Infecciones en las piscinas
Hay afecciones en el cuerpo que están relacionadas con un baño en las piscinas públicas o privadas. Prevenirlas es prioridad.
Nadar en una piscina no solo es beneficioso para el cuerpo, sino para la mente. Sin embargo, el nadador también se expone al contagio de ciertas bacterias, hongos o virus que afectan la piel, los ojos o las partes íntimas. Por eso, es necesario que se tomen precauciones para evitar el problema o combatirlo a tiempo.
Según el dermatólogo Manuel Briones Ibarra, se han reportado casos de personas, especialmente niños, contagiadas por el Molusco Contagiosum. Ocurre por la escoriación (raspadura en piel) con el borde de las piscinas, públicas o privadas, infestadas por este virus.
“Su periodo de incubación es de 2 a 8 semanas y se caracteriza por pápulas (bolitas) brillantes con centro deprimido y que se presentan en cualquier parte del cuerpo, con predominancia en niños alérgicos”.
También, dice, las infecciones por estafilococos o estreptococos son frecuentes en pieles secas y que han perdido la solución de continuidad (heridas) y que al sobrehidratarse son susceptibles a estas bacterias.
Actualmente, agrega, se están reportando casos en nuestro medio de infecciones llamadas Granulomas de las piscinas provocadas por el Mycobacterium marinum. Esta es una bacteria habitual del medio acuático que prolifera en aguas estancadas, y son resistentes al cloro y el alcohol.
“Esta bacteria penetra en la piel cuando alguien tiene una laceración o herida. Se ubica con más frecuencia en las manos y rodillas. También, se han reportado casos por Mycobacterium chelonae, que ocasiona úlceras” .
Ropa húmeda
Las micosis superficiales, refiere Briones, como la candidiasis, aunque no se adquiere exclusivamente en las piscinas, pueden presentarse en personas que permanecen mucho tiempo con las ropas húmedas. Originan eritema (piel roja) y picazón, sobre todo en zonas de pliegues.
La ginecóloga Melba Torres Córdova explica que las cándidas (hongos) pueden afectar a algunas mujeres en las partes íntimas provocando vulvovaginitis (inflamación o infección de la vulva y la vagina), aunque no tienen porqué padecerlas si se toman los cuidados necesarios mientras permanecen en una piscina.
Sin embargo, hay quienes tienen más predisposición a padecerlas como las que han pasado la menarquia (menstruación) y las posmenopáusicas en las que además pueden existir otros factores o enfermedades de base como diabetes, toma de corticoides y anticonceptivos que contengan altos niveles de estrógenos.
También puede presentarse vaginosis bacteriana o candidiasis en el embarazo, en las que tienen el sistema inmunitario deprimido, han salido de una intervención vaginal instrumentada o un aborto, entre otros, y casi inmediatamente acuden a nadar.
Problemas oculares
Según el oftalmólogo Eduardo Viteri Coronel, aunque no existen estadísticas locales, la práctica de deportes acuáticos en piscinas se asocia a problemas oculares de varios tipos. Desde irritación simple causada por los desinfectantes utilizados (cloro y otros productos) o quemaduras producidas por la exposición prolongada al sol. Los ojos reciben tanto la radiación ultravioleta directa como la reflejada por la superficie ocular.
También puede presentarse infecciones de distinto grado de severidad. Esto depende del nivel de cuidado que se tenga en limpieza de la piscina, la cantidad de personas que la compartan, la precaución que se tenga en exigir que las personas tomen una ducha antes de ingresar en esta y la disponibilidad de servicios higiénicos cercanos.
“Los productos clorinados o clorados que se usan para desinfección del agua eliminan prácticamente todos los gérmenes si se aplican en la concentración y por el tiempo adecuados, lo cual no siempre ocurre”.
Incluso, explica, en piscinas que se traten correctamente, el agua puede contaminarse por gérmenes tipo Cryptosporidium, que pueden sobrevivir durante varios días, por lo cual es importante evitar que el agua se contamine.
