionar problemas psicológicos, ya que están asociados al “sufrimiento existencial”, que se expresa en términos de sensaciones de falta de sentido de la vida, de vacío, desmotivación, depresión, irritabilidad o distrés (exceso de tensión desagradable que podría conllevar a un desorden fisiológico), problemas sociales, espirituales, familiares, sentimentales y laborales.

Para el psicoanalista Juan de Althaus Guarderas, el vacío existencial se refiere, desde el psicoanálisis, a la pérdida del sentido de la vida propia y social. Es una pérdida de significación, que es un síntoma en la época actual, en la que la satisfacción por el consumismo desenfrenado de los objetos del mercado ha producido la devaluación de los valores y de las grandes propuestas de solución social y económica.

Esto crea una angustia que no se sabe qué es ni de dónde proviene, que muchas veces no se puede manejar, perdiéndose el rumbo, creándose malestar y sufrimiento. Hay desorientación, confusión y no se logra configurar un norte en la vida.

Pero la angustia, agrega, es también una señal de peligro que hay que tener en cuenta y tomar cartas en el asunto. El psicoanálisis oferta a un sujeto escuchar lo que tenga que decir libremente, alrededor de sus angustias, malestares y dificultades, es decir, de sus síntomas, permitiendo dar vueltas alrededor de esos vacíos subjetivos, dándoles una forma, un límite que le pueda ser manejable e inventarse un nuevo camino en su vida.

Los vacíos, menciona, no desaparecen, se construye un contorno alrededor de ellos mediante la palabra libre. Es como el alfarero que del vacío construye una vasija, y adentro puede estar medio llena y medio vacía.

¿Cómo superó su vacío existencial? Coméntenos

Desarrollo y aventura 

Si se llenan los vacíos existenciales, menciona Cordero, el ser humano logra darle sentido a su vida y a la de los demás. El resultado es un desarrollo personal y una aventura de vida satisfactoria, a pesar de los obstáculos que se pudieran presentar.

“Todo lo que involucra crecimiento del ser implica un grado de dificultad. Para llenar estos vacíos existenciales se necesita de voluntad y decisión para sacar de la vida lo que implique ‘estancamiento’, que es a lo que conllevan las crisis existenciales”.

La teoría sobre los vacíos existenciales como la terapia de Viktor Frankl se desarrolló a partir de sus experiencias en los campos de concentración nazis. Al ver quién sobrevivía y quién no (a quién se le daba la oportunidad de vivir), concluyó que el filósofo Friedrich Nietzsche estaba en lo cierto: “Aquellos que tienen un porqué para vivir, pese a la adversidad, resistirán”.

Él pudo percibir cómo las personas con esperanzas de reunirse con sus seres queridos o que poseían proyectos que sentían como una necesidad inconclusa, o aquellos con una gran fe parecían tener mejores oportunidades que los que habían perdido toda esperanza.

Para llenar los vacíos existenciales, la persona puede hacer el empleo de las siguientes herramientas:

• Preguntas inteligentes: Hágase interrogantes relacionadas con lo que puede hacer. Por ejemplo, ¿qué habilidades o talento tiene?, ¿cuál es su misión dentro de su entorno y existencia? o ¿qué roles dentro de la sociedad le dan sentido a su vida? Nos sirve para ‘aclarar’ lo que podemos hacer y somos capaces, para darle sentido a nuestra existencia a través de nuestras acciones.

• Espiritualidad: Hay que trabajarla para nutrir el alma. Para ello se debe compartir y alimentar un sistema de creencia a base de la disposición moral y emocional. Esto ayuda a darle sentido a la existencia a través de las prácticas de las virtudes.

• DAFO personal: Es un análisis también conocido como FODA, en el que se analizan características como debilidades, fortalezas, amenazas y oportunidades que circundan al individuo. Esto permite conocer la percepción de sí mismo y nuestra situación real, para organizarnos a corto, mediano o largo plazo, con el trabajo de las debilidades y amenazas basadas en las fortalezas y oportunidades que se tienen, para el desarrollo personal del individuo.

• Compartir con los seres cercanos: A través de actividades en conjunto, como paseos, participar en una obra comunitaria, u otros intereses como el arte o el deporte. Le permitirá fortalecer  los vínculos familiares y la no sensación de vacío, así como el sentido de pertenencia e identidad. En esencia la vida consiste en relacionarnos con los demás.

Lectura, teatro y protesta

Para llenar los vacíos existenciales, el psicólogo clínico Wilson Betancourt, director de la Escuela de Coaching Complejo Natura, también sugiere:

• Leer: Puede buscar un tipo de literatura que le ayude con una orientación de lo que le está pasando. Por ejemplo, El hombre y su doble origen, de Karlfried Graf Dürckheim. Pues cada persona necesita un libro diferente con el cual se sienta identificado.

• Hacer teatro: Existen técnicas teatrales muy sencillas que ayudan a las personas a conectarse consigo mismas, a reconocer su cuerpo, sus emociones, su escenario de vida y su comportamiento. Una de las técnicas más utilizadas es la de Meisner, creada por el actor norteamericano Sanford Meisner que ayuda mucho a lograr espontaneidad, naturalidad y honestidad en la interpretación de un papel. Si bien es usada por actores, también se puede acoplar para la actuación que todas las personas tienen en el gran escenario llamado vida. Todos asumimos uno y varios roles, aunque somos muy poco conscientes de ello. Las técnicas teatrales ayudan a reconocer esos roles y a elegir otros con los que nos podamos sentir mucho más cómodos y satisfechos, logrando la sensación de ser más auténticos y vivir la vida que realmente queremos.

• Llenar un diario: Le puede ayudar a organizar sus ideas e interpretación de lo que ha vivido, así como a desahogarse cuando tiene emociones contenidas que no logra expresar en el momento oportuno. Luego de un tiempo lo puede volver a leer y se dará cuenta de muchas cosas, por ejemplo, cómo es y qué siente cuando pasa por un mal momento o uno fenomenal. También ayuda a ver los cambios que tiene y a comprender que todo evoluciona y que nada es estático. Es muy difícil siempre escribir lo mismo como si no nos pasara nada nuevo, entonces se logra mayor conciencia de que la vida está llena de experiencias positivas y negativas y que afortunadamente todo pasa.

• Protestar por la vida: Estar inconforme con la vida que le ha tocado es hoy en día muy frecuente. Algunas personas se sienten culpables por no estar satisfechas de su propia vida, aunque las demás les dicen que lo tienen todo o que hay quienes están en una peor situación. No debe sentirse culpable por ello. Es nuestra conciencia irracional que nos empuja a través de esta inconformidad a cambiar, a renovarnos, a intentar algo completamente nuevo y, por lo tanto, a darle vida a nuestra vida con nuevas experiencias y aprendizajes.

Por último, dice Betancourt, también aceptar los vacíos es una muy buena opción. Tener momentos de silencio como una meditación en la que la mente se calla y solo se encuentra usted observado y observándose a sí mismo sin juzgarse, simplemente observando el vacío y sintiendo paz. (F)