Cielo de silencios
Teatro del Cielo presenta Lautaro, la obra final de su taller de mimo corporal dramático, dirigida por Martín Peña y coproducida por el Teatro Sánchez Aguilar.
Aunque el hombre se vale de las palabras para comunicarse, Martín Peña se expresa mejor con el cuerpo. El actor cuencano ha convertido cada movimiento de sus extremidades y cada chispa de su mirada en sus sílabas, en sus palabras, en sus interrogantes y exclamaciones.
Martín junto con Yanet Gómez son fundadores de Teatro del Cielo, compañía de mimo corporal dramático. Pero su intención no es apropiarse de este lenguaje. Necesitan conversar con el mundo, pero las palabras, asegura Martín, no siempre lo hacen sentir tan poderoso como cuando está en escena.
Durante la primera mitad de este año, esta pareja de mimos invitó a los interesados en aprender su idioma a entrenar en un taller dentro del Teatro Sánchez Aguilar. Sin guion y, en muchas ocasiones, “a ciegas”, como explica Martín, la pieza fue construyéndose con composiciones independientes que luego fueron “cortadas y pegadas” hasta desembocar en la historia de Lautaro.
En este espectáculo de 60 minutos, que podrá verse esta noche y el siguiente fin de semana, los 25 actores en escena revelarán al público el resultado del juego de creación y experimentación al que se sometieron en estos últimos meses.
El protagonista, Lautaro (David Saavedra), es un hombre cuya vida triste y solitaria se acerca a su fin. Sus herederos lo saben y quieren apoderarse de sus bienes materiales. En este objetivo, cualquier artimaña es válida.
Sin embargo, Martín quiere que su público viaje más allá de esta trama. “El tema de la herencia de este hombre moribundo es solo una excusa”, afirma Peña. “Mi concepción del espectáculo no es un conflicto social; es un hombre frente a sus propios demonios. Todos los personajes están en su mente y es más bien un acto de liberación, de Lautaro, y también a nivel personal”.
“Todas las piezas artísticas encierran su propio misterio. Pero, dentro de este enigma, también hay oportunidad de que el espectador vuele con su fantasía”, continúa. “Hay momentos en los que el espectador entrará en espacios etéreos. Quiero decir algo, pero más que lo entiendan, quiero que lo sientan”.
El resto del elenco: Daniel Cueva, Luisa Cuesta, Rommel Tocto, Lyanne Silva, Marla Garzón, Andrés Otero, Frances Swett, Luis Espinel, Katerina Velásquez, Mariuxi Navarro, Ángela Célleri, Francisco Aguiñaga, Kristel Cruz, Andrés Caballero, Mirella Cercado, Fernando Loor, Nacho Cheddar, Michy Zelaya, Irina Paladines, Eddy Banchón, Luis Aguilar, Ángel Oñate, Giullia Sarmiento y Yohanna Franco.
Todos humanos que sobre el escenario se transforman en esculturas en movimiento. La técnica del mimo corporal dramático es rígida, sólida y precisa (como estas figuras de piedra), comenta Martín. Entonces, el reto que asume cada actor es conseguir visibilizar sus emociones a través de esta apariencia artificial.
“Para los actores que venimos del realismo psicológico ha sido un cambio total. El tratar de encontrar la naturalidad dentro de la rigidez”, comenta Francisco Aguiñaga. “Este ha sido un gran desafío para mí. Me ha llevado a estirar mi pensamiento, mi imaginación y creatividad a un lugar donde nunca pensé que podría llegar, y todavía me falta, sigo siendo una aprendiz”, expresa Frances Swett.
La escenografía es escasa. Y los pocos elementos a la vista del espectador seguramente tendrán un uso totalmente alejado al que tienen en el mundo real. El esplendor del espectáculo está en los actores, en su vestuario y en su maquillaje, que no se limita a un fin estético. Cada característica y rasgo físico está vinculado a la situación dramática del personaje. Todo al compás de música y luces.
“Lo concibo como una gran pieza de arte visual. No basta con describir un conflicto, quiero crear sensaciones en el espectador, a través de todo el ambiente dramático, a través del músculo. Claro que usamos palabras, pero tras ellas se esconde algo mucho más grande. Mucho más importante que la actitud vocal es la actitud y la intención muscular”.
Por todo el mundo
Martín Peña y Yanet Gómez crearon Teatro del Cielo en el 2004. Ambos estudiaron en la Escuela Internacional de Mimo Corporal en Londres, Inglaterra. En esta ciudad actuaron en el espectáculo teatral The Inventor of the Horse. Yanet es, además, graduada de la Escuela Nacional de Arte de La Habana, Cuba. En más de una década de trabajo han sido invitados para presentar sus piezas teatrales y participar de conferencias en Europa, el Caribe, Medio Oriente y varios países de América Latina.
Al finalizar las presentaciones de Lautaro, Yanet y Martín intervendrán en el Festival Internacional de Mimo en Puerto Rico. Y, además, están en la preproducción de su próximo espectáculo. “Tenemos esta necesidad de continuar creando y decidimos diseñar algo nuevo, más pequeño, solo con cinco actores”, detalla Martín. Teatro del Cielo participará también en el Festival de la Casa de la Cultura en agosto. “Creemos que se ha sembrado una semilla, que hay un interés bastante grande y queremos desarrollarlo”.
Esta es la única manera en que Martín y Yanet pueden continuar expresándose, liberándose, existiendo. Y en cada estallido tocar la sensibilidad de su público con un poder mayor al de las palabras. (D.L.A.) (E)
lanzamiento
Sus apuntes siempre fueron personales. Martín escribía para ordenar sus propias ideas. Pero la falta de información sobre la actividad del Teatro del Cielo lo motivó a revelarlos. El proyecto comenzó en el 2010 y hoy está listo: Raíz y Proyección del Pensamiento Corporal.
“Noté que han encasillado al Teatro del Cielo en un lenguaje inclasificable. Hay preguntas porque no es danza, no es pantomima, no es teatro convencional, pero para mí es la base de un nuevo teatro”, dice Peña.
El libro tiene 200 páginas. En el lobby del Teatro Sánchez Aguilar se instalará un punto de venta de esta publicación que tendrá un costo de $ 20. teatrodelcielo@gmail.com
Más detalles: Las funciones serán esta noche a las 19:30; el 26 y 27 de junio a las 20:30, y el domingo 28 a las 19:30. Entrada: $ 22.