Patricia y Carl: Una pareja excepcional
“Él, ecólogo, uno de los cien más notables conservacionistas del siglo 20; ella, excelente fotógrafa, dedicada igualmente a la ciencia y educación”.
Navego en el National Geographic Orion a lo largo de varios países de África. Estoy emocionada no solamente porque visitaré lugares únicos, sino también por la calidad de conferencistas a bordo. Uno de ellos, Carl Safina, ha sido mi inspiración, con libros como Canción para un océano azul, es un hombre que trabaja para probar que tanto la naturaleza como la dignidad humana se requieren mutuamente.
Al presentarme como ecuatoriana, se me comenta que hay otra a bordo, justamente de Guayaquil: Patricia Paladines.
Ella vive en Estados Unidos desde muy niña; a partir del 2009 trabaja como oficial de proyectos en el Instituto para la Conservación de Ambientes Tropicales, junto a Patricia Wright, otra de las conferencistas a bordo.
Patricia me cuenta que siempre fue una curiosa del mundo natural. Cuando cumplió 15 años de edad, sus padres la enviaron de regreso al Ecuador a vivir en Salinas para disciplinarla a la manera ecuatoriana y que no olvidara sus raíces. Recuerda los piqueros patas azules de la Península, y sus travesuras diseccionando ranas o intentando hacer que un pulpo viviera en agua dulce. Patricia comenta: “Tenía interés por el estudio de la naturaleza, pero en aquellos años, hija de inmigrantes, las prioridades eran otras, y mis padres esperaban que me dedicara a la administración o a finanzas, a pesar de que siempre me inculcaron amor y respeto por los animales”.
Así que la vocación de Patricia se vio postergada. Luego de ser madre y trabajar como asistente de investigación y fotógrafa para New York Historical Society, entró a laborar en National Audubon Society, en su programa de Océanos Vivos.
Decidió volver a estudiar. Ingresó a la Universidad de Stoney Brook a especializarse en antropología, biología y español. En su tiempo libre es voluntaria en el acuario de Long Island, guiando a jóvenes hispanos recién llegados a los EE.UU. “Muchos latinos vienen a trabajar como agricultores, no conocen el idioma; por eso decidí enseñarles este otro mundo, y hablarles de las múltiples posibilidades de carrera que existen, orientarlos. Es lo que me habría encantado que pasara conmigo cuando era joven y tenía este interés por los animales”.
Cuando le pregunto a Patricia sobre su nacionalidad me responde muy orgullosa que se siente profundamente ecuatoriana.
Carl se explaya en la definición de conciencia, y si podemos afirmar que los mamíferos, y más específicamente los elefantes, la tengan. “¿Por qué nos hemos empecinado en sostener que el “sentir” y “pensar” son exclusivamente humanos?”. Pregunta Carl a la audiencia: “Muchos científicos y periodistas han arruinado sus carreras por conferir estas características también a los animales; es un tabú de la ciencia. Pero, ¿que es lo particularmente humano al entender el mundo? Mamíferos y hombres reconocemos el hambre y la sed de igual manera, ambos sufrimos cuando perdemos a nuestros seres queridos”.
Carl nos recuerda que igual ocurre con los elefantes, criaturas a quienes, tanto como a nosotros, las definen sus relaciones con los demás. “Un elefante es un ente al que deberíamos referirnos no como un “que”, sino como ‘quien’”.
Carl y Patricia son esposos, comparten la vida por casi quince años. Él, ecólogo, nombrado por la revista Audubon como uno de los cien más notables conservacionistas del siglo 20; ella excelente fotógrafa, dedicada igualmente a la ciencia y educación. Es un privilegio conocerlos y poder compartir el descubrimiento de África junto a esta excepcional pareja. (O)