Rennes, historia y juventud
Es la capital histórica de Bretaña, la región más al noroeste de Francia y en cierta época un reino independiente con una cultura e idioma distintivos más influenciados por la cercana Gran Bretaña.
Mientras me comía con los ojos una enorme rueda de Camembert en un generoso mercado de agricultores de verano en Rennes, Bretaña, momentáneamente salí de mi estupor ante el sorprendente sonido de dos turistas británicos que conversaban.
Era la primera vez que escuchaba a alguien más hablar inglés desde que había llegado a Rennes 24 horas antes. Era agosto, cuando los parisinos salen de vacaciones y los estadounidenses llegan, un fenómeno que es difícil de pasar por alto mientras se sigue a las multitudes en la capital francesa.
En Rennes, sin embargo, éramos una novedad. Las serpenteantes calles adoquinadas de la ciudad estaban llenas de parejas que vagaban en excursiones de fin de semana a ritmo lento, bebiendo sidra a sorbos y mordisqueando crêpes en cafeterías en las aceras, y casi todas ellas eran francesas; o bretonas, como muchos señalarán.
Rennes es la capital histórica de Bretaña, la región más al noroeste de Francia y en cierta época un reino independiente con una cultura e idioma distintivos más influenciados por la cercana Gran Bretaña y las naciones celtas que París.
Sigue teniendo una sensación distintivamente medieval, realzada por su clima, que tiene más en común con el Londres nebuloso que con París, que está a solo dos horas de viaje en el tren de alta velocidad TGV. Pero esta no es una ciudad que ruegue por los rayos del sol: la arquitectura gótica, las calles serpenteantes y la cocina abundante son a menudo más atractivos en un día sombrío.
Y en invierno, conforme declinan las temperaturas, Rennes conserva su encanto. La ciudad sigue teniendo agradablemente pocos turistas, aunque miles de visitantes llegan para Les Rencontres Trans Musicales de Rennes. Popularmente conocido como Les Transmusicales, el festival es una especie de South by Southwest para los franceses; un vistazo de modernidad en una ciudad impregnada de la antigua historia de Bretaña.
Después de llegar a la bulliciosa y moderna estación de trenes, mi novia, Alex y yo cruzamos el estrecho río Vilaine hacia la ciudad vieja de Rennes, y fuimos recibidos por la sorprendentemente grandiosa Place de la Mairie. A un lado de la espaciosa plaza, el opulento teatro de la ópera del siglo XIX está diseñado para lucir como si su colosal rotonda pudiera cruzar la plaza y acomodarse como una pieza de rompecabezas gigantesca en el centro cóncavo del ayuntamiento barroco. Pero Rennes es una ciudad mucho menos grandiosa de lo que sugeriría esta llamativa bienvenida arquitectónica.
Su verdadero atractivo está justo al norte de aquí, donde gran parte de la ciudad medieval anteriormente amurallada está intacta, sus calles flanqueadas por asombrosas maisons a colombage; casas de estructuras de madera que datan del siglo XV, con gigantescos entramados de madera hechos de los alguna vez abundantes bosques de la región.
Turismo a pie
Aunque, como París, Rennes tiene un sistema de préstamo de bicicletas, así como un modesto metro de una línea, su mayor placer radica en perderse a pie en la ciudad vieja. Pasamos una tarde vagando por calles apartadas como Rue des Portes Mordelaises, que estaba oculta detrás de un umbral de arco en un trozo restante de las murallas de piedra que alguna vez protegieron a la ciudad, y en plazas más humildes que la Place de la Mairie, como Place du Champ Jacquet, que está flaqueada por una hilera totalmente intacta de esas elevadas casas de marcos de madera.
En muchos lugares, los costados de los edificios históricos están cubiertos de murales patrióticos que muestran el escudo de armas blanco y negro de Bretaña, y los letreros de las calles están escritos en francés y bretón. (Esto es principalmente una orgullosa concesión a este patrimonio; pocas personas hablan aún el antiguo idioma).
No es que Rennes sea totalmente calles y plazas pintorescas. También alberga a dos grandes universidades y a aproximadamente 60.000 estudiantes, y de noche la ciudad vieja cobra vida con un vibrante escenario de fiesta. La mayoría de los bares se encuentran alrededor de Rue St. Michel, conocida por los locales como la rue de la soif (la calle de la sed). Después del anochecer en cualquier fin de semana, el cual, según el calendario universitario, empieza los jueves, se pueden encontrar hordas de estudiantes charlando en la acera y bebiendo cervezas mucho después de la hora de cierre de la una de la mañana.
