Vistazo satírico a los ricos
Nosotros los Nobles es una película mexicana que retrata la vida de una familia que pasó de las comodidades a la pobreza. El filme se ha coronado como el más taquillero en la historia del cine de México.
“¿Por qué nos están quitando todo como en Venezuela?”, se lamentó Barbie Noble, una chica rica consentida, metida en un taxi para escapar con sus dos hermanos mientras la familia huye de una redada policial en su suntuosa mansión. Un fraude de negocios, todo el dinero se perdió, explicó su padre, girando desde el asiento del frente para dar la noticia a sus hijos veinteañeros que van encorvados en la parte posterior.
El atardecer va cayendo mientras su decrépito taxi rebota por esta ciudad y, desde la ventanilla, los muchachos Noble observan un collage de infortunio y decadencia: grafiti plasmado sobre muros de cemento que se desmoronan; vendedores agotados que empacan sus puestos de mercado; trabajadores cansados que caminan fatigosamente rumbo a casa sobre pavimentos llenos de baches.
Ese recorrido es el único momento serio en la farsa mexicana Nosotros los Nobles, un éxito cinematográfico aquí que inflige una contusión a cualquier sugerencia de que México pronto surgirá como un país de clase media. “Se tiene a unos pocos de élite que controlan todo”, dijo el director de la cinta y su principal guionista, Gaz Alazraki (35 años). “Estas pocas familias no han generado una buena asociación con el gobierno para que se desarrolle una clase media grande en México. Se tiene una gran división entre ricos y pobres, la cual se repite en Latinoamérica”.
Casi 6,5 millones de personas han visto Nosotros los Nobles, convirtiéndola en la cinta mexicana con mayor recaudación en taquilla en las salas de cine allí. Y sigue llegando a las salas de cine.
Pocas personas en este país se andan por las ramas sobre el hecho de que los ricos y pobres de México habitan mundos distintos, compartiendo poco más que un gusto por la comida tradicional y una perenne desilusión por su casi grandioso equipo de fútbol nacional. En la película, Alazraki ni siquiera les permite la misma comida.
Los personajes
De hecho, los muchachos Noble son tan ricos como siempre. Su padre, Germán, se siente consternado por su arrogancia ociosa y quiere enseñarles una lección, así que inventa una historia sobre haber perdido su compañía y los envía a buscar trabajo.
El hijo mayor, Javi, conduce un destartalado autobús por las calles de la Ciudad de México. La hija, Barbie, se pone un minivestido para servir mesas en una cantina, y el hijo menor, Charlie, se vuelve empleado de un banco.
Su guía hacia esta nueva vida es Lucho, el sobrino de su antigua niñera. Él despierta antes del amanecer para comprar comida en el enorme mercado de abasto de la ciudad, cocina en la cantina todo el día y luego ofrece banquetes para los ricos toda la noche.
Su agenda no sorprende a la mayoría de los mexicanos de clase trabajadora. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico reporta que los mexicanos trabajan más horas que cualquier otra nacionalidad sondeada.
La explicación más simple para el éxito de la cinta es que el público adora ver a los ricos humillados. Pero está en juego una dinámica más compleja en los matices de las capas múltiples de clase y percepción de México.
Alazraki admitió tener una ligera semejanza con los muchachos Noble. Como en la cinta, su padre, Carlos Alazraki, es un hombre que se forjó solo, habiendo construido una carrera como ejecutivo de publicidad. Alazraki hijo recordó cómo se enfureció cuando su padre anunció que no tendría un auto nuevo hasta que ingresara a la universidad.
“Le sucede a la mayoría de los padres que quieren dar a sus hijos todas las oportunidades que ellos no tuvieron para que nunca pasaran los apuros que ellos pasaron”, dijo, “sin realmente darse cuenta de que el carácter que forja la lucha es lo que ayuda a que uno sea exitoso”.
A la mitad de la universidad en México, buscó la transferencia a la Universidad del Sur de California, donde tomó cursos de cine y trabajó como interno en un estudio, aprendiendo lo que era ser un relativo don nadie. A diferencia de su círculo mexicano, sus amigos en Los Ángeles estaban tomando todo tipo de empleos raros para que les alcanzara el dinero.
Sátira social
Alazraki siempre supo que quería hacer una comedia, y basó Nosotros los Nobles en parte de un clásico mexicano de 1949 del exiliado cineasta español Luis Buñuel. También fue influenciado por las comedias estadounidenses. El viaje en taxi de los Noble fue sacado del viaje en autobús en el clásico estadounidense de 1934, It happened one night.
“Durante los años 30, la Gran Depresión erradicó a toda la clase media de Estados Unidos y las comedias que tuvieron el mayor impacto fueron las sátiras sociales que se burlaban de los ricos”, indicó. “Fue bastante claro para mí que ese era el cine que deberíamos estar haciendo en México”.