Conectarse con la vida
Muchos de los malestares del embarazo pueden ser contrarrestados con la práctica del yoga. Algunos expertos resaltan sus beneficios.
Muchos de los malestares del embarazo pueden ser contrarrestados con la práctica del yoga. Algunos expertos resaltan sus beneficios.
Romina Puga, de 26 años, está en su octavo mes de embarazo. A muy pocas semanas de convertirse en madre por primera vez, acude todas las semanas a su práctica de yoga prenatal. Con esta decisión ha logrado transformar un tiempo crítico para muchas mujeres, en una etapa para conectarse con su bebé y consigo misma.
Por supuesto, no pudo escapar de la crítica de algunos de sus familiares. “Pero ten cuidado”, “No hagas eso”, “No te agaches” son algunas de las frases que escuchó en muchas ocasiones y, aunque valora su preocupación, no abandonó sus clases. “La sociedad cree que la mujer embarazada no puede hacer muchas cosas”, dice. “La convierten en una mujer débil y ella adopta esa personalidad y así se construyen sus miedos”.
Lejos de ponerla en una situación de riesgo, ella asegura que el yoga la ha librado, incluso, de muchos malestares comunes durante la gestación. Hinchazón de pies, náuseas, dolores en las articulaciones, en la espalda. Ella no ha padecido ninguno.
De acuerdo con Eufemia Guamán, ginecóloga e instructora de yoga del centro integral Ollantay, la práctica del yoga genera un cambio radical en la mujer, preparando su mente, de forma positiva, para el momento del alumbramiento. “No solo abarca la parte física, también le enseña a respirar correctamente y a relajarse”, comenta.
Además, dice, contribuye a que la mujer sea más consciente de la vida que lleva en su vientre y la gran responsabilidad que esto implica. “Muchas mujeres no sospechan que una discusión intensa o una película violenta pueden afectar al bebé”, indica. “Cuando una madre está orientada, se cuida y hace que su entorno sea más sano y más agradable. El yoga cuida sus pensamientos, sus emociones y le ayuda a conectarse con su parte espiritual”.
Esto, sin embargo, no significa que el control médico quede descartado. Las instructoras coinciden en que es necesario contar con el visto bueno del doctor antes de comenzar las clases. Para alguien que nunca ha realizado ninguna actividad física, Guamán recomienda empezar los ejercicios luego de los primeros tres meses de gestación. En el caso de Romina, quien ya practicaba yoga desde antes de conocer de su embarazo, continuó con sus clases desde el primer mes.
Los movimientos también se adaptan y se modifican según el mes en que se encuentre la alumna.
Así lo explica Andrea Naranjo, de Ananda Yoga, lugar donde las clases prenatales se mantienen con pocos estudiantes para poder dar una atención más personalizada. “Lo más importante para nosotros es generar esa conexión amorosa con el bebé. Es el momento en que la mujer hace una pausa para escucharlo, le manda bendiciones y se prepara para tener un parto tranquilo, en calma y en bienestar”. En este centro, las madres tienen también la opción de ir a sus clases, tras el parto, con sus bebés.
Agradecimientos: Anahata Yoga Studio, 603-8807; Ananda Yoga, 283-0540; Centro Integral Ollantay, 236-1436.
Muchas mujeres no sospechan que una discusión intensa o una película violenta pueden afectar al bebé. Cuando una madre está orientada, se cuida y hace que su entorno sea más sano y más agradable”, Eufemia Guamán