Manipulación parental
Los niños necesitan, para su adecuado desarrollo emocional, una imagen positiva tanto de la madre como del padre.
En los juzgados de la Niñez y Adolescencia, en los casos de separaciones contenciosas, con frecuencia se observan casos de manipulación de padres o madres hacia sus hijos para ganar lealtades que les faciliten obtener su custodia, quedar bien ante los demás o desquitarse de su expareja.
La psicóloga clínica Zoraya Bohórquez Ruiz, presidenta de la Asociación Ecuatoriana de Psicología Jurídica y Forense, refiere un caso: “Hace años atendí a una pareja cuya hija de 4 años había sido supuestamente abusada sexualmente por la nueva pareja de la madre. Después, durante la evaluación psicoforense, la niña acusó al tío paterno de abuso sexual, sin embargo, no había indicadores relacionados con abuso sexual y el testimonio era inconsistente con esta problemática; se descubrió, a través de técnicas especializadas con niños de esta edad, que ambos padres habían inducido a la niña a brindar falso testimonio y trataban de alienarse mutuamente, fue muy complejo y pedí asesoría a una colega española experta en la materia, quien me clarificó que el SAP puede presentarse por partida doble. Hubo otros antecedentes que me permitieron comprender las causas. La denuncia por abuso sexual no prosiguió”.
SAP
Algunos especialistas, en la práctica, identifican este tipo de situaciones como el Síndrome de Alineación Parental (SAP), mientras que otros no lo aceptan porque este término –acuñado por el psiquiatra estadounidense Richard Gardner, en 1985– carece de consenso científico y no aparece en las listas de trastornos patológicos de los manuales publicados por la Asociación Americana de Psiquiatría y la Organización Mundial de la Salud.
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Al respecto, Bohórquez manifiesta que, independientemente del nombre que le quieran dar, el fenómeno existe y negarlo, porque no lo reconozcan formalmente sobre la base de posturas personales y políticas, no lo hará desaparecer. Agrega que se lo puede llamar triangulación, violencia parental o como les parezca mejor, pues lo que importa es que los profesionales aprendan a identificarlo y apliquen estrategias de intervención. En casos severos, los efectos son devastadores y hay padres y madres que terminan desistiendo por no encontrar respuesta adecuada en los tribunales, eso es lo que debe cambiar.
Campaña para denigrar
El psicólogo clínico Fabián Sánchez, vocal de la referida asociación (www.psicologiajuridicaecuador.com), explica que cuando los padres llegan a interponerse demandas, este hecho señala un alto nivel de confrontación al tener que precisar de otros para llegar a acuerdos que ellos no consiguen: “En este ambiente familiar contencioso es común que se dé algún grado de alienación (denigración llevada a cabo por un hijo contra uno de sus progenitores –generalmente, el padre– sin que exista justificación para ello). Esta puede ser desde leve a inconsciente (como gestos de desagrado al cerrar un teléfono) hasta grave y planificada (como la enseñanza continua de que el otro progenitor abandonó a la familia)”.
Los niños que están siendo manipulados por uno de sus padres en contra del otro presentan las siguientes características: expresión de odio al progenitor sin turbación ni culpa; el menor asegura que nadie lo ha influenciado y apoya de manera irreflexiva y sin críticas al progenitor que anima este odio; sus afirmaciones reflejan temas y terminologías que no le son propias por su edad y experiencias; la aversión también se extiende a los otros familiares del progenitor odiado.
Una señal típica de alienación es el impedimento de contactos entre el progenitor que ya no reside en el domicilio y sus hijos, lo que acarrea un enorme sufrimiento al progenitor que sin razones justificadas pasa a ser odiado y rechazado por su hijo, a quien en ocasiones no ve en meses ni conoce de su estado.
Secuelas emocionales
Bohórquez indica que las secuelas emocionales se relacionan con la ruptura permanente de las relaciones familiares; el niño o niña se desarrolla creyendo que no cuenta con el amor de su padre o madre “alienado”, se distorsiona su autoimagen y afecta negativamente en su autoestima y construcción de su identidad. Esta situación incide en el desarrollo de conductas negativas y problemas de relacionamiento a lo largo de su vida, pues el hijo llega a odiar y rechazar a un progenitor que lo quiere y al cual necesita. Sánchez sostiene que esto se ha asociado a afecciones psicológicas como depresión y síntomas psicosomáticos.
Actitudes correctas
Para los padres que se enfrentan a una separación familiar o a un divorcio, con hijos de por medio, lo principal debería ser proteger en lo posible a los niños de las consecuencias de los profundos cambios que significa una separación y en los que será natural que se vean afectados. Sánchez señala que “los padres deben comprender que la animadversión que pueden sentir, justificada o no, por su anterior conviviente va a dañar gravemente a sus hijos si se las transmiten. Por tanto, es un error deteriorar la imagen de los progenitores, pues los niños necesitan para su desarrollo emocional adecuado una imagen positiva tanto de la madre como del padre, a excepción de situaciones extremas en las que su integridad pueda verse comprometida y necesiten una explicación”.