Art Basel 2013: Impresiones generales
Coleccionistas y galerías de arte se juntan una vez al año en esta feria que recoge arte moderno y contemporáneo, constituyéndose en una de las más prestigiosas e influyentes del mundo.
Cada año se inaugura en Basilea, Suiza (una de las ciudades más acaudaladas del mundo) la feria de arte Art Basel, en la que obras de artistas (entre jóvenes, establecidos y célebres) son portadas por el misterioso poder del intermediario y principal protagonista de ferias como esta: el galerista y su galería.
“¡Increíble! ¡Maravillosa!, pero sobre todo... importante!” se escucha al pasar por las diferentes secciones de la feria de arte en Basilea. Por supuesto, estos enaltecedores comentarios están hechos en inglés; el público al cual este evento se dirige es puramente internacional. Mientras que paralelamente en Zúrich sucedía el congreso anual de jóvenes historiadores de arte de la región germanohablante y se discutía sobre la pregunta “¿qué lenguaje debe hoy utilizar la historia de arte?”, en Basilea –a hora y media en tren de la capital suiza– se hablaba sin preocupaciones un inglés neutralizante, lleno de estereotipos sobre “lo bello, lo bueno y lo verdadero” que dicta una moda “globalista”.
El mercado del arte es para muchos un verdadero misterio. Stephanie Chalmers, visitante de la Art Basel este año, dijo no poder entender –a pesar de llevar quince años de trabajo en ventas– cómo se sostiene este mercado. Pero ya que responder a esta inquietud en este contexto es innecesario, a cambio se podrían hacer varias observaciones en cuanto a la realidad y virtualidad de un evento como este. Las asimetrías son grandes en Art Basel, empezando por el número de personas que visitan la feria (setenta mil) y las personas que compran y venden aquí (claramente un número mucho menor).
La instalación de Tadashi Kawamata, llamada Favela Café (un conjunto de pequeñas casas que recordarían a los suburbios más pobres a las orillas de las ciudades), causó una manifestación antimundo-del-arte por parte de estudiantes que “ocuparon” la instalación con una pancarta gigante que decía: “¡Respeten las favelas!”, lo que armó una pequeña pelea con policías suizos. A quien les escribe esto le recordó a la obra del guayaquileño Juan Carlos León y su incursión en el espacio urbano en el 2005-2006 con casas de caña en miniatura a los pies de Bolívar y San Martín.
El precio por formar parte del grupo de galerías que integran la feria ha llevado a la quiebra a algunos locales (galería Traversée, de Múnich, por ejemplo), debido a que las ventas no habrían compensado dichos gastos de renta. Hay artistas, como el coreano Kimsooja, el chileno Alfredo Jaar o el hindú Anish Kapoor, que han sido representados este año por tres galerías diferentes, mientras que una joven artista sobre la Plaza de la Feria (Messeplatz) protesta posando con su camiseta en la que se puede leer “El mundo del arte es un circo”.
Pero la otra cara de la moneda es la inspiradora: jóvenes galeristas como Raphael Oberhuber –hijo de Rosemarie Schönfelder, de la galería vienesa Nächst St. Stephan–, quien explica que muchas veces su profesión es malentendida, pues al hablar de artistas y de sus obras, eso se hace con ímpetu genuino.
Oberhuber reconoce así que la relación personal entre sí y los artistas que representa la galería influye sobre todo a la hora de describir y lograr cierta empatía con la obra para quien visite la muestra. “Me he visto a mí mismo dentro de toda clase de situaciones con clientes, en las que debo decir lo que ellos quieren escuchar, pero espero siempre ser honesto acerca de la calidad de los trabajos que intermedio”, cuenta Oberhuber.
Recorridos
A pesar de todo, Art Basel crece un poco cada año, este 2013 en un 20%. Ya no cabe en sus dos áreas de exposición, sino en un edificio de la escuela de manufacturas y demás parcours (recorridos, en francés) que pueden hacerse a través de la ciudad. Art Basel tiene sede en Hong Kong y en Miami; en esta última también se fundó Design Miami Basel, una feria paralela a la de arte en la que se exhiben desde nuevos proyectos de diseño de muebles, bisutería, espejos, revistas y autos hasta piezas clásicas de décadas anteriores.
Design Miami en Basilea está situada dentro del nuevo pabellón construido por los célebres arquitectos suizos Herzog & De Meuron. Dichas estructuras conectan a los dos primeros pabellones de la Art Basel con una fachada que en el centro instala una abertura circular hacia el cielo, mientras que debajo cruza el tranvía entre los dos edificios.
Herzog & De Meuron comentan sobre la construcción como una búsqueda para grandes pabellones de exposición, que en principio deben ser rectangulares y de medidas gigantes, para que dejen de verse como “cajas multiuso”.
Sobre todo Basilea, que es tan pequeña, no puede verse invadida por arquitectura provisional y sin función estética en relación con el resto de la ciudad. Marianne Goebl llama al trabajo de este buró de arquitectos un espacio para un “estado del arte” (entiéndase de manera social o sustancial).
Ilimitado
Gianni Jetzer, el curador a cargo de la megamuestra Unlimited (Ilimitado), paralela a Design Miami y al pabellón principal donde el display de las obras es tradicionalmente expuesto según el espacio otorgado a cada galería, presenta un proyecto ciertamente interesante no solo en contenido, sino como formato: Unlimited representa un mismo concepto cada año, la selección es diferente. Unlimited es un grupo de obras que Jetzer escoge por las ambiciosas dimensiones que la conforman, no sin olvidar de presentar a la galería como representante: el artista libanés-neoyorquino Walid Raad, representado por la galería Paula Cooper en Nueva York y Sfeir-Semler en Beirut; el japonés Chiharu Shiota, por la galería parisina Daniel Templon; el alemán Wolfgang Laib, representado por la galería Thaddeus Ropac, de Salzburgo, Austria.
Como curador –aquel que se encarga de hacer una relación justa y/o necesaria entre las obras– Jetzer tiene una tarea entre marchante y crítico: la exposición pareciera lista para ser transportada al espacio museológico.
Sin duda, algunas de las obras se verán en un futuro cercano en un museo en una ciudad en medio de otro concepto curatorial. Una de las tantas obras vistas en Unlimited es la “casa desorientada”, del colombiano Mateo López. Esta instalación es un módulo de plywood inhabitable en forma de cubo; una pequeña casa flotante que informa acerca de experiencias inmateriales entre viajes desde Colombia a Canadá y viceversa.
López construye este cubo –representado por la galería Casa Riegner– a partir del deseo de construir y diseñar su propia casa sin la necesidad de poseer tierras, pero con estructuras, objetos utilitarios y piezas mobiliarias que llenen necesidades personales.
La casa desorientada pareciera “mal parqueada” dentro de Unlimited, lo cual resulta refrescante, así como el performance de Amalia Pica, Strangers (Extraños), durante el cual dos personas sostienen durante horas unas simples guirnaldas de colores regadas sobre el piso, como si estuviesen a punto de organizar o desmontar una fiesta.
Pica, artista argentina representada en Art Basel por las galerías Foxx en Los Ángeles y Herald St. en Londres, comenta con este acto elíptico las estructuras de rituales en general, las cuales reúnen por una causa común a un montón de desconocidos a compartir una intimidad fortuita.