El burro literario

09 de Diciembre de 2012

El anuncio causó hilaridad. Un grupo de jóvenes llevó a un burro al órgano electoral provincial para inscribirlo como candidato para las próximas elecciones a la Asamblea Nacional. Decisión novedosa, sin duda. La respuesta fue inmediata, la solicitud fue negada. El burro no cumplía los requisitos que la ley exige para ser candidato. El burro regresó sin entender probablemente lo que había sucedido.

Muchos comentaron sobre la tamaña injusticia que había ocurrido. El burro aspirante a candidato merecía una oportunidad de demostrarle al país que su inteligencia y hábitos de trabajo era iguales o mejores que muchos de los humanos que generalmente son elegidos como legisladores. Por nuestra parte discrepamos. Creo que los burros juegan un papel muy importante en la sociedad para llevarlos a nuestro Parlamento. Uno de las contribuciones más notables que han hecho los burros ha sido la de inspirar inolvidables obras de literatura.

Una de las más primeras y más antiguas apariciones del burro en las letras occidentales consta en una novela de Apuleyo (123-180) llamada originalmente Metamorfosis que desde San Agustín se la conoce como El Asno de Oro (ediciones Cátedra. Madrid, 2010). La obra cuenta la peripecias que sufrió un tal Lucius, un joven muy inquieto que está lleno de curiosidad por la magia. Queriendo convertirse un día en pájaro –pronunciando ciertas palabras enigmáticas– terminó por error convirtiéndose en un asno.

En esta nueva condición de asno, Lucius, que era un aristócrata romano, le toca experimentar las miserias más grandes al tener que vivir entre esclavos y pobres, y sufrir los peores tormentos en manos de gente educada y noble que él conocía. Al final, Lucius desesperado invoca la ayuda de la diosa Isis quien lo regresa a su original naturaleza.

Las aventuras que pasa el asno son llenas de ironías y picarescas situaciones, pero de profundas reflexiones morales, particularmente en una época en que los vientos de la caída de Roma comenzaban a soplar. Especial atención merece el capítulo dedicado a Eros y Psique. Al parecer, Apuleyo se inspiró en una obra similar griega, pero que no ha sobrevivido.

En el cuento Las Aventuras de Pinocho (1883) por Carlo Collodi, el protagonista en una de sus andanzas también se transforma en burro. Otra aparición del burro en la literatura salió de la pluma del Premio Nobel de 1956 Juan Ramón Jiménez con su inolvidable Platero y yo, donde se narra líricamente la vida de un bonito y cariñoso burrito (“Platero es pequeño, peludo y suave…”).

Como se ve es preferible tener al burro en la literatura –donde más ha contribuido a la humanidad– que en la política.

hernanperezloose@gmail.com

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