El desafío de prevenir el cáncer
La comprensión de sus síntomas y riesgos es aún insuficiente, como se informó en el evento Guerra Contra el Cáncer Latinoamérica en Bogotá, organizado por The Economist y auspiciado por Roche.
En los países latinoamericanos, solo el 30% de pacientes de cáncer sobreviven. Al llegar al 2025, el costo humano y social será muy alto. A pesar de esto, los individuos, las instituciones y las sociedades están invirtiendo muy poco en prevención.
A esta conclusión han llegado especialistas como el doctor Gilberto de Lima Lopes, oncólogo clínico, que afirma que entre el 30 y 40% de los tipos de cáncer se pueden prevenir con medidas simples como no fumar (para evitar el cáncer de pulmón), aplicarse la vacuna contra la hepatitis B (contra el cáncer de hígado) y la del virus del papiloma humano (contra las cepas que causan cáncer de cuello uterino).
El sanitarista y epidemiólogo argentino Rubén Torres apoya esa afirmación sobre los tipos de cáncer que son prevenibles “y con medidas muy económicas, algunas con costo cero”.
Además de no fumar y tomar ‘muy poco’, continúa Lopes, hay que caminar al menos media hora todos los días, subir las escaleras y comer una dieta más sana con menos carne roja, menos grasas, menos productos altamente procesados”. Y esto lleva al control de la obesidad: hoy, en los países latinoamericanos se fuma mucho menos, pero el peso excesivo es uno de los factores de riesgo más importantes en el cáncer.
La carga de la inequidad
Estas reflexiones constan en el estudio Control del cáncer, acceso y desigualdad en América Latina: Una historia de luces y sombras, publicado por la Unidad de Inteligencia de la revista The Economist (2017), en el cual Lopes, profesor asociado de Medicina del Sylvester Comprehensive Cancer Center, de la Universidad de Miami, fue consultado.
Involucró a 12 países latinoamericanos: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay, y utilizó seis criterios para abarcar las políticas y programas diseñados para reducir la desigualdad en el acceso a la atención del cáncer.
Estos empiezan con 1. la existencia de un plan nacional estratégico de lucha contra el cáncer, 2. datos y registros de alta calidad, 3. la disponibilidad de un grupo representativo de medicamentos clave, 4. la disponibilidad de radioterapia en general y en el sistema de salud pública, 5. la existencia y el alcance de programas de prevención y detección temprana, y 6. la inversión para facilitar a las personas el acceso a la atención del cáncer.
Torres, rector de la Universidad Isalud, en Buenos Aires, considera que más importante que el lugar que cada país ocupa en la lista es saber que todos ellos están al 50% de sus posibilidades de avance en la lucha contra el cáncer, cada uno con sus fortalezas y debilidades.
Según el informe, la región está encabezada por Costa Rica y Uruguay (pionero, dice Torres, en las políticas de restricción del tabaco). “Pero las posiciones dependen mucho de la interpretación de los indicadores. Por ejemplo: se mide que estén disponibles los tres fármacos más innovadores. Esto es relativo. Una cosa es que estén disponibles, otra es que sean accesibles”.
Pues el punto débil en común, agrega, es la inequidad en el acceso a los servicios. Entre los países y dentro de cada uno hay mucha diferencia en la calidad de los servicios. La inequidad, explica Torres, puede restar al avance en los aspectos preventivos en los que, en general, se ha avanzado. “La detección temprana del cáncer de mama ha mejorado. En Argentina, el 60% de las mujeres en edad de riesgo se realizan mamografías. Si se desagrega eso por niveles de educación e ingreso, se encuentra que el 60% de las más pobres y menos educadas no se examina”. Estas situaciones provocan detecciones tardías, baja calidad de vida y muerte.
“El exceso de azúcares y grasas trans en los alimentos no parece tan peligroso, pero lo resulta, porque hay una gran relación entre ellos y la aparición de varios tipos de cáncer”.
