Alerta en Galápagos: Especies introducidas
“Se necesitan bases sólidas para poder formular cualquier política de protección; precisamos primero de ciencia para luego trabajar en conservación”.
Las especies introducidas son aquellas que alcanzaron las islas por intervención humana. Las nativas vinieron de manera natural (transportadas por el mar, aire o, en el caso de las plantes, por las aves).
Sabemos que desde 1535 han llegado barcos a Galápagos, y seguramente a partir de entonces hemos tenido arribos no deseados. Es imposible conocer con certeza las especies que pudieron ser acarreadas en fragatas de piratas en los mil seiscientos y mil setecientos; a partir de los mil ochocientos conocemos bien que los balleneros trajeron chivos, ratas, cerdos. ¿Pero qué tanto alcanzamos a entender sobre las especies marinas? Existe un animal pequeño, el briozoo café (Bugula neritina) distribuido en todo el mundo, que pudo venir adherido a los cascos de madera de antiguos galeones balleneros, y que es tal vez una de las primeras especies introducidas en Galápagos.
Según ‘Informe Galápagos 2013-2014’, en 2011 se reportaron al menos 224 viajes de navíos de carga entre el continente y las islas. A esto hay que aumentar el número de embarcaciones privadas, de turismo y de pesca que van y vienen de la costa ecuatoriana. En el agua de lastre o pegados a los cascos, se corre el riesgo de transportar criaturas marinas. Se estima que al menos 10.000 especies diarias se trasladan a través de embarcaciones en los océanos del planeta.
Los trabajos de monitoreo realizados por la Estación Científica Charles Darwin exponen cinco especies introducidas (además del briozoo café) bien establecidas en nuestra reserva marina: cangrejo azul, hidroide árbol de navidad, alga uva, pluma de mar roja y corona de espinas. Además se reconocen mundialmente otras 18 especies invasoras de alto riesgo, de las cuales dos ya se han reportado en las costas continentales.
Se teme que con el próximo evento de El Niño aumenten las posibilidades de que estos intrusos se establezcan en Galápagos. Con El Niño cambia dramáticamente la temperatura del agua, la dirección de las corrientes, los ambientes marinos, lo que podría perjudicar a las criaturas del Archipiélago en su alimentación o ciclos reproductivos y más bien beneficiar a las invasoras. Si las especies introducidas son altamente competitivas o depredadoras, su establecimiento propicia el riesgo de reducción y en última instancia, desaparición de las especies nativas o endémicas. Ha pasado tantas veces en tierra, y bien puede ocurrir en el mar.
¿Habría que terminar con el tráfico marino? Completamente impensable, pero es posible mitigar su impacto. Una de las recomendaciones que Inti Keith, Terence Dawson, Ken Collins y Stuart Banks proponen en ‘Informe Galápagos 2013-2014’ es “implementar sistemas de monitoreo y detección temprana para invasores marinos con ágiles protocolos de respuesta”.
Y es justamente lo que la Estación Científica Charles Darwin, a través de su departamento Biomar, ha venido realizando por varios años. Gracias a estos estudios submarinos tenemos conocimiento sobre distintos problemas que acechan a la reserva. La labor de investigación de la Estación es vital para la protección de la biodiversidad de estas islas únicas en el mundo. Se necesitan bases sólidas para poder formular cualquier política de protección; precisamos primero de ciencia para luego trabajar en conservación. Esto es un ejemplo más de su interdependencia: ciencia para la conservación. (O)