Toni Erdmann?: ¿Qué nos hace felices??
La comedia alemana Toni Erdmann intenta explorar las máscaras, los revestimientos adquiridos en una sociedad obsesionada con el triunfo que a veces solo se lo relaciona con lo económico.
El Premio Nobel de Literatura en 1927, Henri Bergson, reflexionó: “Un hombre que se disfraza es una figura cómica. También lo es un hombre que parece haberse disfrazado. Por extensión, será cómico todo disfraz, no solo del hombre, sino también de la sociedad y hasta de la misma naturaleza”. Es lo que podría resumirse de Toni Erdmann (2016), el tercer largometraje de la alemana Maren Ade que causó tantas alabanzas por su paso por distintos festivales hasta el de Cannes, donde se estrenó mundialmente; algunos críticos la han catalogado como obra maestra. Fue la representante alemana en los recientes premios Óscar en la categoría mejor película extranjera, pero no logró obtenerlo.
En redes también causó revuelo, ya que todos sus seguidores la han recomendado como la imperdible del año. La comedia dura casi tres horas y recrea la difícil relación entre un padre y una hija, pero también sobre las reformas económicas neoliberales impuestas en Rumania. Los protagonistas, Peter Simonischek y Sandra Hüller, son los encargados de mostrar a Winfried (o Toni Erdmann), quien se reencuentra con Inés: él ha abandonado todo lo demás para centrarse en su carrera profesional, ha descubierto que ya no logra conectarse con ella como antes y ha tomado una drástica decisión para arreglarlo y también para intentar conseguir que ella vuelva a ser feliz.
“Para mí el humor no solo es hacer un chiste. Si escoges el humor como idioma lo puedes hacer de modos muy diferentes. El humor puede ser cínico, agresivo. O puede ayudarte a huir de una situación. O acercarte a alguien. Siempre hay una razón compleja detrás. Y tratamos de descubrir eso en la película”, explica Ade en una entrevista para RTVE.es
Winfried es un hombre peculiar que utilizará el absurdo como herramienta para desenvolverse en su día a día, creando un personaje que busca por todos los medios posibles, explorar las formas de comunicación, tratando de estrechar vínculos más cercanos con su hija ya adulta. Ella, en cambio, se presenta como una mujer que representa el perfil de un “tiburón empresarial” con disfunciones afectivas, que ya ha desconectado de la realidad ajena a su mundo laboral y que funciona de una forma más próxima a la de un robot, descuidando los aspectos emocionales y centrándose casi exclusivamente en su productividad. Allí es justo cuando Winfried cree percibir la infelicidad de Inés y decide quedarse en Bucarest, ponerse una peluca y una dentadura, y crear al personaje estrafalario e histriónico, y perseguir a su hija por toda la ciudad, como una terapia de choque.
Hace años, Ade asistió al estreno de una secuela de Austin Powers y le regalaron unos dientes postizos. Su padre se los quedó para bromear constante con ellos. Y ese es el origen de un personaje burlón, tierno e inolvidable, que se inspira en el antihumor del cómico estadounidense Andy Kauffmanz y su afición a crear personajes.
“Situamos la historia en Rumania porque la brecha entre ricos y pobres es más grande. Allí se ve el capitalismo que se apoderó de un país. Cuando cayó el comunismo el país se vendió al mejor postor, dolorosamente. Y muchísimas empresas alemanas y extranjeras entraron en el país. Me interesa mostrar como la jerarquías entre países continúa dentro de las empresas.
Y mostrar las actitudes de los alemanes cuando van al extranjero, diciendo a la gente qué es lo que tienen que hacer”, se refiere la cineasta alemana. (A.C.J.) (I)