Las formas más comunes en que ingresan gérmenes a una piscina, dice, son por bañistas que portan infecciones o que no se han aseado antes de entrar, contaminación por aguas servidas, ingreso de mascotas o animales (iguanas) a las piscinas, agua de lluvia que arrastra material de piso o jardines anexos o niños pequeños que no controlan esfínteres y usan pañales sucios.
“Generalmente, las infecciones oculares tienen un tiempo de incubación, de manera que las personas no presentan síntomas específicos. El ardor, enrojecimiento y sensación de cuerpo extraño son frecuentemente causados por simple irritación por el agua o el sol”.
El riesgo de infección, agrega, no depende del tiempo que esté una persona en la piscina, sino de la agresividad y cantidad de los gérmenes que puedan encontrarse en esta. Unas cuantas gotas podrían ser suficientes si la carga bacteriana es elevada.
“Algunos de los casos más graves que he atendido han ocurrido en personas que han cometido la imprudencia de entrar a piscinas con lentes de contacto en sus ojos. Algunas bacterias, hongos y parásitos se adhieren al lente o se introducen al espacio entre el lente y la córnea, provocando úlceras corneales que pueden dejar cicatrices que van a requerir trasplante de córnea. Incluso, en algunas ocasiones, han llegado a perforar el ojo y llevar a la pérdida del globo ocular”.
Por último, son especialmente peligrosas las infecciones por Acanthamoeba, porque son poco sensibles a los medicamentos y pueden transformarse en quistes que permanecen “durmiendo” en el tejido y que, al activarse, generan graves recaídas meses o años después de la infección inicial. (S.M.)
Otitis del nadador
Es una infección del canal auditivo que transporta sonido del exterior del cuerpo hacia el tímpano. Por lo general ocurre en los niños que pasan mucho tiempo en el agua como en las piscinas. Si hay mucha humedad en el oído, este puede irritarse.
Pie de atleta
Es una infección común en el pie causada por hongos que afecta el área entre los dedos. Provoca picazón, ardor y piel quebradiza. Se puede contagiar al pisar superficies húmedas, como por ejemplo, en las piscinas y los pisos de los vestidores.
CLORO
Es un desinfectante utilizado en el tratamiento del agua para mantenerla libre de microorganismos. Causa un ligero efecto irritante sobre la piel y las mucosas. Pero sin este efecto antiséptico, los microorganismos pueden proliferar y enfermar.
Cabello desprotegido
El exceso de cloro en las piscinas le quita al cabello los aceites naturales que lo protegen y lo nutren. Esto puede provocar que quede reseco, crespo o quebradizo. También daña los folículos del cabello e incrementa el riesgo de quiebre del cabello.
Medidas preventivas
Para evitar las infecciones provocadas por nadar en una piscina, el dermatólogo Manuel Briones considera importante aplicar medidas preventivas, sobre todo evitar traumas o heridas, bañarse con jabones neutros Ph 3 a 5, mantener una piel bien hidratada para evitar contacto con agentes externos y de producirse la enfermedad, dar tratamiento de acuerdo con su agente causal.
Incluso, la ginecóloga Melba Torres sugiere a las mujeres que al salir de la piscina se duchen inmediatamente, no quedarse conversando mucho tiempo con el traje de baño húmedo y no usar protectores para evitar los hongos o candidiasis genital.
“Mientras esté en un lugar higiénico y sea muy cuidadosa, no tiene por qué adquirir alguna enfermedad íntima”.
Además, para el oftalmólogo Eduardo Viteri, la prevención es irreemplazable y la responsabilidad de los encargados del cuidado de las piscinas es ineludible. Respecto del cuidado individual, sugiere, no ingresar a una piscina con lentes de contacto, porque aunque cierre los ojos no los protege lo suficiente.
Además, sugiere, evitar el uso de piscinas en momentos de mucha concurrencia y tener cuidado de bañarse antes de entrar, lavarse las manos luego de ir al servicio higiénico y utilizar protectores de los ojos. Finalmente, “si una persona tiene una infección en piel, ojos o sistema respiratorio, no debe ingresar a una piscina para proteger a la comunidad”.