Pinzón vampiro: Dieta a base de sangre
“Esta pequeña y aparentemente dulce avecita despluma con paciencia pero tenacidad la zona posterior de los piqueros de Nazca”.
Es mediodía en la bahía Darwin, isla Genovesa. Los pasajeros han regresado al barco y estamos a punto de anunciar el almuerzo. Miro hacia la playa, y ante mi sorpresa descubro tres siluetas humanas.
¿Será posible que abandonáramos a huéspedes en esta isla deshabitada? Pero a través de los binoculares constato que no son de los nuestros. Sin embargo, no hay ningún otro barco en la bahía y estamos a sesenta millas de la isla poblada más cercana. Vamos a investigar en una panga; descubrimos que se trata de dos científicos de la Universidad de Miami en compañía de un guardaparques.
Los invitamos a almorzar a bordo. La oferta de una cabina con agua caliente, un par de cervezas frías es más que tentadora luego de varios días en el campo. Daniel Baldassarre está en las islas desde febrero 8 hasta marzo 13 realizando estudios para su tesis de doctorado. Nos confiesa que tenía una larga lista de proyectos interesantes, pero que debía elegir no solo uno que le gustara, sino que atrajera la atención de posibles auspiciantes.
Así fue como decidió dedicarse al pinzón vampiro (Geospiza difficilis septentrionalis), una raza del pinzón de pico agudo (Geospiza difficilis), sin ninguna duda, el de dieta más extravagante.
Porque, en efecto, el “vampiro” bebe sangre. Y no se alerten, lectores, no se trata de sangre humana (todavía), sino de la sangre de piqueros de Nazca; además, no ocurre en Genovesa (todavía), sino en un par de remotos islotes de Galápagos, Darwin y Wolf.
Esta pequeña y aparentemente dulce avecita despluma con paciencia pero tenacidad la zona posterior de los piqueros de Nazca. Cabe recalcar que el pinzón es una fracción del volumen de un piquero y, sin embargo, de tanto picotearlo, logra herirlo para luego hartarse de su sangre.
Parece ficción, tomada de la saga de Crepúsculo, o de personajes históricos como el mismo Vlad Draculea, príncipe de Rumania, que pudo haber padecido de una enfermedad psiquiátrica, el “vampirismo”, por sus crímenes y excesos. Pero está comprobado. Los pinzones de pico agudo, durante las sequías extremas en Darwin y Wolf, beben sangre de piquero.
¿Cuentan con algún mecanismo de succión?, ¿poseen enzimas especiales en la saliva? Los mosquitos, por ejemplo, tienen anticoagulantes que les permiten mantener el flujo de sangre de sus víctimas. ¿Ocurre igual con los pinzones? Y lo peor es que los piqueros ni se inmutan.
Mosquitos y garrapatas poseen sustancias que adormecen a sus presas, ¿tal vez los pinzones también?
Para resolver estas y otras interrogantes, Daniel y su equipo capturan pinzones a través de nets diseñadas para el efecto. Los pesan, marcan, toman muestras de su saliva, de su sangre, y luego los liberan. Los pinzones de pico agudo de Genovesa son una variedad distinta a la de Darwin y Wolf, pero la misma especie todavía. Sin embargo, en Genovesa, tal vez porque es una isla más grande, con mayores posibilidades de sustento, el pinzón no ha desarrollado el gusto por la sangre, o tal vez no cuenta con las mismas especializaciones que los de Darwin y Wolf.
En todo caso, Daniel y su equipo ya han tomado muestras también de estos dos islotes. Una vez en los Estados Unidos tendrán que comparar ADN y analizar resultados.
Mientras tanto, los alerto. Si visitan Genovesa, por si acaso, cúbranse los cuellos y guarden precavidamente en sus bolsillos un par de cabezas de ajo. (O)