Diarios de Eduardo Solá Franco se reúnen en nueva publicación
Los voluminosos diarios del artista guayaquileño Eduardo Solá Franco se exponen en esta colección de cuatro tomos que celebra el centenario de su nacimiento. Se presentarán este miércoles en el Teatro Centro de Arte.
Nadie quiere morir. Todo ser humano lleva impregnado en su naturaleza el deseo de la inmortalidad. Y quizás sean los artistas, quizás por su sensibilidad, quienes escuchan tictaquear el reloj con más fuerza en las orejas, a veces a un volumen ensordecedor.
En ese apresurarse contra la muerte cada quien se aferra a su talento: unos escriben, otros componen, algunos actúan; Eduardo Solá Franco pintó su vida.
A sus 19 años, el artista guayaquileño (1915-1996) comenzó un diario ilustrado (que terminó extendiéndose en catorce cuadernos, producidos entre 1935 y 1988) en el que dibujó los lugares y personajes que componían sus momentos. ¿Era su manera de mantenerlos con vida? ¿Y a él mismo?
Cada imagen transmite una fuerte carga emocional impuesta por el propio artista (muchas veces escrita en los márgenes de la página). Solá también se preocupó por representar su mundo interior, sus estados de ánimo. El título que le dio a sus cuadernos: My book of pleasure (Mi libro del placer) muestra claramente la visión positiva y festiva en sus primeros años. En las siguientes páginas, décadas más adelante, agregaría interrogantes a su título.
No fue el primer artista, ni el único, en llevar un trabajo de este tipo. Los diarios de la mexicana Frida Kahlo se publicaron en 1995. Sin embargo, en opinión de James Olles, profesor de Arte en Wellesley College y quien escribe el prólogo del primer tomo, el diario de Solá destaca por su volumen.
“Escribir un diario es algo habitual, pero empresas tan visualmente creativas como esta son poco frecuentes, y rara vez duran tanto tiempo. Los pocos ejemplos contemporáneos que conozco son mucho más breves”, comenta Olles.
El de Frida, añade (el cual califica más como una colección de dibujos y textos recopilados intermitentemente, que como un relato cronológico), tiene solo unas 170 páginas. “El vibrante registro visual de Solá Franco se puede considerar único; a su lado, los álbumes de fotos resultan bastante aburridos”, puede leerse en el prólogo.
Juan Castro y Velázquez, crítico de arte y curador, califica este trabajo de Solá como hito en el arte ecuatoriano. “Esta extraordinaria recopilación que realizó Eduardo refleja su multifacética actividad artística: pintor, coreógrafo, cineasta, diseñador”, dice el también historiador.
De Francia a Guayaquil
Tras la muerte del artista en 1996, estos cuadernos, cumpliendo su voluntad, fueron legados a la Biblioteca Nacional de Francia. Este año ya fueron digitalizados y se puede acceder a ellos entrando al sitio gallica.bnf.fr y escribiendo en el motor de búsqueda “My book of pleasure”.
Sin embargo, es la primera vez que estarán disponibles en su totalidad, de forma impresa, y con un marco narrativo, en su ciudad natal. Se estima que sus catorce diarios reúnen 3.300 imágenes creadas desde sus 19 hasta sus 72 años. Solá falleció en Santiago de Chile a los 80.
Como acertadamente interpreta Olles en su texto: “Uno se lo puede imaginar andando por las calles, tumbado sobre una toalla en la playa, apoyado contra la pared en la inauguración de una galería, sentado en la terraza de un café, desplomado en el cómodo sillón de un salón lujosamente amueblado... y sacando el cuaderno del bolsillo, captando velozmente el momento con acuarelas que llevaba en un kit de viaje, y anotando la escena...”.
El proyecto editorial
Guayaquil había visto brevemente los diarios de Solá. La muestra panorámica de su obra titulada El teatro de los afectos, exhibida en el Museo Municipal en 2010, los mostró digitalmente a sus visitantes. También el libro, que se presentó en julio de ese mismo año, contenía una reducida selección de los diarios. “Pero el pequeño formato de presentación no era el más deseable”, comenta Rodolfo Kronfle Chambers, autor y editor de esta nueva publicación.
