Parejas... no al paredón
Hay relaciones de pareja que están a punto de ser fusiladas, pero por ellas mismas. Evítelo a tiempo.
Desde hace mucho existen parejas que paulatinamente están llegando a un proceso de deterioro. Un gran porcentaje mantiene crisis no resueltas a causa de infidelidad, dinero, falta de amor o separación.
Llegan a un paredón invisible en el sentido de que prefieren llevar una vida juntos como si realmente funcionaran, manteniéndose muchas veces atados por asuntos económicos, hijos, nietos, entre otros.
Un ejemplo es la poeta estadounidense Silvia Plath. A sus 30 años, en 1963, decide sellar las puertas del cuarto de sus pequeños Frieda y Nicholas. Abrió la llave de gas, teniendo cuidado de que a sus hijos no les llegara, y metió la cabeza en el horno. Así terminó con su existencia.
Según datos de la web, ella había vivido atormentada en su departamento y atrapada también en el ambiente de apariencias que rondaban los años cincuenta. Había sido criada para ser complaciente. Lo fue con su familia, profesores y el público que contemplaba su aparente matrimonio perfecto.
Pero detrás de la típica ama de casa, encantadora y de amplia sonrisa, se encontraba una mujer apasionada, que no había logrado un matrimonio feliz y que lo vivía aparentando.
La historia de Silvia Plath y su esposo Ted Hughes era la de un matrimonio destruido por la infidelidad y los celos. Y el abandono de Ted en el mundo emocional de Silvia se tradujo en desolación.
Así como Plath, en nuestro medio y otras partes del planeta existen parejas que viven una relación con problemas de orden psicológico. Según la psicóloga clínica Liliam Cubillos, es debido a las frustraciones, negaciones o pulsiones no resueltas que terminan volviéndose como un volcán en erupción. La pareja pierde los márgenes de respeto, comunicación, del ser y parecer.
La pareja, agrega, termina fusilándose ella misma. Se da porque todas las personas tenemos un esquema de actuar sobre el mundo alimentado por ideologías, metas, valores o marco axiológico que hace tener una postura para leer la realidad.
Cuando se enamoran, lo hacen basados en su esquema de referencia sobre el otro. Aparentemente, el hombre o la mujer está más interesado en cultivar al otro y viceversa. Por ello realiza todo lo que el otro quiere que haga y termina satisfaciendo siempre sus caprichos, deseos, concesiones y gustos, aunque no le agrade hacerlo.
Engañarse mutuamente
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Para Cubillos, las parejas actualmente no se muestran como son por miedo a no poder conquistar al otro. Se engañan desde el principio de la relación, pero esta nube de fantasía pasional, afectiva y complaciente se diluye fácilmente al año.
Esta mentira se discursa también hasta llegar al matrimonio o a la convivencia, y cuando la pareja aterriza a la vida real y se incorpora al trabajo, a los horarios, a las deudas, inversiones, embarazos, el primer hijo, a las malas noches o a los gastos médicos, entre otros, comienza a sacar su verdadero yo.
La psicóloga clínica Rosita Sánchez Laserna considera que la pareja se engaña a sí misma, sobre todo cuando no hay conexión emocional, ni amorosa. Incluso, a veces, existe alejamiento, falta de contacto físico, contradicciones, se llevan la contra en público, se dicen ironías o burlas, o hay una actitud demasiado obediente de algún miembro que por lo general en nuestro medio es la mujer.
Una mala relación de pareja, agrega, no solo afecta emocionalmente a las personas, sino también al plano físico, porque muchas enfermedades tienen una base emocional. Se puede aparentar todo lo que se quiera, pero existe un halo de energía cargado negativamente que todos pueden percibir. Se siente un ambiente tenso e incómodo, así no se sepa exactamente el porqué.
“La pareja puede estar atravesando por distraimiento, ansiedad, estrés, depresión, angustia, problemas con el sueño, con el desempeño laboral o la autoestima, entre otros”, dice Sánchez.
Tales inconvenientes ocurren, refiere Cubillos, porque se mintieron mutuamente sin pensar en la seriedad de la relación y no la trabajaron desde lo sostenible que hace la convivencia humana. Entonces, si no rectifican los errores, la relación va camino al paredón.
“En términos generales, las parejas no reflexionan sobre lo que significa el compromiso. Es como hacer un puente sin pilotaje, el cual funciona un tiempo, pero a la larga se hunde”.
El 99% de las parejas, agrega, no arma un proyecto de vida juntos, ni siquiera lo piensa o se plantea esa posibilidad. Tampoco existe una comunicación de metas. Ambos caminan hacia un mismo lado y cada cual se centra en su yo, cuando hay que caminar juntos, no uno detrás del otro. Es por ello que cuando conviven se hartan fácilmente.
