Letras vitales
Los libros que en los últimos tiempos me han deslumbrado no se desarrollan en las ciudades, sus tramas no cruzan las fronteras de los países, ni están hilvanados por una metaliteratura, tan en boga ahora. Los libros que me han fascinando están ambientados en pueblos, en la ruralidad incluso, y sus personajes no son intelectuales, ni escritores, ni gente letrada. Son personas comunes y corrientes, personas que apenas sobreviven en el día a día. Estos libros me hacen elucubrar que quizá algunos autores latinoamericanos (y sobre todo autoras) están volviendo a mirar los pequeños territorios y las historias que antes podrían parecer poco interesantes o cercanas a un realismo chato. Ellos, con su narrativa, han logrado hacer un quiebre. Uno de esos libros es la novela Temporada de huracanes, de Fernanda Melchor, escritora mexicana nacida en 1982, periodista y maestra, que con esta obra ha conseguido, creo, uno de sus grandes trabajos literarios. Esta obra ha alcanzado un reconocimiento casi unánime. Logró posicionarse como una de las mejores novelas de 2017. ¿Cómo no leer con fascinación esta historia tan bien entretejida? ¿Cómo resistirse a una escritura tan desembarazada y tan eficaz?
La novela se desarrolla en los pequeños pueblos mexicanos y la muerte de una mujer (que en realidad es hombre), a quien apodan La Bruja, sirve como pretexto para edificar una historia coral, de múltiples voces, contada desde la oralidad, desde el lenguaje coloquial y la superstición. Y ensamblada de manera fragmentada. Estos elementos constituyen su fortaleza. Muestra unas vidas rotas y también la violencia en su grado máximo desde el día a día de los propios personajes, quienes la asumen como algo natural. Tal vez por eso mismo sobrecoge. ¿Cómo no sobrecogerse con la vida de Norma, una niña que cuida de sus hermanos menores y es violada a menudo por su padrastro y tiene que practicarse un aborto? ¿O con las vidas de jóvenes mujeres que no tienen otro horizonte que trabajar sin descanso, que son madres cuando apenas llegan a la adolescencia, o que se ven obligadas a prostituirse? ¿O con la existencia de hombres atrapados en el desempleo, la miseria, el alcohol, las drogas y el ancestral machismo?
Ciertamente, el machismo, la misoginia, los abusos sexuales, el narcotráfico, la corrupción, el aborto, la homosexualidad, la diferencia, la religiosidad, la fe, el poder de las supersticiones y de la cultura popular, están expuestos en esta novela, que, sin embargo, no construye sus personajes desde una posición binaria, sino más amplia, por eso cada uno puede ser víctima y victimario, o tener gestos de bondad y maldad. De solidaridad y de mezquindad. Hay en ellos aspectos grises y luminosos y ese detalle hace de esta una novela provocadora para el lector, quien asiste sin tregua a una narrativa que deslumbra y desasosiega. Temporada de huracanes es una novela que se nutre de la tradición de la narrativa latinoamericana, pero que logra convertirse en una propuesta contemporánea y vital. El aborto, el acoso y los abusos sexuales, la identidad de género, y más, son temas que ahora mismo tienen al mundo entero debatiendo. (O)
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