¿Cómo murió Trotsky?
Este mes se cumplen 75 años desde que Leon Trotsky, ya expulsado del Partido Comunista Soviético, llegó exiliado a México, donde pasó los últimos años de su vida antes de ser asesinado por un agente de Stalin.
Para algunos, Leon Trotsky fue el verdadero héroe de la Revolución Bolchevique. Para otros, era uno de los hombres más peligrosos de su tiempo. Pero para su nieto Esteban Volkov, era como un padre, que le ofreció algunos momentos de felicidad y estabilidad. Con el ‘viejo’, como le llamaba cariñosamente a su abuelo, “finalmente encontré cierta estabilidad, aunque no duró”.
Volkov habló en la misma casa de Ciudad de México donde vivió durante un año con el revolucionario exiliado y su segunda esposa, Natalia, antes de que lo asesinaran en 1940.
Volkov recuerda el entusiasmo con el que llegó a México desde Europa. Tenía apenas 13 años y se había pasado la mayor parte de su infancia mudándose de un país a otro con su madre, Zinaida, hija de Trotsky, tratando de refugiarse de la persecución de Stalin.
Volkov, de 86 años, recuerda que, a las cuatro de la mañana del 24 de mayo de 1940, se despertó de un sobresalto. Pistoleros enviados por Stalin habían entrado a la casa. El niño saltó de la cama y se escondió en la esquina de su habitación.
Trotsky y su esposa Natalia salieron ilesos. “¿Que si tenía miedo?, al principio sí”, recuerda, “pero cuando escuchamos la voz de mi abuelo, lleno de vida, pues... es difícil describir la alegría al ver que nos habíamos salvado de los atacantes de Stalin”.
Pero a partir de entonces Trotsky apenas salía de casa y las medidas de seguridad se incrementaron con más guardias y más armas. También se acabaron las salidas al campo.
Pero lo que todos se preguntaban era cuándo y cómo sería el siguiente intento de acabar con la vida de Trotsky.
Lo que ocurrió el 20 de agosto de 1940 quedó grabado en la memoria del nieto. El arma con la que Mercader mató a Trotsky era un picahielos de montañismo.
Fue el día en que Ramón Mercader, un agente estalinista de origen español que se había infiltrado en el hogar de Trotsky, hirió de muerte al antiguo líder bolchevique al golpearlo en la cabeza con un picahielos.
Hablando despacio, como para no descuidar ningún detalle, Volkov cuenta que volvía de la escuela cuando vio que la puerta de la casa estaba abierta y había un coche de la Policía estacionado afuera.
Temeroso, corrió hasta la casa y se encontró a los guardaespaldas en estado de confusión. Antes de que se lo llevaran de allí, Volkov vislumbró a su abuelo, tendido sobre el suelo de su estudio, sangrando abundantemente.
Volkov estaba tan desconsolado que se negó a ir al funeral de su abuelo. “Después de eso, el ambiente en casa era de mucha, mucha soledad”.
Volkov, hoy viudo, convirtió su antigua casa en museo. Era, dice, su ‘obligación’ para honrar la memoria de su abuelo.
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