Herlinda González: Líder y artesana de tagua y toquilla
Herlinda González mantiene una tradición que está aún más vigente gracias a la declaración de la Unesco.
Esa mañana, como amaneció lloviendo, Dos Mangas luce más verde y oliendo a tierra fértil. Herlinda González Merejildo nació hace 54 años en Dos Mangas, siete kilómetros adentro de Manglaralto.
Ella está en su tienda y taller Diseños Artesanales Herlinda, donde labora junto con sus tres hijas y esposo. Cuenta que la sequía los condujo, en 1989, a la artesanía. Al principio, con el apoyo de la Fundación Pro Pueblo, comenzaron a trabajar la tagua que la institución se encargaba de comercializar.
Años después, Herlinda sintió curiosidad por averiguar cuál era el destino de la paja toquilla que procesada en la cercana comuna Barcelona partía en camiones hacia Azuay y Cañar.
En 1996 armaron viaje a Cuenca y descubrieron que tejían el sombrero Montecristi, conocido erróneamente como Panama Hat. Visitaron tiendas que vendían el sombrero más fino hasta en $ 1.200 y a los tejedores se lo compraban baratísimo. “Viendo eso dije: Nosotros también podemos enredar la paja toquilla y vender artesanías”. Ella –que sabía tejer a croché piola, pero no paja– empezó a hacer individuales, portacubiertos, servilleteros que gustaron a Pro Pueblo. Le encargaron un gran pedido, pero como no iba a poder entregar, empezó a trabajar con ocho madres solteras y viudas a las que les enseñó a tejer. “Pero detrás de cada mujer que aprendió estaba toda su familia, cada una multiplicó esa enseñanza”.
En 1999, Pro Pueblo envió a Herlinda a la Feria Internacional de Artesanía, en Lima, como agente vendedora de artesanías en paja toquilla, tagua, balsa, papel reciclado. Tuvo éxito y consiguió un cliente extranjero sin intermediarios. Durante algunos años le compraron carteras en paja toquilla. En el 2000, con 25 socias, conformaron la Asociación de Mujeres Artesanas Autóctonas de Dos Mangas. Pero la prosperidad artesanal se vino abajo con el atentado a las Torres Gemelas, en Nueva York. Desde entonces no han podido exportar artesanías. En esa lucha se encuentran con Herlinda a la cabeza.
Su otro frente de trabajo es su tienda taller familiar. Herlinda está alegre porque el 5 de diciembre del 2012, la Unesco declaró al tejido del sombrero de paja toquilla Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. “Nos sentimos orgullosas por trabajar con esta materia prima que nace en los toquillales y se procesa en nuestra tierra, y cuyo tejido se originó en Manabí y se desplazó a otras provincias”, expresa.
Cuenta que en el 2002 asistió a un encuentro de agricultores, tejedores y comerciantes, en el que tuvo que informar a un empresario cuencano que creía que en la Península no había artesanos que tejieran el sombrero Montecristi. “Ese tejido es muy fino y lo hacen tan solo unas pocas personas –dice con uno de esos bellísimos sombreros en su regazo–. Cuentan los veteranitos que el tejido de este sombrero es tan fino que hasta se lo podía llenar de agua y el líquido permanecía allí. Actualmente sí hay tejedores, en Barcelona hay dos ancianos –los hermanos Rodríguez Suárez–: uno ya está cieguito y el otro todavía teje, y en Dos Mangas, Isabel Rivera teje ese tipo de sombrero, ella nos está enseñando a las mujeres. Nosotros que hemos nacido en la cuna de la paja toquilla tratamos de rescatar el tejido. Vamos ver cuántas podrán hacerlo, porque es muy difícil. Yo he querido aprender, pero todavía no puedo –confiesa–. No es como el tejido normal, pero no me doy por vencida”.
Herlinda y las otras mujeres realizan sus artesanías en tejidos como el envuelto, en cruz, trenzado, pata de gallina, croché y el tejido sombrero que aseguran es propio de la comuna, con él hacen sus vistosos sombreros. En Dos Mangas hay sombreros y gorras, los más finos cuestan $ 25 y los sencillos hasta $ 8.