El legado de Fuentes
Hace 4 años, el escritor mexicano Carlos Fuentes dejó de existir. Murió el 15 de mayo de 2012. Se fue sin recibir el Nobel, ese galardón que le ha sido esquivo a algunos de los grandes autores latinoamericanos (Borges, el caso más emblemático), aunque sí con la mayoría de los otros premios a los que todo escritor aspira, entre ellos el Príncipe de Asturias y el Cervantes.
Este hombre cosmopolita y figura clave del boom de la literatura latinoamericana, autor de obras como La muerte de Artemio Cruz y La región más transparente, vivió parte de su infancia en Quito, mientras su padre cumplía misión diplomática en el país; y en su adultez creó, junto con José Donoso, otra figura del boom, ese personaje muy vigente en estos días: Marcelo Chiriboga.
“Como no hubo un escritor ecuatoriano del boom entonces José Donoso y yo inventamos un escritor ecuatoriano que se llama Marcelo Chiriboga. Marcelo Chiriboga aparece en muchas novelas de José Donoso y mías. A veces enamora señoras, a veces se muere, otras resucita. Marcelo Chiriboga es un personaje mítico de la literatura ecuatoriana... Por lo menos ese favor le hicimos a Ecuador: le dimos un miembro del boom. Por ahí anda Chiriboga. Y, a lo mejor, hasta nos sobrevive...”, dijo Fuentes en una entrevista publicada el 1 de julio de 2001 en diario El Comercio, de Quito, en coincidencia con la presentación de su novela Instinto de Inez.
Donoso falleció en 1996 y Fuentes en 2012. Chiriboga, según la ficción, también falleció, pero su nombre se escucha cada día más en el Ecuador. Parece, por fin, haber salido del silencio al que –también desde la ficción– fue condenado en el país. Diego Cornejo lo toma como protagonista de su novela Las segundas criaturas, al igual que el cineasta Javier Izquierdo en su falso documental Un secreto en la caja. En Antolohit, una recopilación de cuentos de noveles escritores de Ecuador, Argentina, Venezuela, México y España, Chiriboga firma el texto de la contraportada, en el que elogia las piezas narrativas que conforman el volumen. Y el escritor chileno Alberto Fuguet en su nueva novela, titulada Sudor, también lo menciona.
Esta pequeña acción de Fuentes y Donoso, que podría ser calificada como un juego, una broma, una sátira, un favor, o como se prefiera, ha dado pie, y eso es lo importante, a una serie de obras narrativas, puesto que la literatura también se nutre de literatura. Pero a Fuentes debemos agradecerle no solo por Chiriboga, sino sobre todo por la abundante obra literaria que produjo.
De ese legado, hay una novela por la que guardo especial afecto: Los años con Laura Díaz, una esplendorosa obra en la que repasa el siglo XX mexicano. Asimismo, me gusta volver a un libro que es una especie de diccionario personal del autor, En esto creo. Allí están las convicciones de este maestro. (O)
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