Encrucijadas de una jueza
Fiona Maye trabaja en un tribunal londinense especializado en asuntos de familia. La mayoría de sus casos tienen que ver con menores de edad, aunque también con divorcios. Las connotaciones dramáticas que estos casos ejercen sobre ella son una presión nada fácil de llevar.
Fiona debe, sin embargo, enfrentar en paralelo una crisis personal. Su esposo de 35 años le ha propuesto un plan de vida que a ella le resulta inaceptable, pues podría marcar el fin de su matrimonio.
Es sobre estos dos andariveles, el de Fiona como jueza y como esposa, por donde se desliza la novela La ley del menor, del escritor británico Ian McEwan, y que ha sido recientemente traducida al español por la editorial Anagrama.
El autor sumerge al lector en el sistema judicial inglés y el papel que dentro de él juega Fiona. A sus 59 años, ella toma con bastante responsabilidad su trabajo. Una y otra vez revisa el texto de sus decisiones, consciente del efecto que ellas tienen. Los problemas que llegan a su corte son representativos de las crisis que atraviesan las sociedades modernas. Uno de ellos es especialmente crítico. Adam Henry, un apuesto adolescente de 16 años ha rehusado seguir un tratamiento médico invocando motivos religiosos. Sus padres que son igualmente religiosos, apoyan su decisión. El hospital recurre a la corte exigiéndole una solución rápida, pues el tiempo se agota.
¿Debería una corte dejar de lado convicciones religiosas profesadas intensamente? En su meticuloso afán de revisar todos los aspectos de sus casos, Fiona visita al joven que yace enfermo en el hospital. Adam tiene una mente cautivadora y sensible, toca el violín y disfruta de la poesía. Es un encuentro que revive en la jueza sentimientos que los había reprimido por años, y que, a su vez, provoca nuevas experiencias en el joven. La sentencia de Fiona tendrá un impacto en la vida de ambos.
En la novela afloran algunos temas interesantes. Uno de ellos es la encrucijada que debe enfrentar Fiona al tener que cumplir sus obligaciones hacia la sociedad como jueza con todo profesionalismo y seriedad. Una tarea que debe cumplirla dejando de lado o dominando, si se quiere, el drama de su vida personal que se desmorona.
Escrita de una forma muy elegante, McEwan nos ha entregado una obra estupenda que seguramente gustará a los lectores de esta columna. El libro puede ser adquirido en librerías locales. Otra novela del autor que recomendamos es Expiación, de la que se hizo un filme con la actuación de Vanessa Redgrave. (O)