Tolerancia a la frustración

09 de Julio de 2017
Dayse Villegas

Buscar soluciones en vez de crear tormentas es fruto de no huir de los desafíos.

Aparece cuando alguien no consigue lo que quiere. Provoca enfado, angustia, ansiedad. Quien la sufre no soporta tener un disgusto y convierte la situación en algo insalvable. No puede tratarla como algo transitorio. Y de repente, hay un berrinche que recuerda al de un niño que patalea en el piso de la juguetería.

Solo que esta vez no se trata de un pequeño. Es un joven estresado porque lo chocaron, y no quiere hablar con nadie ni hacerse cargo del arreglo. Es una mujer angustiada porque la beca que esperaba no llegó, cuando había planeado su vida en torno a eso, y se lamenta de la injusticia.

No pueden asimilar que están ante algo pasajero, cotidiano y superable. “Pareciera que creyesen que en la vida no habrá emociones negativas. Quieren saltarse la posibilidad de que algo los saque de su comodidad, y eso los lleva a enfermarse: tan alto llegan sus niveles de ansiedad”, explica la psicóloga clínica Sonnia Navas.

Un problema de visión

No se trata de etiquetarlos de ‘malcriados’. Son personas con inmadurez afectiva. Su pensamiento está en el bienestar a corto plazo. Abandonan las tareas que requieren paciencia. Y esto no depende de la necesidad ni del tiempo de espera: pueden tenerlo todo en casa y ser intolerantes a la frustración, porque se han habituado a la inmediatez. O abandonar un proyecto ya sea porque toma dos años para rendir beneficios o porque toma 20 minutos encontrar parqueo. La visión a mediano o largo plazo queda opacada. Y tampoco tiene que ver con el nivel de inteligencia o formación académica; sí con la capacidad para aceptar que en la vida hay obstáculos transitorios que exigen esperar.

Diferenciar las necesidades

Hay un problema para distinguir una necesidad básica de una creada. La primera es comer, dormir, estar sano. La segunda puede ser tener dinero para gastar. Quien las confunde no puede seguir avanzando hacia una meta.

Varios factores anulan esa visión. Navas menciona el factor tecnológico. Los nativos digitales reciben una serie de estímulos instantáneos y simultáneos, y pierden el sentido de la espera y la empatía por las circunstancias del otro”. Eso, convertido en hábito, genera poca tolerancia a la frustración.

El segundo tema es escolar. “Se solía premiar la excelencia académica. Hoy la tendencia es entregar premios a todos. Mejor promedio, mejor baile, mejor disfraz, el más impuntual. Se desnaturaliza el logro”, opina la psicoterapeuta. El joven extremadamente reconocido y recompensado cree merecerlo todo en una sociedad que le ofrece poco; desmotivado, toma un año sabático en el que no hace nada o exige una educación fuera de las posibilidades familiares.

Y lo tercero está en la falta de evaluación. Un niño con dificultades para aprender necesita apoyo psicopedagógico. Para eso debe ser evaluado por profesionales. “Muchos chicos son tratados como si tuvieran alguna dificultad de aprendizaje, cuando no es así. Cuando se les exige poco o se evita que estudien algo que no les gusta, habrá en ellos áreas que no van a crecer”.

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Sin compromisos

El niño o joven que no sabe hacer un esfuerzo genuino ni comprometerse con una meta tenderá a tambalear en sus compromisos adultos: estudio, trabajo o pareja. “Todos estos requieren tener fuerza de voluntad y resistencia para lo que viene: días buenos y malos”, explica Navas.

Pero en la práctica, observa, incluso las universidades ofrecen apoyo pedagógico, cuando esta metodología está originalmente destinada a la enseñanza de los niños (la educación especializada para adultos es la andragogía). Tratar al adulto como infante produce individuos acostumbrados a recibir asistencia y ayuda constante. Cualquier cambio será recibido con gran alarma.

Los padres, por su parte, forman hijos intolerantes cuando satisfacen todas sus necesidades, porque no entienden la diferencia entre estímulo y recompensa. “Estimular es darles una cantidad de herramientas para que puedan alcanzar logros”. Una de esas herramientas es el tiempo entre padres e hijos. Si usted no tiene tiempo para estimular, querrá recompensar, dando premios al niño o al adolescente.

Asuma la tarea

Para desarrollar tolerancia a la frustración en sus hijos, es importante que usted no les dé todo lo que piden, es el primer punto que hace la psicopedagoga María de Lourdes León. Y peor acceder de manera inmediata. El valor de la paciencia tiene un costo, y es que se enseña con el ejemplo, al comer, vestirse, ayudar en las tareas del hogar y jugar.

