Reingeniería humana

La Fundación Educar en Cristo no solo instruye a niños y jóvenes de escasos recursos económicos, sino que los transforma en seres positivos.

Entrar a la Unidad Educativa Nobel, ubicada en la Cooperativa Puertas del Sol, km 8, 5 vía a la costa es suficiente para darse cuenta de la labor que realiza la Fundación Educar en Cristo.

La mayoría de los estudiantes de la sección primaria y secundaria transmiten alegría, a pesar de las dificultades económicas, emocionales, psicológicas y académicas por las que atraviesan.

Por eso el padre Raniero Marincioni, junto con 45 voluntarias, 30 maestras y 4 psicólogas han trabajado para generar en ellos lo que se denomina una verdadera reingeniería humana.

Según la psicóloga clínica Vanesa Elizalde, directora del Departamento de Orientación Vocacional Estudiantil (DOVE) del Nobel, además del trabajo de orientación en sí que se realiza en los 500 estudiantes, se ha agregado un ingrediente, que es apuntar hacia la parte humana.

Para lograrlo, las psicólogas no solo están al tanto de aquello que aqueja al estudiante, sino que asesoran periódicamente a los directivos, a las maestras e incluso a los padres de familia, para que la labor que realizan con los niños y adolescentes sea en conjunto y apunte a un solo norte.

“El trabajo de reingeniería humana se lo ha venido realizando desde hace diez años con éxito. El secreto ha sido no practicarlo en masa, sino de manera personalizada con las necesidades o dificultades que cada alumno tiene en su vida”.

La mayoría de los estudiantes, agrega Elizalde, provienen de los sectores de la cooperativa 24 de Mayo, la Perimetral, el suburbio o de Jardines del Salado, y han experimentado violencia intrafamiliar e incluso abusos, que los manifiestan con tristeza, enojo, desgano y desinterés por la parte académica y social. Sin embargo, poco a poco estos sentimientos, que pueden tomar meses o años, se van disipando con el trabajo de la reingeniería humana.

Nunca los victimizan

Según Elizalde, a pesar de los problemas que viven los alumnos en sus hogares, jamás los victimizan, sino que les enseñan a que busquen cuáles son las posibilidades que tienen de poder transformarlos para sí mismos con una actitud diferente y positiva, ya que las dificultades de su familia no las pueden cambiar.

“Si se los victimiza se quedarán estancados y dirán: ¡pobrecito yo!, ¡denme! o ¡háganme!, lo que les impide avanzar, porque siempre pensarán que la vida o los demás les deben algo”.

También, agrega, les enseñan a que descubran cuál es la misión que tienen en este mundo, porque nadie nace para sufrir, sino para ser feliz. Incluso que pueden mejorar sus condiciones de vida y que tienen que aspirar a ser profesionales y a construir su propia familia sana, basada en los valores que han aprendido como: la responsabilidad, el trabajo, el orden, entre otros.

Tutoría espiritual

Según el padre Marincioni, en el Nobel él trabaja en aspectos muy concretos como: una misa semanal para primaria y secundaria, y en mantener constantemente una verdadera conversación con los alumnos, lo que se llama una preceptoría o tutoría espiritual.

A veces, agrega, necesitan que se les hable de Dios e incluso preguntan cómo pueden llegar a ser buenos. “La respuesta que les doy es que deben tener un encuentro de amistad con Jesús y los desafío a descubrirlo. Por eso en el Nobel nadie quiere quitarse la vida, sino al contrario, vivir y aprovechar el tiempo”, asegura.

Aquí, dice, se paga mensualmente $ 5 o $ 10 e incluso hay alumnos semibecados, pero siempre falta ayuda. “Yo no soy partidario de la gratuidad absoluta porque luego no la aprecian”.

Por último, agrega, la Fundación Educar en Cristo atiende también un comedor en Puerto Hondo, en donde se les da a los niños pastoral y formación humana. (S.M.de.C)