Fuleco invita a reflexionar
Este simpático armadillo puede convertirse en balón, lo cual resulta conveniente ya que su imagen representa la alegría del fútbol en el Mundial Brasil 2014. Pero también promueve la conciencia ambiental.
En agosto del 2012, un asustado armadillo llenó de sorpresa a una familia que lo encontró extraviado en el jardín de su casa, en la urbanización La Primavera (Cumbayá, Quito), según la prensa local.
El animalito fue capturado y entregado al Zoológico de Quito en Guayllabamba, tras lo cual fue reinsertado en la reserva Pululahua.
Tal mamífero podría ser el símbolo de la destrucción que dejó aquel verano de incendios en los bosques cercanos a la capital, porque según los biólogos que trataron el caso aquel armadillo llegó al sector urbano cuando escapaba del fuego que estaba acabando con su hábitat.
Estas pequeñas especies son las más afectadas por los destrozos que genera el ser humano (tales incendios fueron producidos por la irresponsabilidad del hombre), por lo cual la mascota del Mundial Brasil 2014, el armadillo Fuleco, debería tener una especial conexión con países como el Ecuador, donde los escenarios naturales se reducen debido a la deforestación, la ampliación de la franja agrícola, los incendios y el crecimiento urbano.
Imagen de la fiesta
El Tolypeutes tricinctus, conocido también como tatú bola, es un animal en peligro de extinción, pero durante la elección de la mascota del Mundial fue la criatura que sobrevivió ante el puma y al guacamayo, los otros animales que competían como candidatos para convertirse en símbolo del torneo.
La elección favoreció a este mamífero de América tropical de caparazón formado de placas óseas cubiertas por escamas movibles, estructura que le permite enrollarse para protegerse de amenazas.
Por primera vez, los hinchas pudieron escoger el nombre de la mascota oficial de una Copa del Mundo. Más de 1,7 millones de personas votaron durante más de tres meses entre las tres opciones propuestas: Fuleco, Zuzeco (azul y ecología) y Amijubi (amistad y júbilo), las cuales fueron el resultado de una preselección que involucró a 450 propuestas. Finalmente, el 26 de noviembre del 2012, la FIFA anunció que el primero ganó con el 48% de los sufragios online.
Según comunicó la FIFA, la mascota cuenta con buena popularidad, ya que una encuesta de seguimiento de marca refleja que el 89% de los brasileños ya la conoce y obtiene una puntuación de 7,3 sobre 10 en el rango de simpatía, sobre todo por la asociación que genera hacia la protección por la naturaleza.
Tal mensaje resulta oportuno al considerar que el año anterior Brasil registró el 28% de aumento en la deforestación que sufre su región amazónica, después de cuatro años seguidos a la baja, según el Proyecto de Monitoreo de la Selva Amazónica (Prodes) y el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE). El dato, que corresponde al periodo entre agosto del 2012 y julio del 2013, equivale a 5.843 km² de árboles cortados.
La propia FIFA sugiere alertas sobre tal depredación. Aunque curiosamente también ha anunciado que el torneo producirá en viajes aéreos el equivalente a 2,72 millones de toneladas de bióxido de carbono, gas que produce el efecto invernadero, cantidad equivalente al gas que emiten 560.000 automóviles en un año, según la calculadora del portal de la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU.
Por ello, la FIFA financiará la plantación de árboles para reducir las emisiones de carbono, además de ejecutar proyectos eólicos y la construcción de plantas hidroeléctricas, entre otras iniciativas.
El estadio verde
En medio de tal escenario, el armadillo Fuleco debe estar complacido con el Castelão (Fortaleza), el cual es el primer estadio de la Copa que ha sido declarado oficialmente verde, según el certificado internacional LEED (Leadership in Energy and Environmental Design).
Tal acreditación reconoce sus prácticas de construcción sustentable, eficiencia energética, calidad ambiental interna, empleo de materiales de bajo impacto medioambiental y fomento de la innovación.
Además, se adoptaron medidas para la reducción del 67,61% en el consumo de agua potable y se mejoró el transporte público con cuatro líneas de autobús al estadio que superan la frecuencia de 200 viajes diarios; y la instalación de un sistema de acondicionadores de aire que no emplean gases refrigerantes con CFC (clorofluorcarburos), sustancias que causan la destrucción de la capa de ozono.
Tales medidas proponen aliviar el impacto que provoca este evento, pero también motivar la conciencia ambiental en el mundo. Por ello el símbolo de Brasil 2014 es este simpático armadillo que, al verse amenazado, tiene la particularidad de convertirse en un sencillo balón.