Rubén Torres, epidemiólogo
Fortalezas
En los países latinos ha aumentado la supervivencia al cáncer a los 5 años, hay avances importantes en el tratamiento de algunos de los factores de riesgo, como el tabaco, dice Torres. Las vacunas contra la hepatitis B y el VPH, en algunos de los casos, se han incorporado al calendario nacional. Sin embargo, se va más lento en otros aspectos, como la disminución de los azúcares y las grasas trans en los alimentos. “No se ven tan peligrosos”, comenta Torres, “pero lo resultan, porque hay una gran relación entre ellos y la aparición de varios tipos de cáncer”.
Claves en cáncer de mama
Tres estudios amplios, de más de una década, que involucraron a un millón de mujeres, demostraron que del 5 al 7% de todos los casos de cáncer de seno se producen por el consumo de alcohol.
¿Qué cantidad se considera de riesgo? La ingesta mínima de 40 gramos de alcohol (1 litro de cerveza) de tres a cinco veces a la semana durante más de 10 años, detalla el doctor Juan Sebastián Sánchez, especialista en mastología oncoplástica.
La Organización Mundial de la Salud define como ‘consumo de riesgo’ el hábito de 20 a 40 g diarios de alcohol en mujeres y de 40 a 60 g diarios en varones. Se lo llama ‘perjudicial’ cuando supera estos límites.
El sueño da otra pista. “Quienes duermen menos de 8 horas se encuentran en un estado de constante estrés y las defensas de su organismo están disminuidas, no en condiciones para atacar a las células tumorales”.
Otros factores que inciden en el riesgo de cáncer de mama: la gestación después de los 30 años, la no lactancia materna, los anticonceptivos orales y las terapias de reposición hormonal.
Sánchez indica que cada uno de ellos hace que una mujer tenga de 1,5 a 2 veces mayor riesgo de cáncer. Pero si se juntan dos o más, el riesgo es acumulativo. “En mi experiencia, al hacer la historia clínica, dos o más de estos factores están presentes en los casos de cáncer”. Casi el 90% de estos casos son dependientes de hormonas. Una mujer expuesta durante mucho tiempo a cargas hormonales aumentadas, está en mayor riesgo. (F)
PRESERVACIÓN Y RECONSTRUCCIÓN
La mayoría de las mujeres diagnosticadas con cáncer de mama (hasta el 80%) pueden preservar la mayor cantidad de tejido gracias a la cirugía preservadora (inmediata), que retira el tumor con un margen seguro, para un buen resultado oncológico y estético, asegura Sánchez.
Si no es posible este tipo de operación por un cáncer más agresivo y tumor de mayor tamaño, se recurre a la mastectomía clásica, en que se retira completamente la mama y se realiza una técnica especial, como el colgajo miocutáneo, en que se hace la reconstrucción con el dorsal ancho (músculo de la espalda) o con el músculo recto transverso abdominal (TRAM). Esta intervención puede ser instantánea o años después, hasta cuando la paciente desee.
Otra opción son las prótesis de silicona y los expansores. Estos últimos requieren un proceso más pausado y complicado que implica recuperar la piel que se ha perdido para luego recurrir a una prótesis.
“En el primer consenso de Oncoplástica de la Sociedad Brasilera de Mastología (2016), se concluyó que esta técnica se utiliza en el 80% de los casos de reconstrucción; es la que trae menos complicaciones y con un periodo quirúrgico más corto”.
Finalmente, las técnicas combinadas utilizan tejido propio del seno o tejido miocutáneo más una prótesis.
Hay contraindicaciones para la cirugía reconstructiva: que la paciente no fume o por lo menos se haya detenido en los últimos 6 meses, que no tenga diabetes ni obesidad (índice de masa corporal mayor a 30).
El cáncer de seno se puede detectar más precozmente con exámenes físicos y mamografías; el de cuello uterino debe pasar por la prueba de VPH y la de Papanicolaou; los fumadores pueden realizarse tamizaje con tomografía de pulmón de baja dosis de radiación; para el cáncer de colon se puede hacer examen de sangre oculta o colonoscopia. Usted debe discutir las posibilidades con su médico. (F)