La espera
“Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido, de manera parecida a como no se sabe, en la duermevela, si se está pensando o soñando, si uno aún conduce su mente o la ha extraviado por agotamiento. A veces creía que sí, a veces creía que no, y a veces decidía no creer nada y seguir viviendo su vida con él, o con aquel hombre semejante a él, mayor que él. Pero también ella se había hecho mayor por su cuenta, en su ausencia, era muy joven cuando se casó”.
Estas reflexiones las hacía Berta luego de algunos años de matrimonio con Tom o Tomás (era mitad inglés, mitad español) Nevinson. Se conocieron en Madrid cuando eran muy jóvenes, y desde entonces presintieron que vivirían juntos el resto de sus vidas. Tomás era bastante apuesto, más alto que el promedio de sus compañeros, y toda su persona revelaba una solidez excepcional. Daba la impresión de no estar sujeto a su época. Sus vínculos con Inglaterra, y sus excelentes notas escolares lo llevaron a Oxford. Tom tenía una rara habilidad con los idiomas, siendo capaz de imitar con gran facilidad hasta los dejos locales de lenguas extranjeras. Esto llamó la atención de la Corona, por lo que terminó siendo reclutado para que preste sus servicios como espía. Y eso cambió la vida de Berta para siempre.
A pesar de ello, en su última novela Berta Isla (Editorial Alfaguara, Madrid, 2017, 504 páginas), Javier Marías no ha escrito una trama de espionaje u operaciones complicadas. Hay algo de eso, es verdad, pero la novela tiene otros hilos y laberintos. A partir de esa circunstancia particular, Berta comienza a vivir verdades a medias, misterios, secretos, y sobre todo largas ausencias de su esposo. A un punto el lector no tendrá claro inclusive si Tom ya ha fallecido, para descubrir que un buen día reaparece, para luego esfumarse nuevamente. Berta, una mujer bella, atractiva, vivirá largos períodos cuestionando la inquietante vida de su esposo. Y mientras espera su próxima aparición –una espera que recuerda la de Penélope– este personaje irá madurando, creciendo. En Berta se irán anidando y apaciguando temores, dudas, la tenacidad de un amor, así como su fragilidad, sus inseguridades. Su forma de hablar, de dudar, de guardar silencio. En fin, de esperar.
Hay una serie de fascinantes pasajes (sus paseos con su primer hijo, momentos bajo la lluvia...) y de interesantes referencias literarias y cinematográficas.
Esta novela, un poco larga pero muy envolvente, se la puede conseguir en librerías locales. (O)