“Desde entonces ya pensaba que esta extraordinaria obra merecía un análisis dedicado y hace dos años, viendo que se avecinaba el centenario del nacimiento del artista, decidimos junto con Eliana Hidalgo trabajar en una publicación que contenga de manera íntegra los catorce volúmenes de los diarios. Así cumplíamos un viejo anhelo del artista”.
Eliana Hidalgo Vilaseca, quien está acreditada como coordinadora editorial, apoyó esta iniciativa bajo su propio sello editorial Eacheve. “En Ecuador no hay editoriales dedicadas a producir libros de arte de primer nivel, con estándares internacionales de diseño, fotografía, impresión y rigor académico. Con este libro inicio un proyecto de publicaciones que espero que contribuyan a un campo tan abandonado como el de la historia del arte de Ecuador”, dice Eliana.
La gestión para acceder al trabajo de Solá se inició con Luis Savinovich, albacea testamentario del artista, quien autorizó la reproducción de sus diarios.
El financiamiento para esta obra, explica Hidalgo, se alcanzó por iniciativa del sector privado. “Y me gusta pensar que los empresarios pueden y deben apoyar a la cultura como lo hacen en tantos países”, comenta.
Reconocimiento en Brasil
Este mes, la obra de Solá (con sus diarios) se exhibirá también en la décima edición de la Bienal de Mercosur, en Porto Alegre, que se extenderá hasta noviembre.
“Este honor, desde perspectivas académicas actuales y en diálogo con artistas contemporáneos, no ha sido rendido a ningún otro autor local del periodo moderno”, expresa Kronfle. “La publicación de los diarios es un aporte inmenso al estudio de su obra, ya que son, en definitiva, la llave maestra para entender cómo las experiencias de vida del artista modelaron toda su creación”.
Así parece cumplirse un anhelo secreto del artista, lo que su naturaleza le exigía: trascender, más allá de su vida terrestre, a través de su obra. “Él cuenta que comenzó a producir estos diarios por sugerencia de su padre, a partir de su primer viaje solo a los 19 años. Resulta interesante que aquella sugerencia conecte con inquietudes mayores del artista como son el recuerdo y la memoria”, dice Kronfle. También, sus diarios, siguen siendo su tarjeta de presentación para las nuevas generaciones que se acercan a su obra. (I)
Presentación en el teatro centro de arte
La publicación tiene 4 tomos. El primero incluye sus primeros cuatro diarios, del periodo de 1935 a 1942. El segundo libro, los diarios 5, 6 y 7, desde 1942 hasta 1952. El tercero continúa con ilustraciones creadas entre 1952 y 1966. El último tomo refleja los apuntes y dibujos finales del artista hasta 1988. El diario 12 le fue robado y Solá lo reprodujo de memoria. Lo bautizó como 12-B.
¿Sobre qué dibujaba Solá? Rodolfo Kronfle se planteó clasificar sus ilustraciones. “Esto para poder establecer, con certeza estadística, qué tipo de asuntos privilegiaba el artista. Logré reducirlo a 30 etiquetas que se agrupan bajo 5 grandes asuntos: una descripción de la esfera cultural que lo rodeaba y de su propia obra, los avatares de su vida social y afectiva, sus viajes y veraneos, y un conjunto de señas particulares que tienen que ver con sus estados de ánimo, su formación, sus lazos familiares, su ideología, su vida espiritual y sus quebrantos de salud”, detalla.
Y aunque se lograron agrupar estos temas, Kronfle cree que su obra supera cualquier etiqueta. “La riqueza de la pintura de Solá desafía una categorización clara y concluyente, por lo que cuando debo describirlo enfatizo que era un artista figurativo-narrativo como algo muy general. Su trabajo es heterogéneo, por ello hay que hablar más de sus preocupaciones y no solamente de rasgos formales”.
Más: 21 de octubre, Teatro Centro de Arte (sala experimental), 19:00. Entrada gratuita. La presentación estará a cargo de la académica, investigadora y curadora Guadalupe Álvarez, Los libros se venden en Tinta Café de Plaza Lagos a $ 120. Luego del evento, se encontrará en otras librerías.