Perfectamente imperfectos

Por Clara Medina
03 de Noviembre de 2013

Hace poco, Nick Vujicic estuvo en Ecuador. Ofreció conferencias. Y aunque no tuve la oportunidad de asistir,  me acerqué a este hombre excepcional de otro modo: a través de su libro Una vida sin límites. Es una obra testimonial, en la que este joven nacido en 1982, en Australia, y radicado en Estados Unidos, narra su vida.

¿Y qué tiene de excepcional Nick? Nació sin brazos y sin piernas. Poco a poco, derribó  sus limitaciones y  ahora es un motivador de fama mundial, que viaja por diversos países dando un testimonio de superación. ¿Cómo lo hizo? Él lo plantea así: no se quedó llorando su desgracia, ni buscando culpables, ni sintiendo autocompasión. Se decidió por una actitud positiva frente a la adversidad. Miró una oportunidad allí donde, en apariencia, solo podía haber dolor y soledad.

La palabra actitud está desgastada. La usan con frecuencia los libros de autoayuda. Y eso hace, quizá, que una se ponga en alerta frente a ella. Pero es claro que con Nick la perspectiva cambia. Este joven es un testimonio vivo.  Tiene credibilidad porque habla desde su condición. Desde su experiencia. Es el primogénito de un joven matrimonio que nadó en la desolación y la tristeza cuando supo que su hijo había nacido sin brazos ni piernas. La madre no quiso, en primera instancia, ni verlo. Luego aceptó a su hijo y junto con su esposo asumieron el reto de criarlo como si se tratara de un niño sin limitaciones. No lo educaron en escuelas especiales, sino en instituciones a las que acudían niños y jóvenes normales. Estuvo rodeado de sus hermanos y primos.

Nick es un hombre religioso, de fe, y él lo confiesa en el libro. Pero la obra no es un manual de religión. Es un volumen que habla de la importancia de que cada persona crea en sí misma, valore lo que tiene y abandone su actitud derrotista y de víctima. Al principio, los niños se asustaban de él. Otros, se burlaban. Él se sentía mal, no se aceptaba a sí mismo y pensó, incluso, en suicidarse. Cuenta que su vida dio un cambio cuando entendió que, de alguna forma, todos somos imperfectos.  Y que debemos aprender a amar nuestra perfecta imperfección. “Una rinoplastia no te va a dar una vida llena de alegría, un Ferrari no logrará que te admiren millones de personas. Tú ya tienes lo que se necesita para ser amado y valorado, lo único que tienes que hacer es dejarlo fluir y maximizar todo lo que hay en ti”, dice Nick en su libro.

Cuando era pequeño, rezaba porque Dios le hiciera un milagro: que al despertarse tuviera brazos y piernas. Nunca sucedió. Hoy su lema es: si no puedes conseguir un milagro, conviértete en el milagro. Nick tiene dos pequeños pies (nació así). Uno es visible (el otro está escondido) y con él ha aprendido a escribir, tocar música, manejar su silla de ruedas y muchas otras actividades. Este joven habla, además, de que todos los seres humanos debemos descubrir qué nos motiva y trabajar en ello. Él llama a esta búsqueda ‘misión’.

Podría ser entendida también como vacación. El perdón, el buen humor, la solidaridad son virtudes que, asimismo, Nick destaca y cultiva.

claramedina5@gmail.com

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