‘Robotnostalgia’
¿Es un nostálgico empedernido? Entonces la cita es el próximo 6 de marzo con el estreno de Mazinger Z Infinity, la película. Los seguidores del anime japonés preparan su artillería.
La humanidad se encuentra una vez más en peligro de caer en las garras del malvado científico Dr. Hell. Entonces, Koji Kabuto, a bordo de Mazinger Z y, con la ayuda de sus amigos del Instituto de Investigaciones Fotónicas, frustró las ambiciones del Dr. Hell y devolvió la paz al mundo. Luego de diez años, Koji ahora es científico y se encuentra en una gigantesca estructura enterrada en las profundidades del Monte Fuji, junto con una misteriosa indicación de la vida... Nuevos encuentros, nuevas amenazas –incluyendo los engendros mecánicos– y un nuevo destino aguardan a la humanidad.
Es la trama de Mazinger Z Infinity, película dirigida por Junji Shimizu, estrenada en varios países para celebrar el 45 aniversario de la serie de televisión y cómic y el 50 aniversario del debut de su creador Kiyoshi Nagai, más conocido como Go Nagai, un mangaka, guionista de ciencia ficción, terror, fantasía y erotismo, reconocido como un gran innovador del género japonés de manga.
Las raíces del alfabeto japonés ‘ma’ (demonio), y jin (dios) fueron unidas conservando la sílaba final del nombre ‘energer’ original, resultando el nombre de Mazinger Z (Máchinga en japonés). Con este nombre le confiere al robot una doble faceta: puede ser un benefactor o un destructor, un dios o un demonio. Y la película llegará así, con la decisión de Koji de ser malo o bueno.
Desde su fama en los años 70 saltando del papel a la televisión se convirtió en una poderosísima fuente de inspiración para todo lo que vendría después teniendo como protagonistas a robots pilotados por personas y de ahí a películas como Macross, Evangelion, Transformers y hasta Pacific Rim. De hecho, el mismo Guillermo del Toro ha afirmado que su inspiración, cuando dirigió la primera entrega de Pacific Rim, fue Mazinger.
El mensaje del filme animado es ecológico, ya que aboga por la sostenibilidad, las posibilidades que brinda la inteligencia artificial y la aplicación de una energía limpia. Para quienes han visto el filme opinan cuan entretenida es y que alimentará la nostalgia, pero que no esperen un despliegue tecnológico como se han visto en las nuevas películas sobre robots protagonistas. ¿La razón? Go Nagai quiere mantener su legado tal cual. Al menos así lo dicen dos entusiastas y coleccionistas guayaquileños del icónico robot. David Strasser López y Harvhey Maldonado Morán.
Strasser (45 años) se convirtió en coleccionista hace 15 años. “Toda la vida me gustó Mazinger Z. Vi la serie por televisión por primera vez en 1982. En el 2000 me regalaron un muñeco y comencé a coleccionar a Mazinger, pero hubo un incendio en mi casa y perdí las 50 figuras que había conseguido. Traté de recuperarlo, pero no pude y decidí no coleccionar más. Pasó el tiempo y un compañero me regaló un muñeco de Linterna Verde y regresé a mi afición”.
Maldonado (42 años) lleva 20 años llenando sus escaparates. “Recuerdo que el único muñeco jumbo que lo trajo almacenes Pica y Fierro. Cuando por el año de 1990 empezaron a llegar los primeros robot Bandai a Ecuador, quise acceder a ellos y al cumplir los 22 años ya trabajaba y pude comprar mi primer Mazinger, pero yo quería más”.
Para Harvhey es un mercado que se ha creado especialmente en España, Italia, en Japón donde existen grandes escultores. “Poseo versiones customizadas (personalizadas) hechas con resina por lo que tienen más valor. Somos pocos los afortunados que las tenemos. Mi colección está orientada a los enemigos de Mazinger que casi no se los puede conseguir. Busco escultores ecuatorianos y de otras partes para que hagan las figuras y comprarlas”, resalta orgulloso.
¿Qué significa ser aficionado a Mazinger? Para Harvhey es nostalgia, “de una época de mi infancia de esperar ansioso y sentarme frente a la TV para ver un capítulo. Es un nexo que existe entre mi edad madura con mi niñez”.
David hace comparaciones. “Si vemos las caricaturas actuales no tienen los mensajes que tenía Mazinger. Si bien es cierto la lucha entre el bien y el mal siguen allí, pero la lección final de Mazinger Z era de amor, de paz, de unión. Era una serie que transmitía valores”.
¿Mazinger ha marcado su vida? “El día del estreno de la película es casi seguro que todos los cuarentones vayan con sus hijos, es una forma de transmitir ese cariño hacia ese robot que nos marcó. Mi esposa (tiene 20 años de casado) me reclamaba de porqué me gasto $ 200 en una figura, pero al final, ella fue ‘bajando la guardia’ y se dio cuenta de que no se trataba de un simple adorno sino que me dedico a cada muñeco. Participo en eventos y complemento mi colección con mi trabajo, ya que soy publicista”, dice David.
Para Harvhey es un antes y un después. “Yo coleccionaba figuras de películas de terror, me gustan los icónicos carros basados en el cine (tuvo alrededor de 50). Adquirir todo eso se complica cuando te casas y formas una familia. Dejé esas colecciones para centrarme más en Mazinger. Se invierte mucho dinero en las piezas originales. A mis dos hijos les he enseñado que no son juguetes, que los pueden coger pero con cuidado”.
Toda colección necesita dedicación y cuidado y Mazinger no es la excepción y su fanatismo parece no tener límites y ellos tienen sus objetivos. “Quiero viajar a Japón y visitar el museo que existe en el pueblo natal de Go Nagai”, dice David, quien tiene 187 figuras de Mazinger Z en su colección. “¡Cuesta tener una buena colección!”.
Harvhey dedica 10 horas a la semana entre acomodar y también buscar novedades. “No busco algo nuevo, sino lo que ya salió y no se puede conseguir. En Latinoamérica, un amigo en Venezuela y yo somos los únicos que tenemos las naves enemigas de Mazinger.
Él suma unas 200 figuras de Mazinger, pero añadió otra al comprar la versión Mazinger Z Infinity, que la muestra con mucho orgullo. “Mi objetivo como fanático es ir a Barcelona y visitar la estatua de Mazinger de ocho metros que está en Tarragona (Barcelona, España)”.
Si va al estreno, de repente los verá sentados emocionados en su pilder, en la sala de cine.