Nueva literatura
El nombre del ecuatoriano Salvador Izquierdo ha estado en la prensa en semanas recientes porque su novela Te Faruru (Aquí se hace el amor) fue escogida como una de las finalistas del Premio Herralde, galardón que obtuvo la española Marta Sanz. Nacido en Londres en 1980, Izquierdo (se llama Jorge Izquierdo Salvador y con el nombre de Salvador Izquierdo firma su literatura) por ahora vive en Guayaquil. Se desempeña como docente en la Universidad de las Artes.
Fue la segunda vez que Izquierdo figuró en la lista de favoritos del Herralde. En el 2014 lo estuvo con la novela Una comunidad abstracta, obra que empezó a circular en Ecuador el pasado noviembre, editada por el sello guayaquileño Cadáver Exquisito, que dirige María Paulina Briones. Es una editorial independiente que se caracteriza por publicar autores nuevos y textos experimentales. Aunque decir circular es una forma de hablar, pues sabido es que, pese a los aislados y entusiastas esfuerzos, uno de los graves problemas de la literatura ecuatoriana es la circulación. De la novela de Izquierdo se han editado 300 ejemplares, que están disponibles para los lectores interesados. Con seguridad la encuentran en La Casa Morada, en Urdesa.
Es una obra corta, de 93 páginas. Es difícil hablar de su argumento porque no tiene un argumento en sí mismo. Pero se podría decir que el protagonista es el narrador. “¿Qué he dicho sobre mí? Que soy un artista conceptual investigando sobre la escritura, que pasé una temporada en Vancouver, que tengo un hijo desde una edad relativamente temprana, que tuve un perro que se perdió en las faldas de una montaña”, dice, de manera escueta, en la página 86. Y previamente, en la página 69, relata que “antes de venir a Voncouver, en otra ciudad y en otra vida, parece, yo me dedicaba a recibir a turistas extranjeros, mochileros jóvenes principalmente”. Solo eso se sabe de él.
Es este hombre el que a partir de sus recuerdos de su estadía en Vancouver, donde fue por una beca, y de sus investigaciones sobre arte, habla de artistas, de músicos, de escritores, y desmadeja una colección de citas. Con estas citas se articula el texto, al que puede hallársele sentido. Pero, además, las citas son una especie de autorretrato del narrador, porque lo describen en sus preferencias, en sus percepciones sobre el arte y el ser humano. Identifica en ambos el ego, la vanidad. Se logra un tejido con citas disímiles, en un trabajo similar al que haría un artesano con una colcha de retazos. Citar, según el ‘Diccionario del Diablo’, que se nombra en la novela, es “el acto de repetir equivocadamente las palabras de otro”.
Una comunidad abstracta es un texto entretenido, que se deja leer pese a ese aire académico –que queda desmitificado aquí– al que podrían remitir las citas. Aunque el nombre de Salvador Izquierdo es conocido por integrar la lista de finalistas del Herralde, no es este hecho el único que cuenta en su carrera. Es autor de la novela Deslenguado en Portete y del libro de cuentos Autogol.
Twitter: @claramedinar