¿Esto es Las Vegas?
Esta ciudad del estado de Nevada (EE.UU.) guarda otros tipos de diversión más allá de los grandes y lujosos casinos. El menú de opciones es casi infinito.
Justo después del amanecer, cuando el sonido metálico constante de las máquinas tragamonedas se redujo a un latido irregular y la mayor parte de Las Vegas estaba borracha o durmiendo, yo estaba corriendo. Las aceras estaban vacías. Ya no pertenecían a los charlatanes, rompecorazones y manadas de amigos engalanados y con ojos vidriosos. Me pertenecían a mí.
Pasé frente a las silenciosas fuentes del hotel Bellagio, sobre las llamativas tarjetas de prostitutas y clubes de desnudistas que cubrían las calles en mi camino a la primera de varias clases de acondicionamiento físico de fin de semana: yoga entre delfines.
Hubo un tiempo en que el yoga y la Ciudad del Pecado eran como el fuego y el hielo. Pero practicar una pose de árbol ante la mirada de una familia de delfines nariz de botella es solo una de las muchas iniciativas que están introduciendo los hoteles alguna vez conocidos solamente por sus bares, bufés y casinos llenos de humo.
El Mirage Hotel & Casino ha acaparado el mercado de los delfines y el yoga ashtanga (lo veremos después), pero sus rivales tienen sus propias recetas poco convencionales para el cuerpo y la mente.
El Trump Hotel introdujo recientemente una clase de entrenamiento intensivo afuera en la avenida The Strip (la Franja). El Aria Resort & Casino ofrece una “excursión bajo techo” de una hora por la propiedad de 353.031,5 metros cuadrados y el Shops at Crystals adyacente. El MGM Grand tiene la habitación Stay Well, donde el agua de la ducha está impregnada de vitamina C y los sistemas de purificación del aire prometen reducir las toxinas. Y el Tea Lounge del Mandarin Oriental sirve una comida vegetariana y mezclas de té “para la salud y el bienestar” que suenan alucinógenas, con nombres como “paz a través del agua” e “introspección”.
Las Vegas, al parecer, ha empezado a seguir el ejemplo de otros importantes destinos turísticos. Después de todo, el bienestar no solo es bueno para uno, es bueno para los hoteleros. El “turismo del bienestar” es un mercado mundial de 438.600 millones de dólares y se proyecta que crezca casi 10% al año hasta el 2017, según un estudio realizado para la Cumbre Mundial de los Spa y el Bienestar por SRI International, un instituto de investigación sin fines de lucro.
He estado en Las Vegas un par de veces, aunque no es mi idea de unas vacaciones. Mi intención es relajarme. Las Vegas te agota. Pero una escapada saludable a Las Vegas sonaba como una opción demasiado entretenida como para no explorarla. Me puse reglas personales: no alcohol. No bufés. No fumar. No apostar.
Qué lástima por el visitante renuente que termina aquí para asistir a una convención o fiesta obligatorias. ¿Qué respiro podría encontrar? Solo había una forma de saberlo: yo iría al corazón de la Franja y limitaría todos los esfuerzos saludables a sus alrededores (con una excepción). Y con eso, partí sola, con un bolso de lona, zapatos deportivos y ropa spándex, para lanzar los dados en el saludable Las Vegas.
Seguir bien despierto
Era sábado por la noche y el MGM Grand olía como una fiesta de fraternidad. El vestíbulo estaba rebosante de jóvenes que posaban para las cámaras de los smartphones: hombres con lentes de sol, mujeres que un día dominarán los zapatos de plataforma, pero no esa noche. Me deslicé entre los postes que delimitaban las filas y me uní a los que estaban formados para registrarse detrás de una mujer en zapatillas deportivas y con un velo blanco mientras sonaba la canción del dúo sueco Icona Pop I Love It: “¡No me importa! ¡Me encanta! ¡No me importa!”.
Diez minutos después recibí la llave de mi habitación estampada con la palabra “rejuvenezca” y sentí una punzada de anticipación. Sin embargo, caminar hacia los elevadores con mi bolso de lona fue como ser una bola de acero en una máquina de pinball. Zigzagueé en medio de los fiesteros y las máquinas tragamonedas, pasé frente al local de Corner Cakes Pastry Shop, cerca del cual encontré montones de mi debilidad: el dulce Reese's Peanut Butter Cups. Desvié la mirada y aceleré el paso, golpeando a todos y a todo, o quizá ellos me golpearon a mí. Sin embargo, con cada golpe me recordaba que estaba acercándome más al rejuvenecimiento. O no.
