Gran novela de Amos Oz
Corría el invierno de 1959. Por la quiebra de sus padres, Shamuel Ash, de 25 años, ha perdido su ayuda financiera. También ha perdido a su enamorada, pues ha resuelto casarse con un antiguo amigo de ella. Además, Shamuel ha perdido todo el interés que tenía en una investigación histórico-teológica que venía llevando a cabo en la universidad.
De alguna forma parece que Shamuel ha terminado por perderse de él mismo. Para subsistir decide trabajar cuidando a Gershom Wald, un hombre deshabilitado, quien también ha sufrido una pérdida. Se trata de su hijo que murió en la guerra árabe-israelí de 1948. La tarea de Shamuel básicamente consiste en hacerle compañía al anciano durante las noches, y conversar con él.
Mientras Shamuel trata de escaparse de los golpes que le ha dado la vida, comienza a enamorarse de Atalia Abravanel, que es la viuda del hijo de Gershom y que vive con su suegro en la misma casa. Una atractiva mujer en sus años cuarenta, quien al recibirlo le advierte que no se enamore de ella, pues eso es lo que llevó a que sus predecesores pierdan su empleo. Una advertencia que Shamuel ignora.
Estos son los personajes principales de la novela Judas (Trad. Raquel García Lozano, Editorial Siruela, Madrid 2da. ed., 2015), escrita por Amos Oz, uno de los mejores escritores contemporáneos. Oz nació en Jerusalén, antes de la formación del actual estado de Israel. Esta novela es la primera luego de largo paréntesis desde que escribió su famosa novela autobiográfica Una historia de amor y oscuridad.
Sin embargo, Judas no es una novela romántica únicamente, aunque el amor que se teje entre Shamuel y Atalia está en el centro de la trama. Hay, como en todas las obras de Oz, interesantes referencias históricas sobre Israel. Hay una referencia al nacimiento del nuevo estado, y el conflicto bélico de 1948. El anciano Abravanel había sido un valiente y convencido sionista que se opuso a la política bélica de Ben Gurión contra los árabes, y que más bien comulgaba con la idea de los dos estados.
La referencia a Judas está llena de simbolismo en la novela, y Oz es un maestro en no hacérnoslo sentir. La nueva experiencia que atraviesa Shamuel le renueva su interés por la figura de Judas, sin cuya traición, sugiere el joven académico, probablemente no habría nacido el cristianismo. (O)