Terapias grupales: Y apoyo on-line
“La necesidad de encontrarnos y agruparnos por intereses y estilos de vida está en nuestro ADN. Y qué bien se siente cuando descubrimos que hay más locos como uno”.
No se trata de un método nuevo. La psicoterapia de grupo se aplica desde hace décadas como método para tratar traumas, adicciones y problemas de todo tipo. Tiene la ventaja de que fortalece nuestra relación con los otros, ayuda a combatir la ansiedad, la depresión y a superar las pérdidas y traumas.
Los grupos de apoyo, a diferencia de las terapias de grupo, llegan a aliviar síntomas pero no necesariamente a sanar. Lo dicen los expertos, quienes conducen estas terapias y logran resultados en sus pacientes combinándolas con terapias individuales.
Una noche, leyendo mensajes y comentarios publicados en Facebook, noté cierta semejanza con esas actividades vinculadas con la sanación. Al fin y al cabo, lo que todos buscamos es mejorar, sentirnos apoyados y superar obstáculos.
Pude notar que, con palabras amables y solidarias, los seguidores se las ingenian para levantar el ánimo a cualquiera. A ratos me sorprende lo bella que luce la vida virtual, donde los mensajes son más hermosos, las ideas más claras y los amigos se relacionan hasta con más frecuencia.
¿Será que las redes sociales, promotoras de encuentros, nos sirven también como terapia? Totalmente. La alegría de la madre que ve a su hijo al otro lado del mundo celebrando la Navidad es una emoción sanadora. Los comentarios que nuestros contactos nos escriben para calmar y animar son como abrazos físicos. No los pedimos con palabras, pero del otro lado, alguien lo interpreta y reacciona con cariño. A ratos pueden caer en cursilerías, pero son como son y caen preciso para las personas que buscan un apapacho.
Comentar sobre un problema personal en las redes sociales no es recomendable, según los estrategas en comunicación on-line, pero quienes se manejan con espontaneidad olvidan esos consejos y hablan sin tapujos. Es probable que se restrinjan más en el plano físico, pero esa es la magia del mundo virtual: se confunde lo invisible con lo anónimo, tal como puede ocurrir en la radio.
El chacotero sentimental, película chilena de 1999, basa su trama en historias reales que los radioescuchas contaron al aire en el programa que lleva el nombre de la película. Rumpy, el locutor, entremezcla preguntas con consejos y canciones. Hoy podrían hacerse miles de películas basadas en historias de Facebook, pues la curiosidad siempre buscará de donde nutrirse.
La necesidad de encontrarnos y agruparnos por intereses y estilos de vida está en nuestro ADN. Y qué bien se siente cuando descubrimos que hay más locos como uno, que otros tienen problemas similares, que alguien está viviendo una experiencia que uno ya tuvo y se lo puede aconsejar. O, por el contrario, qué reconfortante se siente recibir un consejo cuando no se sabe qué hacer. Así se trate de una simple receta de cocina.
Ver cómo estos grupos de ayuda que se han conformado naturalmente en las redes han servido a muchos a apaciguar la soledad y a sanar emociones puede relativizar la teoría de que las redes sociales nos afectan negativamente. Sin excesos y con una adecuada gestión, lo negativo puede volverse muy positivo. (O)