La vida moderna ¿Ventaja o desventaja?

Por Paula Tagle
15 de Abril de 2012

“Es un planeta cambiante, siempre lo ha sido, y para sobrevivir, así como en cualquier ejemplo de selección natural, hay que adaptarse. Yo me adapto, pero me queda la nostalgia, también la duda, de si tal vez antes no eran tiempos mejores”.

No me considero una persona peleada con la tecnología, al contrario, me encanta enterarme de nuevos programas, tantear un iPad y quitarme las arrugas en photoshop.

Es increíble poder comunicarme con mi familia casi cada día de la semana, y tener internet desde el barco donde trabajo y vivo; es así como logro enviar los artículos a tiempo, que de no tendría que usar palomas mensajeras.

Pero tampoco voy a negar que me queda la nostalgia de aquellos días en que la comunicación con el mundo era exigua. Solo en el aeropuerto, y con ayuda de amigos generosos que se robaban el periódico del avión, lográbamos enterarnos de las noticias.

Únicamente al visitar el pueblo, y después de largas filas, podíamos llamar al hogar, desde las oficinas de Pacifictel (o tal vez tenía otro nombre entonces). Yo prefería las cartas, porque la paciencia no me daba para la compañía de teléfonos, que nadie tampoco tenía teléfonos particulares. Mi mamá me enviaba, puntual, una vez por semana, una larga misiva, contándome de la familia, de la situación mundial y del Ecuador. A veces las malas noticias también tardaban, y así, solo una semana y media después, recibí una carta comunicándome que mi abuela querida había fallecido. Eso hace 20 años.

Hoy funcionan los celulares, y la gente se desespera cuando por algún motivo perdemos la señal. Hablar por celular es todavía un trámite, porque se debe buscar el sitio más alto del barco, y si este se mueve, hay que marcar de nuevo. Tampoco tengo mucha paciencia para tales menesteres, además, no da buen aspecto trabajar con teléfono en mano.

De la internet, bastante lenta, no me puedo quejar, es mi real conexión con el mundo; sino ya habría ido presa por no pagar mis cuentas a tiempo.

Sin embargo, para los visitantes, no estoy segura si la tecnología constituye una ventaja o una desventaja. Parte del encanto de estas islas era su aislamiento. Que privilegio poder desconectarse del trabajo, y dedicarse, por una semana al menos, a vivir en el grato presente de un archipiélago encantado.

Ahora si los huéspedes no reciben el periódico cada mañana entran en pánico. También desesperan el día en que se pierde la señal de teléfono. Lo primero que preguntan al embarcar es sobre el servicio de internet, y si por algún motivo se daña el satélite o anclamos en una bahía muy cerrada, surge el malestar. Al ver un tiburón bajo el agua, importa no solo la experiencia, sino el captar el momento en la cámara. Todo el mundo tiene aparatos incluso más sofisticados que el equipo con el que contamos a bordo.

Las charlas, para que tengan mayor peso, deben ir acompañadas de tecnología. Plasmas que proyectan un Power Point, o un microscopio conectado a las pantallas, o una cámara submarina que grabe lo que ocurre en las profundidades del mar.

Era fácil entretener a los niños con cuentos, obras de teatro o pintando. Hoy cuesta arrancarlos de sus game boards. Nos visita otra generación, habitantes de un mundo donde la información es inmediata y las actividades deben ser prontas, diversas y entretenidas.

Es un planeta cambiante, siempre lo ha sido, y para sobrevivir, así como en cualquier ejemplo de selección natural, hay que adaptarse. Yo me adapto, pero me queda la nostalgia, también la duda, de si tal vez antes no eran tiempos mejores.

nalutagle@yahoo.com

 

  Deja tu comentario