Colonias europeas
Sus paisajes parecen salidos de un cuento. Puentes de madera, senderos flanqueados por árboles, montañas, cascadas y casas de madera con coloridos techos y ventanales.
En la provincia de Córdoba, a 710 km de Buenos Aires, dos pueblos mezclan la arquitectura y la cultura de Europa central con las riquezas naturales de sus sierras: La Cumbrecita y Villa General Belgrano.
Hasta allí llegaron a vivir inmigrantes de Alemania, Suiza, Polonia, Austria, Eslovenia, Rumania, República Checa, Escocia, entre otros, y formaron comunidades que conservan la forma de vida, la gastronomía y tradiciones de estos países.
En La Cumbrecita, ubicada a 90 km de la capital cordobesa luego de una ruta llena de lagos y cerros, las casas y los negocios ubicados en mitad de los senderos cautivan al visitante por sus singulares formas. Una de las fachadas, por ejemplo, tiene forma de reloj cucú; otras tienen nomos, balcones vistosos con banderas o gozan de una vista privilegiada (como los hoteles o cabañas de alojamiento) al estar asentadas en plena montaña.
Pero lo más singular de este lugar es que es una reserva natural peatonal habitada por apenas 450 personas. El ingreso de autos está prohibido aun para llegar a los hoteles situados en los cerros.
Los vehículos se estacionan en un gran descampado que está al ingreso y los visitantes reciben un mapa con el cual pueden iniciar su recorrido.
Si va por primera vez, Esteban Crespín, un guía con más de una década de trabajo en la zona, recomienda tomar el sendero más corto, que toma una hora aproximadamente, para apreciar el paisaje y que no resulte cansado. En ese camino se puede degustar alguna especialidad suiza, salchichas alemanas, cerveza artesanal, manjares o chocolates elaborados caseramente en la veintena de restaurantes típicos; jugar una partida en la Plaza del Ajedrez, con fichas gigantes; entrar a la capilla Ecuménica del cerro o pedir un deseo en la fuente de agua.
Otros senderos
Esta ruta también esconde dos atractivos naturales: una cascada llamada La Olla, por la forma que toma la parte baja cuando cae el agua y el Lago de las truchas. En la primera sobresale una gran roca en el centro, similar a la escultura de La Sirenita, y detrás bosques con senderos que se pierden al pie de una montaña. En la segunda, piedras enormes, como esos huevos prehistóricos que García Márquez describe en Cien años de Soledad, permiten al turista caminar sobre ellas o tomar el sol mientras se escucha el agua correr.
Hay otros senderos cuyo recorrido puede tomar entre 3 y 5 horas y permiten excursiones a cascadas de mayor tamaño, como Cascada grande y escalar la montaña.
Por otra ruta, llena de curvas y montañas se llega a Villa General Belgrano, otra aldea europea ubicada a 88 km de la capital provincial. En este lugar se asentaron primero los alemanes, 127 familias que formaron un poblado típico europeo con edificaciones de abundante madera, tejados a dos aguas (en forma de V invertida) y jardines floridos. Luego se sumaron suizos, italianos y austriacos.
Los alemanes difundieron su gastronomía y adaptaron ciertos platos a la Argentina. En la Villa uno de los platillos tradicionales de sus restaurantes es el Schlachtplatte (salchichas ahumadas con abundante chucrut, puré de papas y carnes variadas), el Knackwurst mit Sauerkraut (salchicha Frankfurt con chucrut), o el Apfelstrudel, un enrollado dulce de manzana.
Los turistas llegan atraídos por la gastronomía, sus paisajes, las actividades en el Club Náutico Calamuchita sobre el dique Los Molinos, el Museo del Carruaje y los recorridos hacia el río Los Reartes, pero en especial por el Oktoberfest, la fiesta nacional de la cerveza más grande de la Argentina.
En el pueblo se levanta un Parque Cervecero, en el cual se disfrutan espectáculos típicos de la fecha: un desfile encabezado por el Monje Negro y seguido por bailes típicos de países europeos, orquestas de música y la elección de la Reina de la Cerveza. La fiesta dura toda una semana. Este año fue desde el viernes 30 de septiembre hasta el lunes 10 de octubre.
En esos días Villa General Belgrano se llenó de banderas, puestos de comida típica y cerveza en todas sus variedades, colores, tamaños y sabores. Diego Granda viajó desde Buenos Aires para disfrutar de la fiesta cervecera por tercera vez. “Es una muy interesante. Se mezcla cultura con fiesta y podés consumir diversidad de cervezas, desde la tradicional hasta la negra, colorada e incluso verde”, cuenta.
Este año la entrada al parque costó 70 pesos (unos 17,50 dólares) y el litro de cerveza rondó los 50 pesos (12,50). Lo más típico para degustar fueron los hot dogs con chucrut.
En la celebración las delegaciones se han ido diversificando y es posible ver gente de Alemania, Dinamarca, Escocia, España, Islas Canarias, Suecia, Portugal, Italia, Armenia y Ucrania vistiendo sus trajes típicos, mientras los turistas bailan y beben en los típicos jarros cerveceros.
En los alrededores del pueblo (6.000 habitantes) también recorridos por el Pico Alemán y el Cerro de la Virgen, desde donde hay una vista panorámica del pueblo.
Son dos rincones alpinos que trasladan a quien lo visita a rincones coloridos de Europa. Desde la ciudad de Córdoba se organizan toures a diario a cualquiera de los dos destinos. Su costo promedio es de 25 dólares el día, incluye movilización y guía.