Vida más saludable

16 de Septiembre de 2018

La dieta mediterránea va más allá de consumir la comida de un plan de dieta. El ingrediente secreto es un sano estilo de vida.

Hay mil dietas que son “tendencia”, pero hay una que, aunque pasen las décadas, se mantiene en el ranking de la alimentación saludable: la dieta mediterránea.

El primer paso es que, cuando preparamos comidas con sabor a mar, pensamos en las vacaciones y eso ya nos hace bien psíquicamente. Los aromas y sabores pueden impactar de un modo muy positivo en nuestro ánimo al despertar sensaciones de bienestar. Pero más allá de eso, también es sabido que los componentes de la cocina mediterránea son mucho más sanos que los de los platos típicos de otras latitudes.

Por ejemplo: en lugar de cocinar con mantequilla, crema y otras grasas animales, se trabaja con aceite de oliva. También se opta más por el pescado fresco en lugar de las carnes, y la cantidad de verduras, frutas y legumbres es elevada. Si a eso le sumamos semillas, hierbas frescas y un poco de ajo... ¿qué podemos estar haciendo mal? Para la salud, este estilo de cocina solo tiene ventajas.

“En líneas generales se puede decir que la cocina mediterránea tiene una densidad de energía baja”, explica la experta en nutrición Gabriele Janthur. Lo que quiere decir es que no tiene alto nivel calórico. La gran proporción de verduras, frutas y legumbres ayuda a absorber los hidratos y las fibras.

Por otro lado, no se consume tanta sal ni azúcar. “En lugar de salar, se condimenta con hierbas frescas o con sal de hierbas”, explica Janthur. En cuanto al azúcar, uno puede acostumbrarse a irla dejando, por ejemplo, al endulzar menos el café, los postres y los yogures.

¿Y qué tiene de bueno el aceite de oliva? Su gran ventaja es que contiene un alto grado de grasas no saturadas, que no son perjudiciales para los vasos y de ese modo evitan problemas cardiovasculares.

Otro efecto positivo es que uno puede llegar a bajar de peso al reemplazar las grasas animales por el aceite y el pescado por la carne. Pero, no es que en esas latitudes no se coma nunca carne. También tienen platos exquisitos con carne vacuna o pollo, que es bastante más común. Los lácteos tampoco están omnipresentes como en las recetas de más al norte de Europa y para acompañar todo, nunca está de más una copa de vino tinto.

¿Puedo comer pasta? ¡Claro! Es una parte fundamental del Mediterráneo. A la hora de prepararlas, vale lo mismo que para todo: lo que importa es la cantidad. Mejor hacer pasta un día que vaya como ración de un plato fuerte de pescado o de verduras.

Las recetas y posibilidades son infinitas. Las recetas siempre le darán nuevas ideas, y una vez que conozca bien los elementos e ingredientes, podrá combinarlos en variaciones totalmente nuevas. (DPA)

Disfrutar cada bocado

La gente reunida alrededor de la mesa está animada en la conversación, muchas veces con una copa de vino en la mano, come despacio y saborea cada bocado. Es diferente a pedir comida para llevar al apuro o un desayuno de dos minutos.
 

BUEN ESTILO DE VIDA

Si elige poner en práctica un estilo de vida que incluya comidas variadas y nutritivas, conexiones sociales, descanso apropiado, relajación y disfrute, tendrá todos los elementos para preservar y mejorar su salud a largo plazo.
 

 

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