Un hogar en Galápagos
“Al construir tendemos a mantener la naturaleza al margen y no a favor. En el caso de los Plaza-Oleas, cada detalle ha sido contemplado”.
Tendemos a culpar de los males siempre a los otros, sin incluirnos entre los agentes responsables y/o de cambio. Sin embargo, una pareja de las Encantadas decidió finalmente, como ellos mismos dicen, “poner el bolsillo donde ponen la boca”. Reyna Oleas y Roberto Plaza han creado un modelo sustentable de vida, construyendo la única casa ecoeficiente de Galápagos.
Eligieron una propiedad en el noroccidente de Santa Cruz, a trescientos metros de altura, desde donde contemplan el mar y varias islas circundantes. La tierra es propicia para cultivo de café, frutas y vegetales. Tortugas gigantes migran a través de sus 16 hectáreas, mientras pinzones revolotean por los exteriores dela casa, que se confunde con el paisaje.
La familia empezó por evaluar su consumo de electricidad haciendo una lista de los aparatos eléctricos de los que podrían prescindir. Así calcularon el máximo de kilovatios diarios necesarios y el número de celdas solares a instalar. Su autoabastecimiento de electricidad implica un significativo ahorro en barriles de petróleo al año, si recordamos que la energía en Galápagos se genera con diésel, que a la vez tiene que ser transportado 1.000 kilómetros desde el continente.
Reyna y Roberto consultaron con habitantes de la parte alta para prever los retos que enfrentarían: falta de agua potable y exceso de humedad.
Entonces edificaron una cisterna de 100 metros cúbicos, para contar con tres meses de reserva y basados en el consumo estimado de un metro cúbico diario para una familia de cinco. En dos años, prescindiendo de tanquero, ya han pagado la inversión (10 m3 de agua de tanquero cuesta $ 150). Su gran aljibe se repleta en dos días de aguacero. El agua se recoge a través del techo de una manera visualmente elegante.
En cuanto a la humedad optaron por un recurso que han usado los chinos desde hace miles de años: cámaras de ventilación bajo la casa. Así logran 20% menos de humedad en el interior y hasta 4 grados centígrados de diferencia de temperatura con el exterior.
Al construir tendemos a mantener la naturaleza al margen y no a favor. En el caso de los Plaza-Oleas, cada detalle ha sido contemplado: la ubicación de la casa respecto del viento, el tamaño de las ventanas, incluso la pintura, que inventaron mezclando resina con lava triturada, y parece ser la delicia de pinzones que se acercan como si la casa fuera parte de su entorno de siempre.
Además apuntaron por materiales locales. 70% de la carga que llega a Galápagos es para construcción; mientras menos se importe, se aminora el riesgo de introducción de especies invasoras. Eligieron materiales con poca huella ecológica, además de estéticos: bambú, que se utilizó para la parte estructural del techo; Cedrela, en muebles y mesones; bloques de ripio y “terra-cemento”, una mezcla de lava con cemento, para las gruesas paredes.
Cuentan con pozo séptico de cuatro cámaras, y el agua del último proceso se usa para riego. Además reciclan todo, crean su propio compost, fertilizantes y “pesticidas” con ajo, tabaco y ají.
Reyna, Roberto y sus hijos Cayetano y Marisol generan el 100% de su energía y agua, reciclan el 100% de sus desechos y producen actualmente el 70% de lo que consumen. “MonteMar ha sido creado en la experiencia de hacer y vivir en una isla, con todas las restricciones y responsabilidades que ello implica”, dice Reyna. “La Tierra también es una isla, por lo que este modelo debería aplicarse como estilo de vida en cualquier lugar del planeta”. (O)
Más información: montemar.ec