Chillidos. Risas. Algo que sonó como un ladrido. ¿Había una fiesta en mi habitación? Cautelosamente puse la llave en la chapa. No. Pero seguro sonaba como si lo fuera. Dejé mi bolso en una silla y llamé a la recepción. El departamento de seguridad amablemente ofreció sofocar la fiesta, pero yo no quería arruinar la diversión. Solo quería un cambio de habitación. Mientras esperaba, revisé algunas tarjetas de información cercanas:
“Duerma todo lo que necesite”, decía una. “¿Quién diría que Las Vegas pudiera causar tal rejuvenecimiento?”, decía otra, y señalaba que las “tecnologías de bienestar
de la habitación del pionero de los bienes raíces Delios, en conjunto con la Clínica Cleveland y el doctor Deepak Chopra, están diseñadas para ayudarle a personalizar su experiencia en Las Vegas y que sea como le gustaría, incluso relajante”.
Seguía a la espera. Después de colgar, llamar de nuevo y conseguir que una supervisora se pusiera al teléfono, me dijeron que no tenían otra habitación Stay Well disponible. Señalé que si un hotel promueve una habitación como un lugar para “dormir lo que uno necesite”, los huéspedes pueden esperar razonablemente que la habitación brinde cierta medida de tranquilidad.
“No modificamos las paredes”, dijo la supervisora, y añadió que las habitaciones Stay Well no eran más silenciosas que cualquier otra habitación en el MGM Grand. Pregunté por la posibilidad de cambiar de habitación al día siguiente. Dijo que yo debería llamar de nuevo. Sugerí que ella me llamara. Ella insistió en que tenía que ser yo quien diera seguimiento al asunto.
Empezaba a pensar que estas habitaciones Stay Well eran más ingeniosas de lo que había anticipado: en vez de calmarte, quizá estaban diseñadas para desafiar tus reservas de paciencia más profundas.
Respiraciones y delfines
Las escaleras de los pasos peatonales en las intersecciones más transitadas a lo largo de la Franja permiten un vigoroso calentamiento matutino, aunque también me hicieron llegar tarde a la clase de yoga entre delfines de las 08:30.
Cuando finalmente llegué, ingresé a una habitación subacuática de luz tenue y cerúlea que colinda en parte con un hábitat de delfines al aire libre, y tomé mi lugar sobre un tapete entre otros cuatro estudiantes. A través de las grandes ventanas veíamos los delfines y ellos nos veían a nosotros. Su presencia era tranquilizadora, y cuando la luz del Sol atravesó el agua, la habitación repentinamente reflejó la magia infantil de un fuerte construido con sábanas.
Sin embargo, encontré difícil observar a los animales en cautiverio, sin importar lo bien que sean tratados. Y por ello, no, ni siquiera miré a cierto delfín cuando a mitad de un estiramiento la mujer a mi izquierda soltó: “¿Ese es su pene?”. La habitación estalló en gritos.
La clase de una hora cuesta $ 50 e incluye un licuado de frutas posterior a la sesión, pero lo más importante, acceso todo el día al spa del Mirage.
En lo que se refiere a spas, recomiendo el Canyon Ranch SpaClub que comparten los hoteles The Venetian y The Palazzo. Primero hay que llegar. Lo mejor es ingresar por el Palazzo, que está más tranquilo que el Venetian. Por $ 25 ($ 40 para quienes no son huéspedes), uno puede quedarse todo el día y tomar cualquier clase de acondicionamiento físico.
El dinero rinde mucho ya que hay siete cabinas de sauna y piscinas Aquavana para personas del mismo sexo: el Crystal Steam Room, Experiential Rains, Finnish Sauna, Igloo, Herbal Laconium, HydroSpa y Thermal Heated Loungers. El sauna, con su simplicidad cálida, fue mi favorito.
Otro spa que vale la pena visitar está en Aria Resort & Casino, donde un pase de un día cuesta $ 30 ($ 40 para quienes no son huéspedes de City Center) e incluye el uso de una piscina terapéutica en un balcón exterior y salas de meditación. Recomiendo las camas de piedras calientes ganbanyoku, que supuestamente purgan las toxinas e incrementan la circulación y el metabolismo. Si yo logré eso no estoy segura, pero era una habitación oscura y de ensueño.
Las conclusiones
Resulta que se puede encontrar bienestar en una ciudad de excesos. Lo mejor que hice para lograr eso fue despertar temprano. Ver ascender el sol sobre las montañas te mantiene motivado y se tienen las aceras para uno solo.