Combatiendo el olvido
Una de las fuentes más fértiles para encontrarnos con la escritura es el recuerdo. Los seres humanos fabulamos nuestro pasado a través de nuestra memoria colectiva, pues a decir del sociólogo Maurice Hawlbachs, nunca estamos solos, mal podríamos tener un recuerdo que sea individual y no colectivo; pero estos recuerdos que manipulan la realidad se nos escapan cuando no los hemos vivido de cerca, como es el caso de hechos históricos de los que hemos escuchado o leído.
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El Ecuador ha tenido en escritores como Joaquín Gallegos Lara hasta Diego Cornejo Menacho a grandes expositores de aquella memoria a la que llamamos histórica, aquella que recoge una fecha del gran reloj universal para recordarnos de dónde venimos. Estos eventos, que sentimos lejanos por no haberlos vivido, son de los más perjudicados al momento de recordar. Somos ingratos con nuestra memoria histórica.
La Feria Internacional del Libro de Guayaquil recibe, entre otros autores, al escritor peruano Alonso Cueto, ganador del Premio Herralde de novela con La hora azul, obra con la que registra un hecho histórico de su país: la guerra de Sendero Luminoso en Ayacucho. A través de la ficción, Cueto nos ilustra cómo vive una parte importante de la población de espaldas a estas realidades, y cómo lo viven las víctimas. Todo a partir de uno de los tantos recuerdos que recogió el escritor en la etapa de investigación de su texto.
Óscar Vela, ganador del Premio Nacional Jorge Icaza con su novela “Yo soy el fuego”, presentará en la misma feria su nueva novela “Todo ese ayer”, que recoge un evento importante en la historia latinoamericana: Vela les da voz a las víctimas de la dictadura del general Jorge Videla.
La coincidencia en ambos me hace reflexionar sobre el olvido y sobre lo importante que es para los seres humanos combatirlo. (O)