Canciones de lo real
Cifrando las esperanzas de un premio de la Academia, los productores de documentales contratan a reconocidos compositores e intérpretes.
Cuando el director Davis Guggenheim estaba concluyendo el documental An Inconvenient Truth, su equipo tuvo una idea: buscar que un cantante famoso escribiera una canción para la parte final de la cinta. Al Gore, la pieza central de la película, sugirió a Melissa Etheridge.
Guggenheim condujo hasta la casa de ella en el Valle de San Fernando y vio la película con ella en un televisor, recordó: “Al final, me dijo ? de manera muy amable?: Debería irse ahora. Necesito escribir una canción”.
Esa canción, I Need to Wake Up (Necesito despertar), fue seleccionada la mejor canción original en los Premios de la Academia de 2007. (La película ganó como el mejor documental.) Desde entonces, ninguna canción de un documental ha ganado el galardón. Pero no es porque no lo hayan intentado.
Para las cintas de no ficción, tradicionalmente ignoradas en los premios Óscar en todas las categorías salvo la de documentales, una canción ha significado un aumento del 100 por ciento en sus posibilidades de obtener un premio de la Academia.
Los motivos de los artistas son, quizá, otra cuestión. “He hablado con muchos otros compositores”, dijo el ganador del Emmy Joel Goodman, cuyos créditos incluyen las partituras de Being Elmo y An Honest Liar, “y estamos de acuerdo en que para algunas personas es como ‘Vayamos y ganemos el premio’”; especialmente para los artistas que han ganado todo excepto un Óscar. “Pero si eso despierta la conciencia del público, creo que es grandioso”.
El dinero definitivamente no es el atractivo. Ralph dijo que a él y a Sting no les pagaron por su trabajo en Jim, sobre el periodista James Foley, quien fue ejecutado por yihadistas del Estado Islámico en 2014. Ralph, especialista en partituras para documentales, ha estado nominado dos veces para el premio a mejor música original (Manta Ray, de Racing Extinction y Before My Time de Chasing Ice, realizada por Scarlett Johansson y Joshua Bell). Para Jim, dijo que él y Sting donaron su tiempo así como la canción. “Fue algo que quisimos hacer para ayudar”, dijo.
Sting coincidió. “Pienso que es una película muy importante”, dijo, “y mi apoyo se debió realmente a que quiero que más gente la vea”.
Cogan indicó que, en cualquier caso, el dinero no era suficiente para atraer a estrellas del nivel de Sting. “Tiene que haber afinidad por el tema, o no va a funcionar”.
Cuando Netflix estaba realizando Audrie & Daisy, Amos fue una opción obvia: ha trabajado con RAINN, siglas de Rape, Abuse & Incest National Network (Red Nacional sobre la Violación, el Abuso y el Incesto), desde 1994.
“Netflix me envió la película para que la viera y considerara si podía hacer la música”, dijo Amos, “pero después de verla me quedé por completo en silencio”.
Dijo que tuvo que verla de nuevo y hablar con los directores, quienes esperaban que su canción abordara temas en torno al internet, la vergüenza, incluso “la culpabilidad de las personas en las ciudades, las escuelas, la gente que no quiso involucrarse”.
Como la mayoría de las canciones para documentales, Flicker siempre estuvo destinada para sonar durante los créditos finales, dijo Amos, pero no como un bálsamo a las heridas emocionales de alguien.
“Dijimos: ‘Miren, la misión no es hacer que la gente se sienta mejor’”, recordó. “Es hacerles llorar y sentirse consternados y que se den cuenta de que alguien murió. Sé que es difícil de ver”.
Al escribir la música y letra para The Empty Chair, Ralph y Sting tuvieron otro objetivo. “Ambos nos sentimos devastados por la película”, dijo Ralph, “y yo dije, esta cinta necesita terminar con una canción de esperanza; o como lo expresó Sting, una canción “para ayudarles a ponerse los abrigos”. (E)