Los lagos ingleses
El mundo pondrá los ojos en Inglaterra durante los XXX Juegos Olímpicos, que se celebrarán en Londres entre el 27 de julio y el 12 de agosto. Aquí una visita obligada para quienes accedan al territorio británico para esas fechas… o en cualquier momento de sus vidas.
La modernidad de Londres, nombrada recientemente el Mejor Destino del Mundo por el portal especializado TripAdvisor, luce lejana al asentar los pies en la hierba fresca del llamado Distrito de los Lagos.
Pero primero hay que manejar cerca de cinco horas en dirección noroeste para cubrir los aproximadamente 430 kilómetros que la separan de la capital británica, en un paseo que puede atravesar ciudades como Coventry, Birmingham y Manchester hasta llegar a Kendall o Windermere, poblados considerados la puerta de ingreso y el corazón, respectivamente, del Parque Nacional de este encantador distrito de 2.292 km².
El Parque Nacional del Distrito de los Lagos es el escenario natural preferido por los ingleses, embellecido por diversidad de espejos de agua y montañas que se acomodan para crear espectaculares paisajes que, según la revista National Geographic Traveller, conforman uno de los 50 lugares que todo viajero debe visitar al menos una vez en la vida.
Este escenario reposa en el condado de Cumbria, heredero de la cultura celta y con el mar de Irlanda al oeste y la cordillera de los Peninos al este. Es considerado la meca de las actividades al aire libre, con entrenamientos que son absolutamente recomendables para disfrutar de la naturaleza inglesa. Aquí unas recomendaciones.
Lago Windermere. En el muelle del homónimo poblado parten embarcaciones náuticas que brindan románticos recorridos a través de ese lugar rodeado de hoteles rurales y pubs (bares) muy atractivos para el turista. Las caminatas también son muy atractivas. El lago también tiene un mirador natural en Orrest Head, que brinda increíbles panoramas de 360º que aparecen de repente al final de un paseo cuesta arriba de 20 minutos a través del bosque desde la estación Windermere.
Jenkyn’s Crag. Este es otro punto para disfrutar de ese inmenso lago. Se ubica al norte. El paseo puede comenzar desde Troutbeck hasta llegar a Ambleside. El vehículo puede estacionarse en Waterhead.
Lago Coniston Water. Es el tercer lago más grande del distrito, con 8 millas de largo, lo que provee de un gran espacio para paseos al aire libre en bote o canoa que pueden aproximarse a tres pequeñas islas que forman parte del paisaje. El poblado más cercano es Coniston.
Lago Bassenthwaite. Está en el extremo norte de esta zona y no posee grandes poblados en sus orillas, aunque suele estar muy concurrido por los veleros que parten del Bassenthwaite Sailing Club. Al este se ubica Mirehouse.
Lago Grasmere. El paisaje panorámico es sencillamente encantador, como si fuera extraído de una postal. El mejor punto para tal observación es el mirador natural conocido como Loughrigg Terrace (terraza Loughrigg). Se llega en vehículo hasta White Moss, en la carretera A591, entre Ambleside y Grasmere, y se camina a lo largo del río hasta cruzar un puente de madera y seguir la flecha amarilla que dice 'Loughrigg Terrace 440 yards (440 yardas, unos 402 metros).
Cascadas Stock Ghyll Force. Para quienes estén en el centro de Ambleside, solo basta recorrer por 10 minutos una vía cuesta arriba que atraviesa un puente de madera y llegar a esta impactante caída de agua de unos 20 metros de altura. El río Stock Ghyll atraviesa Ambleside y colinda con un atractivo parque.
Skelwith y Elterwater. El camino entre el puente Skelwith y Elterwater brinda una excursión pedestre de una hora y media pasando por las cascadas Skelwith Force y a lo largo del gran espejo de agua de Elterwater Tarn, con magníficas vistas de las montañas Langdale Pikes. El carro llega hasta National Trust, a 3,2 kilómetros de Ambleside, cerca del puente Skelwith, para iniciar el paseo.
Muralla de Adriano. Está al norte del Parque Natural, situada cerca de Carlisle, capital del condado de Cumbria. Es considerada Patrimonio de la Humanidad, con sus fuertes y museos, y los hermosos jardines de Levens Hall, Brantwood y Muncaster. Aquí vivieron los poetas del Romanticismo, y es difícil imaginarse un destino más romántico e histórico que este. Estos son los restos del muro que el emperador romano Adriano mandó a construir entre los años 122 y 132, para separar su territorio de las belicosas tribus del norte de la actual isla de Gran Bretaña, los pictos, cuyo territorio vendría a coincidir con la Escocia actual.
La muralla transcurre en unos 117 km desde el golfo de Solway, en el oeste, hasta el estuario del Tyne en el este. Con un grosor de 2,4 a 3 metros y una altitud de entre 3,6 y 4,8 metros disponía de 14 fuertes y 80 fortines militares para su defensa. Desde los restos de alguno de estos se disfruta de unas vistas extraordinarias que se confunden entre las praderas naturales inglesas.
Ni siquiera un tesoro histórico y militar como ese se libra de la hierba fresca y del abrazo tierno de la naturaleza inglesa.
Fuentes viajar.euroresidentes.com, absolutinglaterra.com, lakedistrict.gov.uk