Rennes musical
Un imán para músicos y artistas, Rennes hizo su aparición en el mapa cultural en los ochenta cuando surgió un escenario musical en torno a algunas de las bandas de new wave locales como Marquis de Sade, que en 1979 fue el espectáculo principal en el primer festival Transmusicales. El entonces pequeño grupo de bandas locales ha crecido para incluir a todo desde hip-hop francés hasta electrónica británica y indie rock estadounidense.
“Cuando oí hablar de este lugar, simplemente tenía que venir, porque algo estaba sucediendo”, dijo Philippe Maujard, un músico que se inició en Rennes en los ochenta con la banda de rock Ubik, y que a principios de este año fundó el sello discográfico Wild Wild Rennes. “Uno entraba en un bar y todos a los que conocía querían ser cantantes, músicos o escritores”.
Ese atractivo persiste para muchas potenciales estrellas del rock y artistas jóvenes. En una tarde lluviosa en Le Barantic (4, rue S. Michel), un antro con una banda sonora de new wave y tipos de escuela de arte desaliñados por todas partes, un artista callejero que solo dio su nombre artístico, Zilda, dijo que “es la vivacidad, el espíritu de la ciudad lo que atrae a la gente”.
Rennes ofrece una oportunidad para que los jóvenes de las áreas rurales de Bretaña den una probada a la vida cosmopolita sin dejar detrás su región o cultura, una invitación notable para muchos que se ven primero como bretones y luego como franceses. Mientras Zilda elevaba su copa para brindar, nos enseñó a decir la versión bretona –o breizh, en el idioma antiguo– de “salud”: yec’hed mat.
Después de salir del bar, tomamos la sugerencia de Zilda y entramos en la panadería A La Fournee St. Michel (23, rue St.-Michel) para absorber nuestra cerveza con un kouign amann, una especialidad breizh que, dijo orgullosamente Zilda, es “el pastelillo más grasoso en toda Europa”. La corteza hojaldrada y el interior extraordinariamente cremoso fue un buen rival para el croissant parisino más famoso.
Gastronomía
Varias creperías se alinean en las estrechas calles de la ciudad vieja, pero también hay comida con un giro más contemporáneo, que a menudo juguetean con el vocabulario culinario de Bretaña. Nos dirigimos al Café Bretón (14, rue Nantaise; www.cafe-breton.fr), donde hay mesas antiguas disparejas bajo un techo de madera expuesta.
El menú se ubica entre la cocina francesa clásica y la nueva de Brooklyn: confit de mejilla de cerdo con reducción balsámica al caramelo, tarta de ostión coronada con una roulade de apio, manzanas Granny Smith y curry. La cena empieza con un kir Bretón, unas gotas de crema de grosellas negras en una copa de sidra de producción local. El clima frío en Bretaña es más favorable para las manzanas que para las uvas; las botellas ácidas y no tan dulces de sidra fuerte están en casi todos los menús aquí.
El arte
La escena cultural en Rennes se basa en gran medida en los minifestivales que surgen casi todos los fines de semana, desde espectáculos de jazz improvisados hasta frecuentes festou-noz, tradicionales fiestas de danzas breizh con tintes celtas. (Un ejemplar de L’Agenda, disponible en las estaciones del metro, es útil por lo que enlista).
El más grande, sin embargo, es Transmusicales (www.lestrans.com), que mezcla grupos de renombre internacional (MIA fue el titular el año pasado); atrayendo a 30.000 amantes de la música para tres noches de conciertos dentro de cavernosos hangares adyacentes al aeropuerto, con espectáculos sucedáneos en los bares en St.-Michel.
Los amantes del arte tuvieron la edición 2012 de Les Ateliers de Rennes (www.lesateliersderennes.fr), una bienal de arte contemporáneo del 14 de septiembre al 9 de diciembre. “Por mucho tiempo, Rennes ha sido conocida como una ciudad donde la música es extremadamente importante”, dijo Marie Lemeltier, la coordinadora de comunicaciones y proyecto artístico en La Criee.
“Ahora se está convirtiendo en una ciudad que no solo gira en torno a la música, sino también la danza, el arte y el teatro”.