Inspiraciones marinas
El océano ha sido un recurrente y lugar común en las obras de grandes pintores (y de reproducciones artesanales). No solo para demostrar su destreza manual, sino también para rectificar sus imaginarios.
Vincent Van Gogh
(1853-1890, Holanda)
Barcas de pesca cerca de Saintes-Maries, 1888. Durante el verano de 1888 Van Gogh se dedicó a visitar los alrededores de Arles para encontrar temas para sus obras. En Saintes-Maries encontró magníficos motivos naturales que protagonizó en algunos cuadros, entre ellos, la playa del Mediterráneo. Aquí unos barcos en mar adentro llamaron la atención de Vincent, quien puso su empeño en mostrarlos a lo lejos. Por eso resulta sorprendente la pincelada tan suelta, casi mancha, empleada para el resto de la escena.
Esos barquitos tienen los contornos perfectamente delimitados y la línea del horizonte, dividiendo la composición en dos partes, recuerda la Escuela paisajista del Barroco holandés, por la que Vincent sentía gran atracción. “Una noche fui a pasear junto al mar, a lo largo de la playa vacía. No era alegre, pero tampoco triste, era simplemente bello. El cielo azul profundo estaba abigarrado con algunas nubes de un azul más profundo que el azul cobalto intenso, y otras de azul más claro como el azul blanquecino de la Via Láctea”, escribió en una de sus cartas el pintor holandés a su hermano. Imagen tomada de la página del Museo Van Gogh de Holanda.
Michael Sowa
(1945, Alemania)
El Arca, 1996. ¿Recuerdan en el filme francés Amelie (2001), los dos cuadros que colgaban sobre la cama y las lámparas de la protagonista? Son obras de Michael Sowa, artista nacido en Berlín. Es famoso por su acentuado carácter surrealista con los animales como el motivo central de sus pinturas que se acercan perfectamente al imaginario del pintor: un viaje al humor negro en el que una colección de criaturas adoptan extraños personajes en lugares inesperados.
En El Arca, las formas y colores apagados en alta mar son el escenario de un humor absurdo, como si el autor quisiera que se invente un cuento.
Katsushika Hokusai
(1760-1849, Japón)
La gran ola en Kanagawa, 1829. Una ola a punto de romper, tras haber alcanzado el clímax y justo al borde del caos, sobre unas frágiles embarcaciones con el Monte Fuji al fondo, dotando a la pintura de una impresión de profundidad y, al tiempo, enmascarado él mismo como una última ola lejana.
Los científicos que estudian la mecánica de fluidos creen que se trata de la representación de una ola real, más concretamente de “una ola piramidal extrema en pleno volteo”. Esas embarcaciones se utilizaban para transportar capturas al mercado de Edo, la antigua Tokio. Por la línea de nieve del Monte Fuji, se supone que es a comienzos de la primavera.
CasparaDavid Friederich
(1774–1840, Alemania)
Luna saliendo sobre el mar, 1822. Friedrich pintó este óleo como pareja del Paisaje con un árbol solitario. Ambos fueron producto del encargo realizado por un importante coleccionista berlinés, el Cónsul Wilhelm Wagener. A la muerte de este, su colección pasó a ser propiedad de la Corona de Prusia, y constituye la base de la actual Galería Nacional de Berlín. Esta obra es concebida como contrapunto del Paisaje con un árbol solitario: aquel representa la mañana; este el ocaso.
Si en aquel se ofrece la naturaleza en su apogeo, en este el motivo central son las figuras humanas; a la riqueza cromática y viva de uno se opone la uniformidad de los tonos violetas y azules; en uno apreciamos una vasta panorámica de Bohemia; en otro, la costa báltica... El atuendo tradicional germánico que llevan los personajes de este óleo los identifica como revolucionarios.