Además, a los niños se les debe permitir explorar, formular ideas, experimentar y algo a lo que los padres temen: equivocarse. “Es importante aprovechar la equivocación para enseñarles que pueden continuar intentándolo, y así comprendan también que con esfuerzo y perseverancia pueden lograr lo que se proponen”.

¿Qué ventajas les estará dando a sus hijos a futuro? Los formará como personas más productivas y proactivas. Conocerán sus fortalezas, debilidades y limitaciones, sin pensar que son fracasados. “Por el contrario, quien tiene esta cualidad busca otras estrategias que lo lleven a conseguir el mismo objetivo, estando consciente de que, si es necesario, puede pedir ayuda sin sentirse menos que los demás”. Les ahorrará momentos de ira, ansiedad y angustia por cuestiones que tienen una solución más próxima de lo que se imaginan.

Estímulo vs. recompensa

Si la familia tiene límites y acuerdos bien marcados, los hijos no sentirán que pueden presionar para recibir ayuda. “Por considerar que los jóvenes tienen baja autoestima, pasamos a estimularlos al máximo, reforzando la ley del menor esfuerzo”. ¿Cómo lograr un equilibrio?

–Déjelos esforzarse en materias que no les agraden. “La voluntad”, dice Navas, “tiene que consolidarse. Los niños y jóvenes están creciendo con una voluntad muy frágil. Estimulados en las áreas en que son excelentes, dejan de lado todo lo demás y solo conocerán lo que es brillar”...

–Aterricen las aspiraciones (no renuncien a ellas). “Todos tenemos derecho a tener sueños y proyectos, pero tenemos que centrarnos en qué estamos haciendo hoy para alcanzar esas metas”.

–No pospongan decisiones por miedo al fracaso. “Tengo que saber que los logros se obtienen paso a paso, no dejando todo para después”. La búsqueda de recompensa inmediata no funciona en el competitivo mundo laboral, sino el verdadero mérito.

Señales de crecimiento

Un niño en edad escolar debe:

–Acatar órdenes.

–Manejar su material escolar por sí mismo.

–Comunicarse bien.

–Relacionarse con sus pares.

–Formar lazos afectivos.

Los adolescentes deben saber a qué se exponen cuando traspasan los límites, y aceptar las consecuencias. Ser capaces de:

–Tomar decisiones.

–Manejar solo todas sus responsabilidades escolares.

–Respetar los límites y acuerdos de la familia.

–Expresar sus sentimientos y opiniones.

Los jóvenes adultos (a partir de los 19-20 años) tienen que enfrentar el costo de la independencia mental y económica.

–Tomar una decisión vocacional por sí mismo.

–Asumir las consecuencias de sus actos, entre ellos su vida sexual.

–Salir del hogar. (I)

LA GRATITUD COMO HERRAMIENTA

El doctor Alex Lickerman, de los Servicios de Salud y Consejería Estudiantil de la Universidad de Chicago, describe cómo la frustración impregna las relaciones. “Todos poseemos puntos débiles que las personas pueden disparar sin que podamos detenerlas, activando partes de nosotros que preferiríamos no mostrar.

Y no podemos evitarlo sin una gran fuerza de voluntad. Pero suprimir o ignorar la frustración con una persona a la que vemos a diario puede llevarnos a magnificar las quejas que tenemos contra ella, a convertirla en una caricatura: es egoísta, insensible, demandante. Perdemos la visión de toda cosa buena en ellas.

Por eso, más que fuerza de voluntad propone como antídoto la gratitud, e invita a recordar todas las cosas que solían apreciarse en la persona con la que se está frustrado. “Apreciar a la gente que vemos a diario es lo más difícil, pero no estarían ahí tan consistentemente si no tuvieran cualidades importantes que valoramos. Recordarlas no debería ser tan difícil”.

Esforzarse por sentirse agradecido en medio de la frustración, en cambio, sí lo es. Pero es precisamente en esos momentos en que la gratitud se vuelve más valiosa. “Distraernos de la frustración, enfocándonos en algo que apreciamos en el otro funciona mejor que simplemente reprimirnos”.

Tenemos una población de gente joven que está esperando reconocimiento instantáneo, porque si no, no se sienten motivados, cuando la motivación está en uno mismo, no en el otro”.
Sonnia Navas

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