Ejemplos esenciales: Solidaridad al necesitado
Con instituciones como Solca, “la existencia recobra sentido, la tierra reanuda su rotación, y desaparece la ingrata sensación de desamparo”.
Mis historias suelen ser sobre la vida silvestre, el mar, los vientos que recorren las islas encantadas. Hoy quiero compartir experiencias distintas, pero igualmente relacionadas a la vida, a la esencia de lo que nos hace tal vez únicos sobre el planeta (y digo tal vez porque hay especies que al igual que nosotros muestran comportamientos altruistas, por el bien de otros individuos). Me refiero a la solidaridad.
Solidario es quien brinda apoyo a una persona en necesidad; a veces basta una sonrisa, y con ella el mundo vuelve a pintarse de colores, a ratos es un poco más. Ante gestos solidarios la existencia recobra sentido, la tierra reanuda su rotación, y desaparece la ingrata sensación de desamparo.
Existe una institución donde se percibe esta solidaridad constante, independientemente del piso, la hora, o el caso. Me refiero a la Sociedad de Lucha Contra el Cáncer (Solca), matriz Guayaquil, y a su Instituto Oncológico Nacional Dr. Juan Tanca Marengo; me refiero a aquellos corredores y habitaciones pobladas de gente generosa en palabras y acción.
Podría decir que he estado expuesta a cada departamento, acompañando a uno de mis seres más queridos. Desde farmacia a pensionado, desde consulta externa a piso general, desde emergencia a laboratorio (y ojalá tuviera el espacio para mencionar cada nombre). No existe ninguna diferencia en el trato o la atención. Estoy segura de que el personal recibe entrenamiento constante, porque es una constante su afán de servicio y profesionalismo, y sobre todo, de profundo respeto.
El corazón se me encoge cuando veo a las jóvenes con su mameluco “soy tu guía Solca”. Son voluntarias prestas a ayudar a quien se desoriente entre trámites (a veces engorrosos y largos). O cuando llegan las damas de Solca, con su tacita de hierba luisa y su pan, que se reparte en forma ordenada entre todos por igual, los guardias, las licenciadas, los pacientes en medio de su quimioterapia, los camilleros, los familiares, el personal de administración. No se hacen diferencias; con la misma dedicación y sonrisa las damas comparten un poco de amor y apoyo con sabor a dulce, que calientan el alma e infunden confianza en la lucha que cada cual libra contra su enfermedad. Las damas además proveen asistencia espiritual a enfermos, charlas de soporte moral a familiares, realizan colectas publicas de dinero, mercados de pulga, campañas para la prevención de cáncer, entre otras actividades.
Esta filosofía de entrega se deriva desde su misma fundación, en 1951, cuando el Dr. Juan Tanca Marengo, distinguido médico y humanista guayaquileño, decide crear La Sociedad de Lucha contra el Cáncer junto con un grupo de colegas y amigos. Solca es hoy una institución privada de servicio social sin fines de lucro que desarrolla su campaña a nivel nacional, dedicada a la prevención, diagnóstico, tratamiento y paliación de enfermedades neoplásicas.
Como guayaquileña me siento profundamente orgullosa de que en mi ciudad surgiera la Sociedad de Lucha contra el Cáncer, de un hombre visionario, filántropo y además, un verdadero científico. Como ecuatoriana me considero en deuda con una institución que se dedica a la investigación y a luchar contra una enfermedad que no distingue edad ni condición; cualquier impuesto que se destine a Solca, está muy bien dirigido. Como ser humano guardo eterna gratitud por cada una de las personas que trabajan en Solca, sin importar el cargo, porque además de su alto nivel de profesionalismo, jamás descuidan el lado humano, y son ejemplo de solidaridad y entrega. (O)