La sociedad desde la música
¿Qué se entiende por música nacional? ¿Cuáles son los imaginarios que existen sobre esta en el Ecuador desde los diferentes estratos sociales?
Sobre esta temática reflexiona la etmusicóloga guayaquileña Ketty Wong en su libro La música nacional: identidad, mestizaje y migración en el Ecuador, con el cual en el 2010 ganó el Premio de Musicología Casa de las Américas, de Cuba. Recientemente, la obra fue publicada por la Casa de la Cultura Ecuatoriana. Antes fue editada en Cuba. También hay una edición en inglés, realizada en Estados Unidos. El libro contiene, además, una muestra de la música.
Wong, doctorada en la Universidad de Texas, Austin, Estados Unidos, trabaja desde las percepciones de la sociedad, puesto que la etnomusicología es el estudio de la música como fenómeno social; o una sociología o antropología de la música. Para entender las dinámicas, ella no solo escucha la música y la analiza, sino que lee a cientistas sociales, va a conciertos, habla con artistas, con el público, con promotores. Está atenta a todo.
La etnomusicóloga destaca cómo en el término nacional, la gente engloba al pasillo, al albazo, al pasacalle y otros géneros, pero sobre todo al pasillo de las décadas del 20 al 50 del siglo XX. Dice que en ese entonces era la música de las élites. Era lo que más se grababa en discos de pizarra. Y esos pasillos clásicos, muchos con versos escritos por poetas, musicalizados por compositores, son los que hasta la actualidad se perciben como música nacional.
Expone que en los años 70 se dio la llegada de géneros del exterior, como el rock, la cumbia, la canción protesta, la música disco y otros, que las clases alta y media comenzaron a consumir. Eran sinónimo de juventud. De actualidad. A la par, internamente se produjeron fenómenos como la migración del campo a la ciudad, en Sierra y Costa, y para nombrar a la música nacional que se produjo a partir de entonces y que escuchaban las clases populares, se empezaron a emplear dos términos: rocolero y chichero. Las clases populares, sin embargo, la percibían como música nacional. Para esa época, las líricas de los pasillos habían variado. Sus versos eran más coloquiales.
En rocolero, anota, se etiqueta al pasillo de los años 70 en adelante (la asociación se dio, refiere, porque los intérpretes de pasillo también cantaban rocola) y al bolero y al valse con temáticas de despecho, de rupturas y abandono. ¿Y qué define al género rocolero? Wong señala la prominencia de timbres agudos en la instrumentación y, en algunos casos (no todos), la voz nasal y lastimera. En tanto, se consideran chicheros ritmos de raíz indígena, como el sanjuanito, el yumbo y otros, con instrumentación moderna como sintetizadores. La música chichera es bailable. Tiene ritmo alegre, pese a la tristeza que pueden denotar sus letras. La rocolera es música para escuchar. En el imaginario, refiere Wong, está vinculada a la cantina. La chichera, en cambio, con el baile, aunque también puede incluir trago.
El libro no se centra solo en estas aristas (he reseñado solo una parte), sino en muchas otras, que nos permiten repensarnos como ecuatorianos y a la vez discutir cuestiones como qué es lo nacional y qué es la identidad.