El proceso creativo
Stanley Tucci, actor y director, lleva a la pantalla grande la historia de amistad entre el artista Alberto Giacometti y el escritor James Lord.
Se trata del quinto largometraje como director de Stanley Tucci (Nueva York, 1960). El arte de la amistad (Final Portrait) se basa en el libro Alberto Giacometti: Un retrato, escrito por James Lord, y cuenta cómo este posó para el escultor suizo en los 60. El resultado fue un retrato que fue revendido por más de $ 20 millones.
El director
La historia se desarrolla en París, en 1964, y el vínculo entre estos dos personajes es solo el comienzo de un relato en el que no solo se cuenta cómo creció la amistad entre dos personas bastante diferentes entre sí, sino que la película aprovecha este encuentro para reflexionar sobre la creación, la belleza, la frustración del artista.
“Giacometti fue uno de los artistas más elocuentes de su tiempo, era increíblemente divertido y tenía un gran sentido de la ironía. Escribí esta película hace diez años, o más. Siempre estoy interesado en el proceso creativo: por qué haces lo que haces como artista, y también la relación del artista con su trabajo y con la sociedad. Ese proceso creativo está muy bien descrito por Lord y por Giacometti en este pequeño libro. Podría decirse que es uno de los mejores libros escritos sobre el proceso creativo y creo que para cualquiera, en cualquier forma artística, debería ser como una Biblia”, resaltó Tucci.
El realizador, quien reconoce que Giacometti es uno de sus artistas más admirados, consigue que ese respeto y fascinación por su obra y su figura se paseen en toda la película. “Fue uno de los artistas más elocuentes de su tiempo. Él también era increíblemente divertido; tenía un gran sentido de la ironía”.
Stanley Tucci lleva décadas haciendo personajes de los llamados “robaplanos”. Lo recordamos en Los juegos del hambre, El diablo viste a la moda. “He vivido demasiado tiempo en Nueva York, y la ciudad está marcada por el recuerdo de mi primera esposa. Felicity trabaja en Londres y es un buen sitio para vivir, especialmente ahora, con lo que ocurre en Estados Unidos”, asegura.
De aquella época solo le quedaba un proyecto pendiente –El arte de la amistad–, pero lo vio materializado durante su estreno en la Berlinale de 2017. Hace más de una década, Tucci leyó el libro del escritor y crítico de arte James Lord, biógrafo de artistas como Picasso. “Me cedió los derechos del libro e incluso leyó el primer guion. Conté con su bendición”, declaró Tucci.
En la pantalla la amistad de Giacometti y Lord es retratada con el humor que imprimían a sus conversaciones. A Giacometti le daba igual el dinero –que ganaba por montones porque entonces ya era una estrella del arte– y vivía obsesionado con una prostituta para desesperación de su esposa. También le traía por la calle de la amargura que su estilo estuviera devorando su alma como artista. Por eso lucha, más que pinta, contra el retrato. “La película no quiere mostrar a un Giacometti santo, sino a un ser humano lleno de contradicciones, al que solo parece soportar su hermano, pero repleto de talento. En realidad, me gusta que El arte de la amistad reflexione sobre el proceso de creación. Los tiempos de la pintura y los fílmicos son muy distintos”, dijo Stanley.
Los actores
El actor Armie Hammer (Call me by your name) encarna al escritor y en declaraciones a la prensa explicaba cómo había sido trabajar frente a Geoffrey Rush (quien da vida a Alberto Giacometti). “La experiencia de trabajar con Geoffrey como actor... es como tener que jugar al tenis con alguien que es mucho mejor que tú. Alguien que durante el partido eleva tu propio juego. Yo interpreto a un hombre que se sienta ante uno de sus ídolos, abrumado por verle pintar, así que todo lo que he tenido que hacer es sentarme delante de uno de mis ídolos y dejarme abrumar por su forma de actuar. Eso fue realmente fácil”.
En el libro Giacometti pidió que le permitiera hacerle un retrato. James Lord, halagado por el ofrecimiento le dijo que sí, convencido de que sería un proceso muy corto de uno o dos días que, sin embargo, se convirtió en un recorrido más largo (18 días) y mucho más profundo de lo esperado. “Me interesa el proceso creativo y también la relación del artista con su trabajo y con la sociedad”, dijo Hammer.
Para el veterano actor australiano Geoffrey Rush, quien compone en El arte de la amistad un personaje pasional y lleno de humor, fue un proyecto que lo atrapó de inmediato. “Me atrajo rápidamente, ya que había leído la novela. Lord marcó las sesiones que hizo para un retrato en particular. Giacometti era un artista impulsivo y díscolo, y Lord era un analista de arte de la costa este de los Estados Unidos, así que había un hermoso yin y yang entre los dos. La gente está entusiasmada con la película: creen que es encantadora y caprichosa, y divertida y conmovedora. ¡Y, por supuesto, estas son las palabras que a todos les gusta escuchar!”. (A. C. J.)
LOS ARTISTAS
Fascinado desde niño por la mirada, para él la esencia de la vida humana, el artista suizo Alberto Giacometti (1901-1966) fue uno de los más influyentes y cotizados del siglo XX –su figura en bronce L’Homme au doigt (El hombre que señala, 1947) fue subastada en 2015 por $ 141,3 millones, récord histórico en esculturas–, opinaba que la única forma de abordar una obra es convencerse de que terminarla es imposible (“la gran verdad es que cuanto más trabajas en una pieza más sabes que nunca la culminarás”). También añadía que solo existe un “verdadero color”, el gris, y que todo artista está condenado a una profunda soledad, ante la cual la única defensa es actuar como un niño”.
Para los críticos, el artista representó como nadie la soledad y el aislamiento del ser humano en el siglo XX. Sus típicas esculturas de una delgadez extrema son muy reconocibles y admiradas como una excelente vuelta al arte figurativo. historia-arte.com
Los entendidos dicen que no se puede escribir sobre las vidas de muchos de los grandes artistas o los vividores del siglo XX sin citar a James Lord (1922 - 2009). En sus crónicas puso en relieve a Dora Maar, la cuarta mujer de Picasso, a Giacometti o a Balthus; un jovencísimo Lucian Freud, Buñuel, Dalí, Hemingway, Poulenc y tantos otros, porque en el París que va de los treinta a los sesenta estaba prácticamente todo el mundo, de paso o viviendo allí largas temporadas.
“Lord tuvo suerte. La época fue rica en grandes personajes. Había, además, mucho menos riesgo de vulnerar la intimidad, con lo cual el tipo entró por la puerta grande: Picasso se la abrió desde el primer día, en pijama o en calzoncillos. Los chismes aún corrían de boca en boca, a un paso comprensible para la mente humana. Y parece que sí, que París era una fiesta”, cita elpais.com.
Fuentes: rollingstone.com, agencias e internet.