Narrativa emergente
La Campaña Nacional de Lectura Eugenio Espejo puso en circulación el pasado abril Siberia, obra de la autoría de Daniela Alcívar Bellolio, que obtuvo, junto con el libro Paruso, de Carlos Vásconez, mención de honor en el premio de novela breve La Linares 2018, cuyo primer lugar fue declarado desierto por un jurado integrado por Leonardo Valencia, Francisco Proaño Arandi y Renata Égüez. En el acta de premiación el jurado destaca las virtudes de ambas obras (de Siberia, “la poderosa voz narrativa y un lenguaje signado por imágenes precisas”; y de Paruso, “el alto nivel de lenguaje”) y señala, asimismo, falencias, para finalmente sostener que en reconocimiento a los méritos de estos libros y como estímulo a los autores les otorga menciones de honor. En la edición de abril de la revista Rocinante, dirigida por Iván Égüez, se dice que aunque el concurso La Linares no tuvo ganador único, arrojó menciones de honor que “permitirán conocer valiosas obras de la narrativa contemporánea ecuatoriana”. “El texto de Alcívar Bellolio es un trabajo fino, compuesto a la manera de un largo soliloquio”, afirma Salvador Izquierdo sobre Siberia, en mediato.com.ec.
Guayaquileña (1982), Alcívar Bellolio es uno de los nombres que han empezado a destacarse entre la nueva generación de escritores ecuatorianos. Una que tiene formación académica en literatura o en áreas afines, con maestrías y doctorados realizados fuera del país y que se mueve en varios ámbitos: el cuento, el ensayo, la poesía, la novela, la crítica literaria, la cátedra, la edición o el periodismo. No encasilla su escritura en un género determinado, sino que explora múltiples formas o a menudo hace cruces, en una especie de confirmación de que los géneros puros poco importan en la actualidad.
Alcívar Bellolio, quien estudió y vivió por años en Argentina, es escritora, investigadora académica, crítica literaria y editora. Siberia es su primera novela, pero tiene ya otros libros en su currículo. En 2016 publicó el volumen de ensayos Pararrayos y el libro de cuentos Para esta mañana diáfana. Y en 2017 otra obra de ensayo: El silencio de las imágenes. Vale seguirle el rastro y empezar a leerla. Una opción quizá sea ir desde el principio. Ingresar a esta autora por Para esta mañana diáfana, un libro de 114 páginas (editorial Ruido Blanco). Contiene once cuentos que llevan al lector por los vericuetos de la memoria y los recuerdos. Hay en estos una especie de permanente evocación desde el presente, que es el lugar desde donde opera la memoria. Un lenguaje en tono reflexivo, hondo, a veces cercano a la poesía, acompaña el recorrido de los personajes. Y también las descripciones de los paisajes. En la mayoría de los relatos el paisaje es clave: la ciudad, el campo, el mar, las aguas del río, la casa. No hay en estas historias una pretensión de totalidad. Se busca apostar por una mirada, “una mirada solo parcial, como parece que es cualquier mirada”, como bien dice el personaje de Cuatro instantáneas de un regreso a Quito, texto que abre el volumen. También esta obra está hecha de silencios. Por ese motivo, tal vez, Anita, el personaje del cuento Boca del cielo, me resulta entrañable, al igual que la perra Molly. Ahora me espera Siberia. (O) claramedina5@gmail.com / @claramedinar