Plantas nativas: En su isla-hogar
“Tomará años, pero gracias a gente dedicada y profesional, confío que un día habrá muchas Galvezias poblando las zonas de transición de Isabela”.
Esta es la historia de cinco plantitas que subieron al barco en el que trabajo, de “polizontes”, para retornar a su isla de origen. O tal vez debería decir, este es el feliz comienzo en la recuperación de una especie en alto riesgo de extinción, la galvezia leucantha. Llegaron en cajas cubiertas de malla oscura, pero, a pesar de eso, se traslucía su verde explosivo de vida, su alegría de ser y de volver a su tierra.
Es la primera vez que tenemos plantas vivas a bordo. En Galápagos se evita transportar semillas de una isla a otra, por eso los controles de carga en los aeropuertos y la lista de especies prohibidas en el archipiélago. No podemos correr el riesgo de seguir introduciendo variedades invasivas.
Sin embargo, esta era una causa justa y necesaria, además que las plantitas venían muy protegidas para que ningún curioso polinizador osara acercárseles, y sus primeras flores habían sido removidas antes del viaje.
Se las colocó cuidadosamente en la popa, para que pudieran respirar la humedad de las islas, y disfrutar un poco del viaje, desde la isla Santa Cruz hasta Fernandina.
En 2010 se descubrió que todavía quedaban cinco especímenes de Galvezia leucantha en Isabela. Yacían aislados, sobrevivientes milagrosos de la depredación ocasionada por las decenas de miles de chivos que una vez poblaron la isla. “Galápagos Verde 2050”, proyecto multiinstitucional que involucra a la Estación Charles Darwin y Dirección del Parque Nacional Galápagos, decidió emprender en el rescate. Se colectaron semillas in situ que se intentaron germinar por diferentes métodos en el vivero de la DPNG. Finalmente, entre los meses de noviembre y diciembre de 2017 se logró que nueve semillas colectadas en agosto de ese año, germinaran en petri dishes (recientes usados en laboratorios). De estas, solo cinco sobrevivieron el trasplante a las macetas. La profundidad a la cual se siembran parece ser determinante en su supervivencia, que las raíces son demasiado delicadas para ascender a la luz.
En febrero, las plantitas, ya de ochenta centímetros de altura, empezaron a producir flores, lo cual indicaba que era tiempo de mandarlas de vuelta. El 17 de marzo llegaron a bordo junto con María Lorena Romero y Paúl Mayorga, encargados de transportarlas y sembrarlas en playa Tortuga Negra para el reencuentro con sus “progenitoras”, las otras cinco que quedan en el mundo. María Lorena, zoóloga marina con una maestría de la Universidad de Gales, nos cuenta sobre las Galvezias. Ella se ha especializado en las criaturas del océano, pero aplicó al proyecto Galápagos Verde porque cree en la conservación, no importa si es sobre tierra o bajo el mar, se trata igual de preservar la vida en el planeta.
Una vez anclados en Fernandina, nuestro barco les proporcionó una Zodiac para que viajaran con las Galvezias y varios insumos hasta Isabela. Cada una se sembró ligada a una caja Groasis (técnica ahorradora de agua) con la esperanza de que, junto a las plantas originales, con la ayuda de la abeja carpintera, principal polinizadora de las islas, la especie comience a propagarse. Tomará años, pero gracias a gente dedicada y profesional, confío en que un día habrá muchas Galvezias poblando las zonas de transición de Isabela. Y a lo mejor se descubren más individuos, no solo en Isabela, sino en Fernandina, que es el otro lugar en el mundo donde se describiera esta especie. (O)