Incluso el amor que le tenían a la pareja, dice la psicóloga, lo convierten en odio incondicional. Se dicen: ¡Ya no te soporto!, ¡me tienes harto!, ¡eres una vaga! o ¡no sirves para nada! Esto es porque la persona no se mostró tal
como era.
Posmodernidad
En esta etapa de posmodernidad, en la que todo está permitido y se hace y deshace, las relaciones sentimentales entraron en este esquema.
Es muy fácil hacer lo que nos venga en gana, aunque se tenga un compromiso de pareja. Obedece, según Cubillos, al desborde de los límites que socialmente se está instalando a nivel de toda la sociedad.
Estas parejas debilitadas y cansadas se están volviendo un modelo de comportamiento social. Es notorio ya en los jóvenes porque no adquieren compromisos serios a largo plazo, incluso desde hace mucho las relaciones que mantienen es de amigos con derecho.
“Sé de muchas parejas por arriba de los 40 años de edad que han pasado por situaciones muy complicadas, pero que han luchado por sostener la relación, mientras que otras menores a ellos ante cualquier crisis cambian de relación aunque hayan tenido hijos”.
En todo este comportamiento tiene mucho que ver la propaganda publicitaria de gente de cine o actrices o actores que manejan sus vidas de manera permeable, ligera e irresponsable. Lo hacen como un modo de vida para estar in, entonces es una cultura que se está instalando. Incluso en internet o en los medios de comunicación escritos lo que más se lee es acerca de parejas distanciadas, separadas o divorciadas.
Sustento de la pareja
La sustentabilidad de la pareja, dice Cubillos, está en función de sus valores y en el marco espiritual. Son los dos elementos por los cuales se puede luchar por la relación, fundamentada en el sentimiento y el amor real que se tenga. Es la única manera de que la pareja no se destruya.
Cuando hay infidelidad, por ejemplo, no sostenida sino puntual, y aún existe amor, se puede perdonar, pero siempre que se esté dispuesto a trabajar por esta relación.
El problema es que las parejas buscan ayuda cuando están casi agonizando y allí es más difícil la solución. Por ello, dice Sánchez, deberían preocuparse por prevenir que esto suceda. ¿Cómo? Cultivando hábitos y comportamientos que sirvan para hacerlos crecer como seres humanos y que la relación perdure.
También sería ideal asistir a talleres que buscan construir parejas sanas, donde haya espacios para la reflexión y la contención, que puedan aprender a hacer pactos claros, explícitos y definidos y, por supuesto, cumplirlos. Así la relación no iría en picada sin que ninguno de los dos lo perciba rápidamente. Hay que invertirle tiempo, ganas y aprendizaje a la relación.
Evite el paredón
La psicóloga Rosita Sánchez da algunas sugerencias para evitar que una pareja se fusile a sí misma por su forma inadecuada de llevar la relación:
• No dejar ningún problema sin resolver, sacar tiempo para enfrentarlo y buscar acuerdos para llegar a una solución. Problema que no se resuelve, se agranda. Si no coinciden deben aprender a ceder de parte y parte. Hay parejas que les gusta guardar los problemas debajo de la alfombra con la esperanza de que al no verlos se solucionen.
• Identificar rápidamente las señales de alarma que indican que la relación va en picada. Algunas pueden ser: la crítica constante, la forma de hablar en tono despectivo, con ironías, sarcasmos, sátiras o cualquier forma hiriente que denote que el amor, el cariño y la admiración se están perdiendo. Otro es querer tener siempre la razón y la actitud defensiva, es decir, siempre hay alguien que se defiende en vez de aceptar o argumentar con evidencias sus actos. No actúa, sino que es reactiva la evasión, es decir, no habla de lo que lo molesta, hiere o anda mal.
• Que un miembro de la pareja ejerza siempre un rol de dominio marcado y el otro miembro de sumisión. Una pareja es una diada que debe mantenerse por el acuerdo y participación de los dos, aunque eso no quiere decir que no haya áreas en las que uno de los dos tiene más competencia o han decidido que alguno tiene la última palabra.
Liliam Cubillos también recomienda:
• La pareja debe comunicarse. Comunicación se entiende como todo aquello que se proyecta y comparte con el otro desde el momento en que se conocen. Esta debe ser espontánea, directa, frontal y respetuosa.
• Expresar los desacuerdos desde el inicio.
• No hacer conductas artificiales, es decir, no actuar para satisfacer el deseo del otro.
• Hay que mostrarse tal como se es desde el principio.
• Si los dos miembros de la pareja son profesionales, como es el modelo actual, tienen que salir a producir y deben pensar cómo van a compartir las responsabilidades.
• No deben perder la admiración a la pareja, pues esto hace que se enamoren. Siempre hay que mantenerse interesantes, física e intelectualmente. Una de las causas más comunes que genera la infidelidad en la pareja es perder la admiración, lo que conlleva a que la relación vaya al paredón.