Museo de Balenciaga

18 de Diciembre de 2011
  • Cristóbal Balenciaga (1895-1972) fue un prestigioso diseñador de modas español, considerado el creador del arte de la alta costura.
  • El diseñador español se inspiró concretamente en los trajes de las princesas de los retratos de Diego Velázquez, las mantillas de las señoras de Goya y las formas cubistas de Picasso. Vestido de crepé de seda negro y chou abrigo negro de gazar de seda (Colección invierno 1967).
  • Vestido de novia en satén, de color marfil y visón blanco, diseñado para la boda en Bruselas de Fabiola de Bélgica. Hecho en los talleres de Eisa en Madrid de 1960. La cola exaltaba la majestad real.
  • Balenciaga introdujo extraordinarias innovaciones que le permitieron evolucionar hacia una mayor simplicidad y pureza de formas.
  • El museo consagrado a Balenciaga se levanta junto al Palacio Aldamar (edificio rojo). Un gran pliegue en la fachada de aluminio negro convierte toda esa cara en puerta de acceso y anuncia un mundo interior de telas.
  • El museo consagrado a Balenciaga se levanta junto al Palacio Aldamar (edificio rojo). Un gran pliegue en la fachada de aluminio negro convierte toda esa cara en puerta de acceso y anuncia un mundo interior de telas.
  • El museo consagrado a Balenciaga se levanta junto al Palacio Aldamar (edificio rojo). Un gran pliegue en la fachada de aluminio negro convierte toda esa cara en puerta de acceso y anuncia un mundo interior de telas.
  • El museo consagrado a Balenciaga se levanta junto al Palacio Aldamar (edificio rojo). Un gran pliegue en la fachada de aluminio negro convierte toda esa cara en puerta de acceso y anuncia un mundo interior de telas.
  • El museo consagrado a Balenciaga se levanta junto al Palacio Aldamar (edificio rojo). Un gran pliegue en la fachada de aluminio negro convierte toda esa cara en puerta de acceso y anuncia un mundo interior de telas.
  • Vestido en shantung de color marfil con bordado erudito en hilo metálico dorado, entorchado sobre alma de seda y aplicación de lentejuelas de color nacarado dibujando motivos florales (1957).
  • Vestido de flores exhibido en la sala Balenciaga Esencial.
Alicia Ronquillo de Trujillo desde San Sebastián, España

Alguien lo calificó como El Picasso de la Moda, pero este legendario diseñador de Getaria es motivo de un resplandeciente museo que celebra sus icónicas creaciones.

Al llegar al Museo de Cristóbal Balenciaga, en Getaria, sorprende su estructura con aire oscuro, moderno y de tamaño imponente a la vez. Varias flechas que indican el camino hacia la entrada general de este  van acercándonos, en cambio, hacia el antiguo Palacio Aldamar (siglo XIX), que se deja bordear por la derecha hasta que en plena curva uno cae en cuenta de que el mar se asoma discreto. Una “Y cruel”, porque si se sigue el camino trazado uno se encuentra de frente con su objetivo, la fachada que da acceso al edificio, o bien podría disfrutar del pintoresco paisaje del pueblo con el mar de fondo que visto desde lo alto cautiva e invita a contemplarlo.

“París poseía un ambiente especial para la moda porque contaba con cientos de dedicados artesanos ocupados en elaborar botones, flores, plumas y toda la pasamanería de lujo que no podía encontrarse en ningún otro lugar”.
Cristóbal Balenciaga, sala Balenciaga Esencial

La cuestión es que en el edificio nuevo resalta una viga en la que se lee verticalmente Cristóbal Balenciaga Museoa (en euskara), mientras que a la derecha, en una de las puertas grabada en vidrio, una letra B en mayúsculas nos advierte en honor a quién se ha erigido esta singular obra arquitectónica.  Nada más y nada menos que para “El maestro de todos nosotros” habría dicho una vez más Christian Dior.

Historia

Cristóbal Balenciaga Eizaguirre (1895-1972) nació en Getaria, un pueblo de pescadores de la costa de Guipúzcoa, en el norte de España, a 25 km de San Sebastián. Su madre, Martina Eizaguirre, fue costurera y de su mano Balenciaga inició su carrera, ya que ella trabajaba para familias prominentes de la zona y puntualmente para  los marqueses de Casa Torres, propietarios del Palacio Aldamar.

Dio el salto como sastre en San Sebastián, ciudad en la que colaboró con diferentes casas de modas hasta que fundó la suya. Empezó la andadura de su negocio constituyendo una sociedad y disolviéndola; fundó una empresa, abrió sucursales, pero cuando todo empezaba a funcionar estalló la Guerra Civil Española. Se marchó a París y en 1937 lanzó su primera colección de alta costura en la Avenue George V de esa ciudad.

A partir de allí fue noticia ininterrumpida porque sus creaciones gozaban de admiración entre sus colegas y críticos de moda y por la lealtad sin tapujos de su principal clientela, la aristocracia europea. Al día de hoy el mundo del diseño reconoce entre sus aportaciones más significativas la línea barril (1946), los boleros bordados (1947), las mangas melón y las faldas globo (1950), la túnica (1955), el vestido saco (1957), el vestido baby doll (1958), así como los vestidos de novia y de noche que “construía”  hasta su retiro.

Inicio del recorrido

Mientras que el Palacio Aldamar ha sido remodelado para “habilitar exposiciones temporales y un centro de documentación”, es el museo inaugurado el 7 de junio del 2011 por la reina Sofía de España el que recibe a los visitantes a lo largo del año. Tanto la fachada frontal y posterior, interiorismo como la museografía del proyecto fueron desarrolladas por el equipo de AV62arquitectos. Dentro del museo, el color negro se evapora y es la luz que atraviesa los cristales del lugar la que da la bienvenida.

A la primera parada se llega a través de una rampa ubicada a la izquierda, la cual desemboca en una antesala que muestra una cronología que detalla los hitos más importantes del trabajo del diseñador durante sus 50 años de oficio. Varias fotografías impresas en blanco y negro acompañan las reseñas a las que cada uno pasa revista de acuerdo con su ritmo o tiempo. 

En una sala contigua se proyecta un documental a modo de introducción que acerca a los espectadores a la vida del modisto. Varios personajes del mundo del diseño, admiradores del legado de Balenciaga, comentan la influencia que el trabajo de este  ha dejado en ellos, como por ejemplo Emanuel Ungaro, para quien “Balenciaga estableció todas las premisas de la modernidad. Todo lo que vino después fue de algún modo la revolución de los años sesenta, se lo debemos a Balenciaga”.

Impacta  ver en una de las escenas cómo Balenciaga rompe con sus manos un vestido terminado, arranca las mangas de un tirón, seguro y confiado. Hubert de Givenchy, en sus comentarios, se refiere a Balenciaga como “el arquitecto de la alta costura”.

Directo a las salas

Visto lo anterior, se busca el ascensor para adentrarse en la primera de cinco salas de exposiciones que abren sus puertas con sensores inteligentes. El orden recomendado para la visita es el siguiente: Sala 1, Comienzos; Sala 2, Día; Sala 3, Coctel; Sala 4, Noche; Sala 5, Novias; y Sala 6, Balenciaga Esencial. 

Los ambientes son parecidos. Las voces de narradores rompen el silencio de cada estancia desde televisores que ocupan las paredes. El tamaño de estos varía y la atención de los visitantes también.

Mientras que algunos se acercan a las vitrinas a leer las leyendas que acompañan a cada uno de los trajes, otros se detienen ante el audio y video producido a partir de secuencias que exaltan los detalles y las innovaciones de cada vestido. Terminada la proyección el fundido a negro da paso al despliegue de color y formas que aguardan al fondo.

Encajes y lentejuelas, faldas amplias que unas veces empiezan marcando la cintura y en otras ocasiones ni la toman en cuenta lucen con suficiente espacio alrededor. Máximo se aprecian hasta tres vestidos en cada vitrina. La performance está pensada para ir integrando la filosofía del diseñador y opiniones acerca de él con 90 de sus piezas exhibidas, sin embargo, la colección del Museo consta de aproximadamente 1.200 piezas en total. 

Terminado el recorrido se puede  visitar en la planta baja una tienda donde se pueden encontrar libros, lápices, estuches para lentes, tarjetas y hasta un juego en el que las fichas son fotografías de los trajes y los jugadores deben encontrar aquellas que son iguales para formar pares. Otras áreas son la cafetería, una sala polivalente, servicios y áreas de descanso.

El edificio está bien, pero me parece demasiado para un modisto.  Luego me parece que el color negro le da un carácter sobrio y se me parece al estilo del Guggenheim de Bilbao, pero acá los cristales dejan entrar luz y ver el pueblo”.
John, visitante del Museo

Ideas claras

Coco Channel dijo de Balenciaga que era “el único auténtico couturier (diseñador), ya que a diferencia de sus contemporáneos  era capaz de diseñar, cortar, montar y coser un vestido de principio a fin”, señala en uno de sus folletos la Fundación Balenciaga, responsable de promover y difundir la obra del ‘maestro’. Pero el público de hoy ¿qué dice? Ane, estudiante de diseño de modas del Inedi, Instituto Europeo de Diseño de Bilbao, resumía su experiencia de esta manera: “Te enriquece un montón ver algo así. Ves que todo lo que se hace ahora viene de algún sitio... me parece bien que hagan museos como este y expongan piezas tan explosivas”.

John, de San Sebastián, otro de los visitantes, se mostraba sorprendido pero no tan convencido al respecto: “El edificio está bien pero me parece demasiado para un modisto. Luego me parece que el color negro le da un carácter sobrio y se me parece al estilo del Guggenheim de Bilbao, pero acá los cristales dejan entrar luz y ver el pueblo”.

Para una latinoamericana, Connie, “la exposición está dividida muy bien y los diseños me parecieron perfectos para los años en que fueron confeccionados, porque todavía son piezas que se pueden llevar y son muy elegantes”.

“Y así, con los tejidos nosotros hacemos lo que podemos, Balenciaga hace lo que quiere”, remataría Christian Dior.

Otros ecos de su obra

Balenciaga también contó con la colaboración de diseñadores de joyas como Roger Jean-Pierre para incorporar detalles a sus vestidos de gala. Además, su casa de modas contaba con una línea propia de perfumes; el primero de ellos fue presentado en 1946 y se llamó Le Dix, su estuche forrado en papel blanco con decoración incisa imitando cuero  se expone en el museo.

Su conocimiento sobre los tejidos y el dominio de la técnica son las características que más se destacan de él, además de su inquietud por la cultura oriental y su interés por el trabajo de sus compatriotas Goya y Picasso. De hecho, la totalidad de su obra es elevada al nivel de este último y desde algún tiempo se le ha acuñado la expresión El Picasso de la Moda.

 

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